jueves, 31 de marzo de 2016

El grano de locura


Si no captas la pequeña raíz o el pequeño grano de locura de alguien, no puedes amarlo. En alguna parte todos somos dementes ¿no? El punto de demencia de alguien llega a ser la fuente misma de su encanto.

Gilles Deleuze

Fot. Hélène BambergerGilles Deleuze

Hipótesis no verificada


A veces me dormía tan pesadamente sobre el diván que al despertar experimentaba un estupor angustiado: como si mi conciencia, al emerger anónimamente de la noche, dudara antes de reencarnarse. O contemplaba con mirada incrédula el decorado familiar: reverso ilusorio y tornasolado del vacío donde me había sumergido. Mi mirada se detenía sorprendida en los objetos que había traído de los cuatro rincones de Europa. Mis viajes, el espacio no conservaba huella de ellos, mi memoria desdeñaba evocarlos; y las muñecas, los vasos, las baratijas estaban allí. Una nada me fascinaba, me obsesionaba. Encontrar un pañuelo de seda roja y un almohadón violeta: ¿cuándo he visto por última vez fucsias, su vestido de obispo y cardenal, su largo sexo frágil? La campanilla luminosa, la simple rosa silvestre, la madreselva desgreñada, los narcisos, abriendo en su blancura grandes ojos atónitos, ¿cuándo? Podían no existir ya en el mundo y no lo sabría. Ni nenúfares en los estanques, ni trigo sarraceno en la campiña. La tierra está a mi alrededor como una vasta hipótesis que ya no verifico.

Simone de BeauvoirLa edad de la discreción
Incluido en La mujer rota
Ed. Edhasa, 2007
Trad: Dolores Sierra y Neus Sánchez

miércoles, 30 de marzo de 2016

Los raros


Seguid a los raros, y no a las personas vulgares

Francesco Petrarca

Fot. Bronzino
Portrait of Laura Battiferri 
(detalle de libro con sonetos de Petrarca)

Los libros


[…] los libros me salvaron de la desesperación; eso me ha persuadido de que la cultura es el más alto de los valores, y no logro considerar esta convicción con mirada crítica.

Simone de BeauvoirLa edad de la discreción
Incluido en La mujer rota
Ed. Edhasa, 2007
Trad: Dolores Sierra y Neus Sánchez

Fot. Gisèle Freund, Simone de Beauvoir y Jean-Paul Sartre, Paris, 1963

martes, 29 de marzo de 2016

Nada


Nada
en mis manos nada
en mis cuadernos
nada en mis zapatos
nada en el sombrero
de mi madre, nada
en mis ojos
en mi casa
en el paisaje
entre las olas nada
bajo los bancos del parque
debajo de mi ropa empapada
entre las líneas que escribo
en las del diccionario
de sánscrito
en la tinta que se escapa
del bolígrafo
en mis palabras nada
nada sobre la nada
que describo
en cuatro letras
porque todo
lo que no cabe en ellas
se ha agolpado en el centro
de mi pecho
y late y luego
me devora
con la voracidad
de un animal hambriento.
hasta que no queda nada
de mi salvo esa nada
que todo lo vomita
mis ojos mis cuadernos
mi casa y el sombrero
de mi madre las cuatro
letras que la indican
y el mismo latido
feroz que me devora
pronunciando
tu nombre.
Juegos de magia

Chantal Maillard

Fot. anónima de Chantal Maillard aún niña

Suicidio en Alejandría


(Narraciones)

Suicidio en Alejandría.

13 y 22

Cuando pusieron la cabeza cortada sobre la mesa del despacho, se rompieron todos los cristales de la ciudad. "Será necesario calmar a esas rosas", dijo la anciana. Pasaba un automóvil y era un 13. Pasaba otro automóvil y era un 22. Pasaba una tienda y era un 13. Pasaba un kilómetro y era un 22. La situación se hizo insostenible. Había necesidad de romper para siempre.

12 y 21

Después de la terrible ceremonia se subieron todos a la última hoja del espino, pero la hormiga era tan grande, tan grande, que se tuvo que quedar en el suelo con el martillo y el ojo enhebrado.

11 y 20

Luego se fueron en automóvil. Querían suicidarse para dar ejemplo y evitar que ninguna canoa se pudiera acercar a la orilla.

10 y 19

Rompían los tabiques y agitaban los pañuelos. ¡Genoveva! ¡Genoveva! Era de noche y se hacía precisa la dentadura y el látigo.

9 y 18

Se suicidaban sin remedio, es decir, nos suicidábamos. ¡Corazón mío! ¡Amor! La Tour Eiffel es hermosa y el sombrío Támesis también. Si vamos a casa de lord Butown nos darán la cabeza de langosta y el pequeño círculo de humo. Pero nosotros no iremos a casa de ese chileno.

8 y 17

Ya no tiene remedio. Bésame sin romperme la corbata. Bésame, bésame.

7 y 16

Yo, un niño, y tú, lo que quiera el mar. Reconozcamos que la mejilla derecha es un mundo sin normas y la astronomía un pedacito de jabón.

6 y 15

Adiós. ¡Socorro! Amor, amor mío. Ya morimos juntos. ¡Ay! Terminad vosotros por caridad este poema.

5 y 14

4 y 13

Al llegar este momento vimos a los amantes abrazarse sobre las olas.

3 y 12

2 y 11

1 y 10

Un golpe de mar violentísimo barrió los muelles y cubiertas de los barcos. Sólo se sentía una voz sorda entre los peces que clamaba.

9

8

7

6

5

4

3

2

1

0

Nunca olvidaremos los veraneantes de la playa de Alejandría aquella emocionante escena de amor que arrancó lágrimas de todos los ojos.

Federico García Lorca

lunes, 28 de marzo de 2016

Presencia y sensación


El encuentro erótico comienza con la visión del cuerpo deseado. Vestido o desnudo, el cuerpo es una presencia: una forma que, por un instante, es todas las formas del mundo. Apenas abrazamos esa forma, dejamos de percibirla como presencia y la asimos como una materia concreta, palpable, que cabe en nuestros brazos y que, no obstante, es ilimitada. Al abrazar a la presencia, dejamos de verla y ella misma deja de ser presencia. Dispersión del cuerpo deseado: vemos sólo unos ojos que nos miran, una garganta iluminada por la luz de una lámpara y pronto vuelta a la noche, el brillo de un muslo, la sombra que desciende del ombligo al sexo. Cada uno de estos fragmentos vive por sí solo pero alude a la totalidad del cuerpo. Ese cuerpo que, de pronto, se ha vuelto infinito. El cuerpo de mi pareja deja de ser una forma y se convierte en una substancia informe e inmensa en la que, al mismo tiempo, me pierdo y me recobro. Nos perdemos como personas y nos recobramos como sensaciones.

Octavio Paz, La llama doble
Ed. Seix Barral, 2001

Cuéntamelo todo


En muchas familias nadie escribe versos,
pero si lo hacen, es raro que sea solo una persona.
A veces la poesía fluye en cascadas de generaciones,
creando peligrosos remolinos en sus mutuos sentimientos.

Mi hermana cultiva una buena prosa hablada,
y toda su escritura son postales de sus viajes
con textos que prometen lo mismo cada año:
que cuando vuelva,
me contará todo,
todo,
todo.

El gran número, 1976

Fot. Elżbieta Lempp
Wisława Szymborska, Krakow, 2000

domingo, 27 de marzo de 2016

La ilusión de la luz


No hay motivo para permanecer en la oscuridad
Salvo si es el tiempo suficiente como para borrar de la mente
La ilusión de que alguna vez estuvo en la luz

T. S. Eliot, The Cocktail Party, fragmento

Fot. Vivienne Haigh-Wood Eliot, 1930

primera esposa de T. S. Eliot

Ginsberg & Kerouac

Fot. Allen Ginsberg
Jack Kerouac the last time he visited my apartment 
704 East 5th Street, N.Y.C.… Fall 1964

sábado, 26 de marzo de 2016

Los sustitutos


Le prometía que amándome iba a serle accesible un lugar de justicia perfecta. Esto le decía sin estar yo misma enamorada, habiendo sólo en mí la voluntad de ser amada por él y no por otro. Es tan difícil hablar de esto. Cuando vi su rostro por primera vez, deseé que fuera de amor al volverse hacia mi rostro. Quise sus ojos despeñándose en los míos. De esto quiero hablar. De un amor imposible porque no hay amor. Historia de amor sin amor. Me apresuro. Hay amor. Hay amor de la misma manera en que recién salí a la noche y dije: hay viento. No es una historia sin amor. Más bien habría que hablar de los sustitutos.

Alejandra Pizarnik, Prosa completa
Ed. Lumen, 2003

Fot. Sara Facio, Alejandra Pizarnik at her parents’ home, Buenos Aires

Leer


Leer es soñar de la mano de otro.

Fernando Pessoa

Fot. anónima, 1929

viernes, 25 de marzo de 2016

El amor, por ejemplo


Soy de la misma opinión que Dante, y no comparto la de Stendhal ni la de Mérimée, que decían ser siempre felices: los recuerdos de las cosas felices envenenan la vida cuando éstas ya no se pueden tener. El amor, por ejemplo.

Paul Léautaud

Fot. Henri Cartier-Bresson, Paul Léautaud [Fontenay-aux-Roses], 1952

Los justos


Un hombre que cultiva un jardín, como quería Voltaire. El que agradece que en la tierra haya música. El que descubre con placer una etimología. Dos empleados que en un café del Sur juegan un silencioso ajedrez. El ceramista que premedita un color y una forma. Un tipógrafo que compone bien esta página, que tal vez no le agrada. Una mujer y un hombre que leen los tercetos finales de cierto canto. El que acaricia a un animal dormido. El que justifica o quiere justificar un mal que le han hecho. El que agradece que en la tierra haya Stevenson. El que prefiere que los otros tengan razón. Esas personas, que se ignoran, están salvando el mundo.

Jorge Luis Borges, Los Justos

jueves, 24 de marzo de 2016

Ideas y sensaciones


Nunca he sido capaz de hablar como pienso, con nadie. Con la mayoría de la gente sólo se puede hablar de las ideas, no sobre el canal por el que estas ideas pasan, la atmósfera en la que se bañan, la esencia sutil que se escapa cuando uno se viste de ellas. La mayoría de las veces, no me siento con ganas de hablar sobre las ideas de todos modos. Estoy más interesada en las sensaciones.

Anaïs NinDiarios amorosos
Ed. Siruela, 2014
Trad. José Luis Fernández-Villanueva Cencio

Lenguaje


No hay contraste entre obtener la verdad y obtener la libertad. Obtener cualquiera de ambas equivale simplemente a hacer el futuro humano más grande que el pasado humano, más grande en el sentido de crear seres humanos que puedan imaginar más y hacer más. En lugar del lema un tanto engañoso la verdad nos hará más libres, deberíamos decir nuestra capacidad para volver a describir las cosas con términos novedosos nos hará más ricos, complejos e interesantes de lo que éramos.

Richard Rorty, Prólogo a Filosofía y futuro
Ed. Gedisa, 2009
Trad. Javier Calvo y Ángela Ackermann

martes, 22 de marzo de 2016

La atmósfera


La atmósfera no es un perfume, no sabe a la esencia, no huele, siempre será para mi boca, me tiene enamorado, iré a la loma junto al bosque y quedaré sin disfraz y desnudo, me vuelve loco la idea de que entre en contacto conmigo.

Walt Whitman, La extensión de mi cuerpo
Ed. Nórdica, 2014
Trad.  Antonio Rivero Taravillo

Fot: Tourists on top of the Great Pyramid at Giza, 1920, anónima

Debajo de la oscuridad


Sin duda yo soy un bosque y una noche de arboles oscuros, sin embargo quien no tenga miedo de mi oscuridad encontrará también taludes de rosas debajo de mis cipreses.

Friedrich Nietzsche


Fot. Ata Kandó, Sueño en el bosque, 1957

lunes, 21 de marzo de 2016

Enamorarse


Enamorarse es crear una religión cuyo Dios es falible.

Jorge Luis Borges
Nueve citas dantescas

Somos nosotros


Sentí como este tenebroso planeta giraba bajo mis pies, y supe cuál es ese secreto que sólo los gatos conocen, ese que les hace gritar como bebés en la noche. Miré al cielo a través del intenso humo lleno de grasa humana y vi que Dios no se encontraba ahí. Vi esa oscuridad fría y vacía que se extiende hasta el infinito, vi que estamos solos. Vivimos nuestras vidas, puesto que no tenemos nada mejor que hacer. Más adelante, ya les buscaremos un sentido. Venimos de la nada; Tenemos hijos, que se encuentran atados a este infierno al igual que nosotros, y volvemos a la nada. No hay nada más. La existencia es algo fortuito. No hay ningún patrón salvo el que imaginamos cuando nos quedamos mirando fijamente durante mucho tiempo. No tiene ningún sentido, salvo el que decidimos imponer. Este mundo que vaga a la deriva no está moldeado por fuerzas metafísicas. No es Dios quien mata a los niños. Ni es el destino el que los despedaza, ni es la casualidad la que se los da de comer a los perros. Somos nosotros. Sólo nosotros.

Alan Moore, Watchmen
Ed. Planeta de Agostini, 2001

domingo, 20 de marzo de 2016

Heridas


Lo que sucede es que no sucede nada.
Mis heridas ya no sanan
y tampoco se infectan.

Ya no me muero más


Cuando morí por vez primera
―aún sé cómo ocurrió―,
morí en silencio y fue del todo,
pasó en Hamburgo, el mes de abril,
y yo tenía dieciocho.
Cuando morí por vez segunda
la muerte me hizo daño.
Yo te dejé bien poca cosa:
el corazón batiendo en tu portón,
sobre la nieve huellas rojas.
Pero al morir por vez tercera
no me dolió ya tanto.
Tan cotidiana como el pan
y los vestidos fue la muerte.
Ya no me muero más.

El célebre sentimiento

sábado, 19 de marzo de 2016

Embriagaos


Hay que estar siempre ebrios. Eso es todo, es lo único que importa. Para no sentir el terrible fardo del tiempo que vence tus hombros y te aplasta contra el suelo, hace falta estar ebrio.

¿Pero, de qué? De vino, poesía o virtud, como desees. Pero embriágate.

Y si alguna vez, estando sobre los escalones de un palacio, o sobre la verde hierba del camino o en la soledad taciturna de tu alcoba, te despiertas y la ebriedad ha disminuido o desaparecido del todo, pregúntale al viento, a la ola, a la estrella, al ave, al reloj, a todo lo que huye, a todo lo que gime, a todo lo que rueda, a todo lo que canta, a todo lo que habla, pregúntales qué hora es, y el viento, la ola, la estrella, el ave, el reloj te responderán: “¡Es hora de embriagarse! Para no ser esclavos martirizados por el tiempo, hay que embriagarse. ¡Embriágate sin medida! De vino, poesía o virtud, como desees.”

Charles Baudelaire. Embriagaos. 7 de febrero de 1864 en Le Figaro

Miras y esperas


Estás sentado en una silla, nada te toca, sientes
como se vuelve el viejo un ser más viejo, imaginas
solo la paciencia del agua, el fastidio de la piedra.
Piensas que el silencio es la página de más,
piensas que nada es bueno, ni malo, ni siquiera
la sombra que invade la casa mientras tú miras, sentado,
como la invade. Otras veces la has visto. Tus amigos
pasan tras la ventana, en sus rostros la marca de la pena.
Quisieras saludarlos pero no puedes ni alzar la mano.
Estás sentado en una silla. Te vuelves hacia la yerbamora
que extiende sobre la casa su red ponzoñosa.
Pruebas la miel de la ausencia. Es lo mismo.
Dondequiera que estés, es lo mismo que se pudra
la voz antes que el cuerpo o que se pudra el cuerpo
antes que la voz. Sabes que el deseo lleva a la pena,
la pena a la consumación, la consumación
al vacío. Sabes que esto es diferente, esto
es la celebración, la única celebración,
sabes que si te das entero a la nada
habrás sanado. Sabes que hay alegría en sentir
como tus pulmones preparan su futuro de ceniza,
y así esperas, miras y esperas: el polvo se establece.
Rondan la sombra las horas milagrosas de la infancia.

Mark Strand
En celebración
Traducción de Octavio Paz

viernes, 18 de marzo de 2016

El contagio de la experiencia


Mi abuela -que no era tuerta- me decía: 
Las mujeres cuestan demasiado trabajo o no valen la pena. ¡Puebla tu sueño con las que te gusten y serán tuyas mientras descansas! 
No te limpies los dientes, por lo menos, con los sexos usados. Rehúye, dentro de lo posible, las enfermedades venéreas, pero si alguna vez necesitas optar entre un premio a la virtud y la sífilis, no trepides un solo instante: 
¡El mercurio es mucho menos pesado que la abstinencia! 
Cuando unas nalgas te sonrían, no se lo confíes ni a los gatos. Recuerda que nunca encontrarás un sitio mejor donde meter la lengua que tu propio bolsillo, y que vale más un sexo en la mano que cien volando.
Pero a mi abuela le gustaba contradecirse, y después de pedirme que le buscara los anteojos que tenía sobre la frente, agregaba con voz de daguerrotipo: 
La vida -te lo digo por experiencia- es un largo embrutecimiento. Ya ves en el estado y en el estilo en que se encuentra tu pobre abuela. ¡Si no fuese por la esperanza de ver un poco mejor después de muerta!.
La costumbre nos teje, diariamente, una telaraña en las pupilas. Poco a poco nos aprisiona la sintaxis, el diccionario, y aunque los mosquitos vuelen tocando la corneta, carecemos del coraje de llamarlos arcángeles. Cuando una tía nos lleva de visita, saludamos a todo el mundo, pero tenemos vergüenza de estrecharle la mano al señor gato, y más tarde, al sentir deseos de viajar, tomamos un boleto en una agencia de vapores, en vez de metamorfosear una silla en un transatlántico.
Por eso -aunque me creas completamente chocha- nunca me cansaré de repetirte que no debes renunciar ni a tu derecho de renunciar. El dolor de muelas, las estadísticas municipales, la utilización del aserrín, de la viruta y otros desperdicios, pueden proporcionarnos una satisfacción insospechada. Abre los brazos y no te niegues al clarinete, ni a las faltas de ortografía.
Confecciónate una nueva virginidad cada cinco minutos y escucha estos consejos como si te los diera una moldura, pues aunque la experiencia sea una enfermedad que ofrece tan poco peligro de contagio, no debes exponerte a que te influencie ni tan siquiera tu propia sombra. ¡La imitación ha prostituido hasta a los alfileres de corbata!

Oliverio Girondo, Espantapájaros, XIV
Ed. Losada, 2001

Fot. Oliverio Girondo, anónimo

Destino y albedrío


Siempre se ha creído que existe algo que se llama destino, pero siempre se ha creído también que hay otra cosa que se llama albedrío. Lo que califica al hombre es el equilibrio de esa contradicción.

Gilbert Keith Chesterton

Woman in Greenhouse -autochrome-, 1910
In collection of the George Eastman House

jueves, 17 de marzo de 2016

Guardaré los años que compartimos


Mirar la vida a la cara... Siempre hay que mirarla a la cara y conocerla por lo que es. Así, podrás entenderla, quererla por lo que es y luego guardarla dentro. Guardaré los años que compartimos, guardaré esos sueños siempre, y el amor... siempre ...y las horas.

Michael Cunningham, Las horas
Ed. El Aleph, 2003
Trad. Jaime Zulaika


Fot. Virginia Woolf en Monk's House, Rodmell
fotografiada por su marido Leonard Woolf, c. 1937.

Como un tren sobre el abismo


Unos van por un sendero recto,
Otros caminan en círculo,
Añoran el regreso a la casa paterna
Y esperan a la amiga de otros tiempos.
Mi camino, en cambio, no es ni recto, ni curvo,
Llevo conmigo el infortunio,
Voy hacia nunca, hacia ninguna parte,
Como un tren sobre el abismo.

miércoles, 16 de marzo de 2016

Ofelia


Y el poeta nos dice que en la noche estrellada
vienes a recoger las flores que cortaste,
y que ha visto en el agua, recostada en sus velos,
a la cándida Ofelia flotar, como un gran lis.

Arthur Rimbaud
Ofelia (fragmento)

Fot. Salvador Dalí
La muerte de Ofelia

Olvidar lo insoportable


Le dice Isak Dinesen a Truman Capote:
Durante los años que pasé en África, cuando tenía mi granja en las montañas, nunca me imaginé que volvería a vivir en Dinamarca. Cuando supe que iba a perder la granja, cuando estuve segura de que no podría conservarla, empecé a escribir los cuentos: para olvidar lo insoportable.

Truman Capote, Retratos,
Ed. Anagrama. 2006
Trad. Mauricio Bach, Francesc Roca y Benito Gómez Ibáñez

Fot. Isak Dinesen (Karen Blixen), anónima

martes, 15 de marzo de 2016

Los niños


Los niños mueren más fácilmente. Muy fácilmente. Todavía no están enraizados, todavía no están instalados, todavía no poseen el instinto de conservación. Adquirimos hábitos deplorables. Vuelve atrás, vuelve a ser un niño, para morir.

Eugène IonescoDiarios
Ed. Páginas de espuma, 2007
Trad. Marcelo Arroita-Jauregui

Soy un genio


Soy alcohólico. Soy drogadicto. Soy homosexual. Soy un genio

Truman Capote
Música para camaleones
Ed. Anagrama, 2006
Trad. Benito Gómez Ibáñez

lunes, 14 de marzo de 2016

Belleza exquisita


No hay belleza exquisita sin cierta rareza en la proporción.

Edgar Allan Poe

Y nunca habitará su casa


Largo se le hace el día a quien no ama
y él lo sabe. Y él oye ese tañido
corto y duro del cuerpo, su cascada
canción, siempre sonando a lejanía.
Cierra su puerta y queda bien cerrada;
sale y, por un momento, sus rodillas
se le van hacia el suelo. Pero el alba,
con peligrosa generosidad,
le refresca y le yergue. Está muy clara
su calle, y la pasea con pie oscuro,
y cojea en seguida porque anda
sólo con su fatiga. Y dice aire:
palabras muertas con su boca viva.
Prisionero por no querer, abraza
su propia soledad. Y está seguro,
más seguro que nadie porque nada
poseerá; y él bien sabe que nunca
vivirá aquí, en la tierra. A quien no ama,
¿cómo podemos conocer o cómo
perdonar? Día largo y aún más larga
la noche. Mentirá al sacar la llave.
Entrará. Y nunca habitará su casa.

Claudio Rodríguez

domingo, 13 de marzo de 2016

De compras por París

James Joyce and Sylvia Beach en Shakespeare and Company, Paris, 1921

La vanidad de los deseos


La enorme vanidad de los deseos se muestra en que yo, por ejemplo, tengo el deseo de llenar tan pronto como sea posible un bello cuaderno. No obtengo nada con ello; no lo deseo porque muestre mi productividad; es sólo el ansia de librarme muy pronto de algo que ya se ha hecho habitual; aun cuando tan pronto como me haya librado de él empiece uno nuevo y todo se repita otra vez.

Ludwig Wittgenstein, Arte y filosofía
Ed. Plaza y Valdés
Trad. Julián Marrades

sábado, 12 de marzo de 2016

Murió arrepentida


Un paciente me da 30 dólares, que daré a Henry para que pague el alquiler, y un libro, Moll Flanders, de Daniel Dafoe, con una dedicatoria: “Prácticamente la primera novela en inglés, para la primera y más hermosa mujer del mundo, de uno que ella rescató de los muertos.”
Es curioso, en la página del título dice: “Moll Flanders … fue puta durante doce años, se casó cinco veces (una vez se prostituyó a su propio hermano), ladrona durante doce años, ocho años reclusa como traidora en Virginia, terminó por amasar una fortuna y murió arrepentida”.
Me gusta todo menos el final.

Anaïs Nin, Diarios amorosos
Ed. Siruela, 2014
Trad. José Luis Fernández-Villanueva Cencio

 Irving Penn, Anaïs Nin, 1970

Vacío

(by ARTOUCH Gallery)

viernes, 11 de marzo de 2016

Intensidad



La vida es para ser vivida intensamente como el amor, que tiene que ser experimentado hasta la última gota sin ningún temor.

Saber mirar


Creo que Gauguin pensaba que el artista debe buscar el símbolo, el mito, agrandar las cosas de la vida hasta el mito, mientras que van Gogh pensaba que hay que saber deducir el mito de las cosas más pedestres de la vida.
Por mi parte, pienso que estaba jodidamente en lo cierto.
Pues la realidad es terriblemente superior a cualquier historia, a cualquier fábula, a cualquier divinidad, a cualquier super-realidad.
Basta con tener el genio de saber interpretarla.

Antonin ArtaudVan Gogh: el suicidado de la sociedad
Ed. Argonauta, 2007
Trad. Ramón Font

Fot. Vincent van Gogh, Almendro en flor, 1890

jueves, 10 de marzo de 2016

Máscara


Lo que hay detrás de una máscara nunca es un rostro. Siempre es otra máscara. Las distintas máscaras son una herramienta, las usas porque te sirven para vivir. No sé qué es eso de la autenticidad. Lo que sé es que la vida es un complejo sistema de enmascaramientos y simulaciones.

José Donoso

Fot. George Brassaï  Paris by Night

Lo exquisito y lo inmundo


'Lindo perro mío, mi fiel can, chucho querido, acércate y ven a respirar un exquisito perfume adquirido en la mejor perfumería de la ciudad.' Y el perro, meneando el rabo, lo cual, según tengo entendido, es el signo con que estas pobres criaturas expresan la risa y la sonrisa, se arrima y posa curioso su hocico húmedo en el frasco destapado, pero al momento retrocede horrorizado y me ladra a modo de reproche.'¡Ah! ¡miserable perro!, de haberte ofrecido un puñado de excrementos lo habrías husmeado con deleite y quizá incluso lo habrías devorado. Me recuerdas en esto, indigno compañero de mi triste vida, al público, a quien jamás hay que obsequiar con perfumes delicados que lo exasperen, sino con inmundicias cuidadosamente escogidas.'

Charles BaudelaireEl spleen de París, El perro y el frasco
Ed. Espuela de plata, 2009
Trad. Manuel Neila

Fot. Retrato de Baudelaire, anónimo

martes, 8 de marzo de 2016

Libertad


Y por el poder de una palabra
Reinicio mi vida
Nací para conocerte
Para nombrarte
Libertad

Escarificación


Morimos ricos en amantes y en tribus, en sabores degustados, en cuerpos en los que nos hemos sumergido y buceado como si fueran ríos de sabiduría, personalidades a las que hemos trepado como si fueran árboles, miedos bajo los que nos hemos ocultado, como en cuevas.

Desearía llevar todas esas cosas grabadas en mi cuerpo, al morir. No creo más que en esos mapas, escritos por la naturaleza, y no en etiquetas impuestas como hacen los ricos con sus edificios. Somos historias colectivas, relatos colectivos. No somos propiedad de nadie, ni monógamos en nuestros gustos o vivencias.

Michael Ondaatje, El paciente inglés
Ed. Punto de lectura, 2008
Trad. Carlos Manzado de Frutos

Fot. Habitante de Sepik, en Papúa Nueva Guinea

lunes, 7 de marzo de 2016

Quién


¿Quién no cree en esto o en aquello? ¿Quién no se desangra en la lucha? ¿Quién no llora pensando en el mar? ¿Quién no duerme en un lecho de amapolas? ¿Quién no posee un silencio, un tiempo, una música? ¿Quién no baila su propio ritmo? ¿Quién no tiene un sexo para alegrarse, una palabra en que sentarse, una manía para tener vergüenza? ¿Quién no tiene vergüenza de ser? ¿Quién no está enojado con la muerte?
Yo.

Alejandra PizarnikDiarios
Ed. Lumen, 2013

Fot. Brooke Shaden

Peso o levedad


La carga más pesada nos destroza, somos derribados por ella, nos aplasta contra la tierra. Pero en la poesía amatoria de todas las épocas la mujer desea cargar con el peso del cuerpo del hombre. La carga más pesada es por lo tanto, a la vez, la imagen de la más intensa plenitud de la vida. Cuanto más pesada sea la carga, más a ras de tierra estará nuestra vida, más real y verdadera será.
Por el contrario, la ausencia absoluta de carga hace que el hombre se vuelva más ligero que el aire, vuele hacia lo alto, se distancie de la tierra, de su ser terreno, que sea real sólo a medias y sus movimientos sean tan libres como insignificantes.
Entonces, ¿qué hemos de elegir? ¿El peso o la levedad?

Milan Kundera, La insoportable levedad del ser
Ed. Tusquets, 1993
Trad. Fernando Valenzuela