lunes, 20 de febrero de 2017

Cultura


Alocución de Federico García Lorca al pueblo de Fuente Vaqueros, Granada, en septiembre de 1931

Cuando alguien va al teatro, a un concierto o a una fiesta de cualquier índole que sea, si la fiesta es de su agrado, recuerda inmediatamente y lamenta que las personas que él quiere no se encuentren allí. «Lo que le gustaría esto a mi hermana, a mi padre», piensa, y no goza ya del espectáculo sino a través de una leve melancolía. Ésta es la melancolía que yo siento, no por la gente de mi casa, que sería pequeño y ruin, sino por todas las criaturas que por falta de medios y por desgracia suya no gozan del supremo bien de la belleza que es vida y es bondad y es serenidad y es pasión.

Por eso no tengo nunca un libro, porque regalo cuantos compro, que son infinitos, y por eso estoy aquí honrado y contento de inaugurar esta biblioteca del pueblo, la primera seguramente en toda la provincia de Granada.

No sólo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro. Y yo ataco desde aquí violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos. Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan. Que gocen todos los frutos del espíritu humano porque lo contrario es convertirlos en máquinas al servicio de Estado, es convertirlos en esclavos de una terrible organización social.

Yo tengo mucha más lástima de un hombre que quiere saber y no puede, que de un hambriento. Porque un hambriento puede calmar su hambre fácilmente con un pedazo de pan o con unas frutas, pero un hombre que tiene ansia de saber y no tiene medios, sufre una terrible agonía porque son libros, libros, muchos libros los que necesita y ¿dónde están esos libros?

¡Libros! ¡Libros! Hace aquí una palabra mágica que equivale a decir: «amor, amor», y que debían los pueblos pedir como piden pan o como anhelan la lluvia para sus sementeras. Cuando el insigne escritor ruso Fedor Dostoyevsky, padre de la revolución rusa mucho más que Lenin, estaba prisionero en la Siberia, alejado del mundo, entre cuatro paredes y cercado por desoladas llanuras de nieve infinita; y pedía socorro en carta a su lejana familia, sólo decía: «¡Enviadme libros, libros, muchos libros para que mi alma no muera!». Tenía frío y no pedía fuego, tenía terrible sed y no pedía agua: pedía libros, es decir, horizontes, es decir, escaleras para subir la cumbre del espíritu y del corazón. Porque la agonía física, biológica, natural, de un cuerpo por hambre, sed o frío, dura poco, muy poco, pero la agonía del alma insatisfecha dura toda la vida.

Ya ha dicho el gran Menéndez Pidal, uno de los sabios más verdaderos de Europa, que el lema de la República debe ser: «Cultura». Cultura porque sólo a través de ella se pueden resolver los problemas en que hoy se debate el pueblo lleno de fe, pero falto de luz".

(Después de cumplirse más de 80 años de aquel discurso, cualquier semejanza con la actualidad, no es pura coincidencia)

sábado, 18 de febrero de 2017

Queda escrito


II

Tengo un agujero en el ánimo 
del tamaño de un hombre.

He dejado mi silencio en tu buzón de voz.

( como explicarte)

Me he roto muchos huesos
tratando de doblarlos por donde no puede ser.

Segundo movimiento del poema "Queda escrito" 
incluido en "Últimas consecuencias" 
Ed. Universitas, 2014

jueves, 16 de febrero de 2017

Ella era blanca como el sol


Rufus de Nigeria habla sobre su primera novia

ella era blanca como el sol
la amaba
de noche
posaba sus manos en mis ojos cerrados
y se hacía el día

de noche
ella venía a mí
sobre la arena seca junto al mar
y el océano subía
hasta la garganta

creció
azul verdoso
me abrazó
me tomó en su interior

sus ojos completamente abiertos
el color de los cielos tormentosos
miraría así

trad. Javier Izquierdo Reyes

Fot. de la autora, anónima

El mundo es de quien no siente


Pedí tan poco a la vida y ese mismo poco la vida me lo negó. un haz de parte del sol, un campo próximo, un poco de sosiego con un poco de pan, no pesarme mucho el saber que existo, y no exigir nada de los otros ni ellos nada de mí. esto mismo me fue negado, como quien niega la limosna no por falta de buena alma, sino por tener que desabrocharse la chaqueta. Escribo, triste, en mi cuarto tranquilo, solo como siempre yo he estado, solo como siempre estaré. y pienso si mi voz, aparentemente tan poca cosa, no encarna la sustancia de millares de voces, el hambre de decirse de millares de vidas, la paciencia de millones de almas sometidas como la mía al destino cotidiano, al sueño inútil, a la esperanza sin vestigios. en estos momentos mi corazón late más alto por mi conciencia de él. vivo más porque vivo mayor. Siento en mi persona una fuerza religiosa, una especie de oración, un símil de clamor. pero mi reacción contra mi desciende desde mi inteligencia... me veo en el cuarto piso de la rua dos douradores, me ayudo con sueño; miro, sobre el papel medio escrito, la vida sana sin belleza y el cigarro barato que apurándolo extiendo sobre el secante viejo. ¡yo, aquí, en este cuarto piso, interpelando a la vida!, ¡diciendo lo que las almas sienten!, ¡haciendo prosa como los genios y los célebres! ¡yo, aquí, así...! 
(...)
El mundo es de quien no siente. La condición esencial para ser un hombre práctico es la ausencia de sensibilidad. La cualidad principal en la práctica de la vida es aquella cualidad que conduce a la acción, esto es, la voluntad. Ahora bien, hay dos cosas que estorban a la acción –la sensibilidad y el pensamiento analítico, que no es, a fin de cuentas, otra cosa que el pensamiento con sensibilidad. Toda acción es, por naturaleza, la proyección de la personalidad sobre el mundo exterior, y como el mundo exterior está en buena y en su principal parte compuesto por seres humanos, se deduce que esa proyección de la personalidad consiste esencialmente en atravesarnos en el camino ajeno, en estorbar, herir o destrozar a los demás, según nuestra manera de actuar. Para actuar es necesario, por tanto, que no nos figuremos con facilidad las personalidades ajenas, sus penas y alegrías. Quien simpatiza, se detiene. El hombre de acción considera el mundo exterior como compuesto exclusivamente de materia inerte –inerte en sí misma, como una piedra sobre la que se pasa o a la que se aparta del camino; o inerte como un ser humano que, por no poder oponerle resistencia, tanto da que sea hombre o piedra, pues, como a la piedra, o se le apartó o se le pasó por encima. El máximo ejemplo de hombre práctico, por reunir la extrema concentración de la acción junto con su importancia extrema, es la del estratega. Toda la vida es guerra, y la batalla es, pues, la síntesis de la vida. Ahora bien, el estratega es un hombre que juega con vidas como el jugador de ajedrez juega con las piezas del juego. ¿Qué sería del estratega si pensara que cada lance de su juego lleva la noche a mil hogares y el dolor a tres mil corazones? ¿Qué sería del mundo si fuéramos humanos? Si el hombre sintiera de verdad, no habría civilización. El arte sirve de fuga hacia la sensibilidad que la acción tuvo que olvidar. 

Ed. Seix Barral, 2010
Edición y traducción de Ángel Crespo

Fot. Andrea Modica

La cruz


La cruz le hace pensar en la división de las personas en hombres y mujeres: la línea vertical es el hombre; la horizontal la mujer. El punto en el que ambas líneas se cruzan supone un misterio. (Ella no sabe nada del amor).

Unica Zürn  Primavera sombría
Ed Siruela, 2005
Trad Ana María de la Fuente

martes, 14 de febrero de 2017

Como si algo ocurriese


Por eso hago como si algo ocurriese.
Ocurre al menos la historia como si
algo ocurriese. Un movimiento,
una vez más. Tal vez sirva. Para que
haya historia y me la crea. Lo justo
para poder caer más adelante.


lunes, 13 de febrero de 2017

Libro, silencio



El libro es un pedazo de silencio en las manos del lector. Quien escribe calla. Quien lee no rompe el silencio.

Pascal Quignard  Pequeños tratados I, Tratado V, Taciturio
Ed Sexto Piso, 2016
Trad. Miguel Morey

sábado, 11 de febrero de 2017

Butes


Capítulo IV

La escena pasa en medio de la noche. Un viajero golpea bruscamente la puerta de un pajarero que vive aislado en el carrascal. El pajarero deja su lecho, se levanta, abre la puerta, se aparta y deja entrar a su huésped. Éste está agotado y se muere de hambre. La hora es tan tardía que el anfitrión ya no encuentra nada que ofrecer a su huésped. Se queda parado. Reflexiona. Irresistiblemente gira su mirada en dirección a su perdiz domesticada. La perdiz comprende enseguida la mirada que su amo le ha dirigido. Le implora suavemente en la lengua de los griegos una larga frase compleja y maravillosa. (….)
Esta frase tan larga que pronuncia la perdiz define la esencia de la música y recuerda su origen cruel: A aquella que tan bien te servía atrayendo con sus gritos a sus congéneres con el fin de entregártelos, he aquí que ahora quieres matarla para llenar el vientre de uno de tus congéneres.
El reproche melancólico que le hacía el pájaro dejó mudo al pajarero.
Entonces se giró hacia su huésped. Le dijo:
- Compréndame. No voy a dar de comer a uno de mis congéneres la que atrae a los suyos.
Pero el huésped respondió:
-Es un huésped quien está ante ti. Tengo hambre. Existen leyes (nomoi) que definen la hospitalidad. Existen dioses encargados de hacer respetar estas leyes a los mortales. ¿Qué voy a comer si no matas a tu pájaro? ¿Me quieres como enemigo?
El pajarero, como no podía cometer una ingratitud a la vez respecto del Nomos y respecto de los divinos, se cortó una buena parte de la nalga y la puso a asar. El huésped comió, durmió, se fue cuando cantó el gallo. La cicatrización evolucionó mal. La nalga se infectó. El pajarero murió. Inquieta por la inmovilidad y el silencio de su amo, la perdiz voló sobre él. El pájaro se demoró todavía un día en la casa del muerto. Luego el pájaro levantó el vuelo. ¿Qué alma no vuela a pleno día? ¿Quién ha muerto? ¿Quién come? ¿Quién canta? ¿Quién es huésped en este mundo? ¿Quién acoge? ¿Quién se va?

Pascal Quignard  Butes
Edit. Sextopiso
Trad. Carmen Pardo y Miguel Morey

jueves, 9 de febrero de 2017

Belleza



Contemplé tanto la belleza
que mi visión le pertenece.

Líneas del cuerpo, labios rojos. Sensuales miembros.
Cabellos como copiados de las estatuas griegas;
hermosos siempre, incluso despeinados,
y caídos apenas, sobre las blancas sienes.
Rostros del amor, tal como los deseaba
mi poesía... en mis noches juveniles,
en mis noches ocultas, encontradas...

Contemplé tanto

Traducción de José María Álvarez

martes, 7 de febrero de 2017

El recuerdo de un pensamiento


(...) porque el recuerdo de un pensamiento es más fugitivo que el recuerdo de las sombras, de los colores, de los latidos del deseo juvenil, de una serpiente verde en un paraíso tenebroso.

Vladimir Nabokov
Ada o el ardor
Ed. Anagrama, 2006
Trad. David Molinet

Corps 12,1954

viernes, 3 de febrero de 2017

Círculo


Dos tareas para el comienzo de la vida: reducir cada vez más tu círculo y examinar una y otra vez si no te estás escondiendo en algún lugar fuera del círculo.

Franz Kafka

Ilustración de Joanna Concejo