martes, 31 de octubre de 2017

La poesía


La poesía es la unidad deseada, a la que se aspira mediante los conflictos de las palabras, y también de los males. Cuanto más duros son los obstáculos por afrontar, más dulce es la meta.
Poesía es salir de la vida corriente, es quitarse la ropa de todos los días, sucia y arrugada, para ponerse ropa de festivo: nueva o como nueva, de colores vivos o claros, de un negro bien negro, un blanco bien blanco. Los colores adquieren entonces todo su significado, que no puede expresarse en palabras, ni tan siquiera en ideas, solo en sentimientos profundos, como si el gran Ser maternal manifestase tierna y poderosamente su presidencia.
Así pues, voy a quitarme por un momento mis vestiduras de todos los días -que son grises- para ponerme las de los domingos, que también son grises pero con un poco de blanco o de azul. Voy a intentar hacer de esta una hora alegre, una hora con los poetas.

Adrienne Monnier
Rue de l'Odéon
Gallo Nero
Trad. Julia Osuna

Fot. Adrienne Monnier
frente a su librería La Maison des Amis des Livres, Paris

lunes, 30 de octubre de 2017

La más morena


Fui joven y feliz un verano, en el cincuenta y uno. Ni antes ni después: aquel verano. Y tal vez fue gracias al lugar donde vivía, un pueblo con aspecto de granada reventada; próximo al mar pero campesino; mitad recogido sobre un espolón de roca, mitad esparcido a sus pies; con muchas escaleras entre las dos mitades, que servían de correveidiles, y nubes en el cielo de un campanario a otro, exhaustas como estafetas de los Caballeros del Rey... Qué revolotear, en aquel tiempo, de percales caseros y sábanas de tela de lino por todas las callejas de las dos Módicas, la Baja y la Alta; y qué angelicales muchachas asomándose por los alféizares, todas morenas. La que yo amaba era la más morena.

Gesualdo Bufalino
Perorata del apestado & Argos el ciego
Anagrama
Trad. Joaquín Jordà

domingo, 29 de octubre de 2017

Ella


Ella, Ella y ausente la siento. Vos, que has elegido la noche para hundir tu cuerpo en el agua oscura. Asumes, mi amor, la sombra terrible de la inmaculada luna.

Miguel Ángel Bustos
Visión de los Hijos del Mal, 1967

Fot. George Hendrik Breitner
Marie Jordan before Breitner's copy of Rembrandt's Anatomy Lesson, 1890

sábado, 28 de octubre de 2017

Soy una tabla suelta


Soy una tabla suelta de utilidad nada clara.
No aparezco en el libro de instrucciones.
Sobro. Me rebelo al engranaje.
No cuadro, no sostengo, no encajo.
Soy la excepción en la estructura.
Soy la ruptura de la armonía.
Ocupo un espacio terco con el que tropezar.
Pero si me juntáis con otros deshechos
y nos lanzáis una cerilla
os sorprenderá la fe con la que ardo.

Economía de Guerra
Colección Leviathan
Lupercalia Ediciones

viernes, 27 de octubre de 2017

Escribe, me dijiste


”Escribe”, me dijiste.

Y yo cogí lápiz y papel

Pensando que querías dictarme algo.

“Escribe”, repetiste.

Y te quedaste callada como un icono.

Y yo he empezado a escribir

Tu silencio

Tu silencio del que fluye todo,

Tal como fluye la sangre de la herida.

de "Mi patria A4" 
Pre-textos
Trad. Viorica Patea y Antonio Colinas

miércoles, 25 de octubre de 2017

Miércoles de ceniza


Miércoles de ceniza

I
Porque no abrigo esperanzas de volver otra vez 
porque no abrigo esperanzas
porque no abrigo esperanzas de volver 
ansiando el donde este hombre de este otro sus andanzas 
no lucho por llegar hacia esas cosas 
(¿Por qué no ha de abrir el halcón sus alas ya andrajosas?) 
¿Por qué he de lamentar 
el perdido poder del reino usual ? 

Porque no abrigo esperanzas de conocer otra vez 
la cierta hora de tan incierta gloria 
porque no pienso así 
y porque sé que no conoceré 
la única veraz potencia transitoria
puesto que he de beber, ahí, 
donde florecen los árboles y las vertientes fluyen, 
porque otra vez no hay nada. 
Porque yo sé que el tiempo es siempre tiempo 
y que el lugar es siempre y solamente un lugar 
y que lo que es actual lo es sólo en cierto tiempo
y para un solo lugar 
me alegro que sean así las cosas
y renuncio a la vez
a la sagrada faz y también a la voz
entonces, como no me es posible pensar que he de volver
me regocijo al tener que construir algo que me proporcione regocijo

Y ruego a Dios que nos tenga misericordia
ruego que nos haga olvidar
estos asuntos que originan en mí tanta discordia
ya que los he discutido y me los he explicado demasiado
porque no abrigo esperanzas de volver otra vez
que estas palabras respondan
por lo que ya se ha hecho que no se hará otra vez
y que se nos juzgue con misericordia
porque con estas alas no es posible volar
son simples abanicos y para abanicar
un aire seco ya y muy reducido
más seco, más reducido que la voluntad
enséñanos a sentir y a prescindir,
danos tranquilidad.

Ora por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte.
Ora por nosotros por ahora y en la hora de nuestra muerte.

Versión de Jorge Elliott

Las conquistas interiores


Aquí se aprende muy poco, falta personal docente y nosotros, los muchachos del Instituto Benjamenta, jamás llegaremos a nada, es decir que el día de mañana seremos todos gente muy modesta y subordinada. La enseñanza que nos imparten consiste básicamente en inculcarnos paciencia y obediencia, dos cualidades que prometen escaso o ningún éxito. Éxitos interiores, eso sí. Pero ¿qué ventaja se obtiene de ellos? ¿A quién dan de comer las conquistas interiores?

Robert Walser
Jakob Von Gunten
Siruela

Una fotografía


Tengo una fotografía de mi madre, mi hermana, y yo mismo, tomada cuando rondaba yo los cuatro años y mi madre los treinta y dos, o por ahí. Mi hermana y yo estamos de pie en lo que debe ser la acera frontal de nuestra casa de entonces, frente a un seto, y mi madre en cuclillas en el medio con un brazo rodeando a cada uno de nosotros. Debe ser primavera, porque yo visto un short y una camisa de manga larga, abotonada, probablemente como una concesión de pulcritud, hasta el cuello. Mi hermana, que tendría unos dos años y medio, porta un abrigo que termina justo encima sus rodillas. Sus mangas son demasiado largas. Debe ser a mediodía o aproximadamente: nuestra sombra común esta directamente bajo nosotros. El cabello de mi madre es negro y ella está sonriente. La luz derrama sobre su frente y se monta en sus pómulos; un manchón de luz reposa en un lado de su mentón. La luz cae de la misma forma sobre el rostro de mi hermana y sobre el mío. Y nuestros ojos quedan en la sombra exactamente de la misma forma. He contemplado y contemplado esta fotografía, y en cada ocasión he sentido una profunda e inexplicable oleada de tristeza. ¿Es que mi madre, que nos abraza y cuya mano yo sostengo, está ahora muerta? ¿O es que es tan joven, tan feliz, tan orgullosa de sus niños? ¿Será que los tres estamos momentáneamente atados por la forma en que la luz se distribuye a sí misma de manera idéntica sobre cada uno de nuestros rostros, uniéndonos, proclamando nuestra unidad por un momento en un pasado que fue solo nuestro y que ahora nadie puede compartir? ¿O es simplemente que lucimos un poco fuera de época? ¿O que lo que sea que hayamos sido en ese momento atrapa al corazón simplemente por haberse terminado? Supongo que todas son buenas razones para sentirse triste, y deben contar en parte para mi sentir, pero hay algo más a lo que también respondo. Es la presencia del fotógrafo. Es para él que mi madre se permite estar tan espontáneamente presente, a mostrar un aspecto de sí misma que no se complica por ninguna reticencia, por ninguna muestra de pena. Y es hacia él que me inclino, hacia él que quiero correr. Pero, ¿dónde estaba él? Debió haber sido mi padre, me sigo diciendo a mí mismo, mi padre quien, en esos días, parecía siempre ausente, siempre de viaje, vendiendo alguno de los nuevos servicios a los diarios de los poblados de Pennsylvania. Así que no es el que un momento de dulzura haya pasado lo que me entristece. Es que el que más poderosamente está presente no aparece en la foto, sino que existe conjeturalmente, como una ausencia. Algo más que me conmueve de esta fotografía es lo mucho que se corresponde con el momento en que fue tomada. Como la niñez misma en su inocencia del futuro. Siento una enorme simpatía por el niño que fui, y me siento culpable de que su simpatía le haya servido años después a su ser más viejo. Yo existía, en ese momento, no para mi mirada de hoy sino para la del fotógrafo en el momento de la fotografía. En otras palabras, no estaba posando. No podría, porque no podía anticipar un futuro para ese momento; vivía, como la mayoría de los niños, en un presente perpetuo. Podía quedarme quieto, pero no podía posar. Y en mi quedarme quieto, manifestaba una tremenda impaciencia por liberarme, por ir hacia los brazos de mi padre que no aparece en la foto.

Mark Strand
Sobre nada y otros escritos
Edit. Turner.
Trad. Juan Carlos Postigo Ríos

martes, 24 de octubre de 2017

Abismos


Una de las propiedades más insólitas de la lengua es su capacidad de enunciar –aunque sólo de manera aproximada, alusiva– que el mundo está edificado al borde de un precipicio, que no es sólido y seguro, que no tiene fondo ni base. Imaginémonos que esa misma vertiginosa inestabilidad del mundo quisiera expresarla por ejemplo la arquitectura; los arquitectos tendrían que levantar casas inclinadas; más aún: bien mirado, deberían proyectar edificios que se derrumbasen a una hora predeterminada con exactitud, o también excavar galerías en dirección a las profundidades de la Tierra, sin más objeto que mostrar a la gente –por aproximación– qué es un abismo. O si los que fijan los horarios de circulación de trenes quisieran mostrar a la sociedad la fisura metafísica de nuestra vida, tendrían que aspirar a que los trenes colisionaran regularmente, y que los puentes con vías volaran por los aires. Los pintores deberían horadar el lienzo; los zapateros, instalar en los zapatos pequeñas pero infalibles bombas. En cada uno de los restantes ámbitos, los intentos constituirían un sabotaje repugnante. Los médicos harían que sus pacientes empeorasen (por desgracia, así ocurre con frecuencia). Incluso en la música, el férreo rigor de las estructuras no permitiría la introducción de un timbre de alarma, la señalización del precipicio. Sólo la lengua puede acoger en su seno al saboteador, sin por eso convertirse en agente de destrucción, y familiarizarnos con aquello que no permite familiaridad alguna en absoluto.

Adam Zagajewski
En la belleza ajena
Pre-Textos
Traducción: Ángel E. Díaz-Pintado

Un lugar en ruinas


Charla breve sobre adónde viajar.

Me fui de viaje a un lugar en ruinas. Había tres portones entreabiertos y un alambrado roto. No eran las ruinas de nada en particular. Allí llegó un lugar y se estrelló. Quedaron, luego de eso, las ruinas de un lugar. Y la luz se posaba sobre ellas.

Anne Carson
Charlas breves
Zindo & Gafuri, 2015.
Traducción: Ezequiel Zaidenwerg

Foto: Ikko Narahara

sábado, 21 de octubre de 2017

El presente


El presente no comienza ni finaliza en si mismo, sino que es punto de intersección entre lo sucedido y lo por suceder, llama entre la madera y la ceniza.

José Hierro
Cuaderno en Nueva York

La visión del otro lado


Creo que los animales ven en el hombre un ser igual a ellos que ha perdido de forma extraordinariamente peligrosa el sano intelecto animal, es decir, que ven en él al animal irracional, al animal que ríe, al animal que llora, al animal infeliz.

Friedrich Nietzsche

Entonces escribo


DESGARRA

Cuando un hilo corta mis dedos
y el estado salvaje se rinde
ante su veneno civilizador,
mi vestido se desgarra y de sus heridas
brota otro vestido. Entonces escribo,
para que la muerte no sea tan natural.


viernes, 20 de octubre de 2017

Adiós a una idea


II
Adiós a una idea... Una cabaña en pie,
Abandonada, sobre una playa. Es blanca,
Como de Costumbre o de acuerdo con

Un tema ancestral o como consecuencia
De un rumbo infinito. Las flores contra el muro
Son blancas, están mustias, una especie de marca

Recordando, intentando recordar una blancura
Que era diferente, otra cosa, el año pasado
O antes, no la blancura de una tarde al envejecer,

No sé si más fresca o más apagada, si de nube de invierno
O de cielo invernal, de un horizonte a otro.
El viento arrastra la arena por el suelo.

Aquí, ser visible es ser blanco,
Es tener la solidez del blanco, la realización
De un extremista en un ejercicio...

Cambia la estación. Un viento frío congela la playa.
Sus largas líneas se hacen más largas, y vacías,
Una oscuridad se acumula aunque no cae

Y la blancura crece menos vívida en el muro.
El hombre que camina se vuelve sobre la arena con estupor.
Observa cómo el norte siempre engrandece el cambio,

Con sus brillos helados, sus curvas rojiazules
Y ráfagas de grandes ascuas, su verde polar,
El color del hielo, del fuego y de la soledad.

De "Las auroras de otoño"
Versión de Jenaro Talens

jueves, 19 de octubre de 2017

Horizonte


Horizonte como esta piedra que retiro del cieno, que tiene en sus huecos el olor de la sal.

Horizonte en la palabra que veo brillar bajo los otros, cuando el inconsciente con su marea baja viene a lavar con agua clara las frases que dispuse para ver, justo en su límite. Algas levantadas que vuelven a caer, palabras que se deshacen pero que llevan en su superficie, un instante, la bruma de sal de un agua que es tal vez el cielo.

Las palabras no ofrecen su sentido pleno sino cuando es “allá”, en un horizonte, donde contemplamos lo que dicen. Aquí vemos demasiado en detalle, el pensamiento se aloja en aspectos demasiado numerosos, se despliega en demasiadas fórmulas: y todo está librado al deseo de poseer, de comprender. Allá el todo prima sobre las partes, las cosas se vuelven seres.

Yves Bonnefoy
Notaciones sobre el horizonte
Zindo&Gafuri Ediciones

Silencio


MUCHOS CEROS

El maestro está parado, mudo, ante una clase
De niños pálidos, herméticos.
El pizarrón detrás de él, tan negro como el cielo
A años luz de la tierra.

Es el silencio lo que ama el maestro,
El sabor de lo infinito en él.
Las estrellas como marcas de dientes en los lápices de los niños.
Escúchenlo, dice feliz.

de "Hotel insomnio"
Trad. María Negroni y Federico Barea.

miércoles, 18 de octubre de 2017

Desgarraduras


Soy la noche
La noche congelada por la fría imbecilidad de la luna
Soy la plata
La plata que engendra la plata sin saber por qué
Soy el hombre
El hombre que aprieta el gatillo y mata la ilusión
Para vivir mejor

Ed. Igitur, 2009

Fot. anónima de la autora

Era hermosa, con un corazón lleno de contrastes


Era hermosa, con un corazón lleno de contrastes: 
le gustaban los patos, el amor, los pederastas 
que llevan el correo en bandeja de plata. 
Seguía los cursos de los Maestros, pero soñando 
en una lección bien distinta, en claridades menos austeras, 
en tales enseñanzas de otras complementarias, 
en tal saber, seguido en la sombra, de un suspiro. 
Era tierna. Era dulce acurrucarse 
voluptuosamente, como una gata, en Ella. 
Ver cómo iba muriendo el día en su pupila 
muy cerca, y esperar en silencio el amor. 

Versión Jesús Munárriz

Foto: Valéry y Jeanne Loviton 
a quien están dedicados los poemas del libro

martes, 17 de octubre de 2017

Hades


H de Hades, que me gusta ver como una influencia, porque se me antoja el más poético de todos los lugares. Es el último recurso, un reino de murallas altas, pero que cuenta con un gran inconveniente: el clima, pues sopla mucho viento, está oscuro y hace frío. Su mayor ventaja es todo el tiempo libre que ofrece. Está justo ahí abajo, debajo del mundo, y es el lugar de descanso de las almas inmortales. Más importante aún: es donde los muertos aguardan una nueva vida, una segunda oportunidad, donde esperan ser recordados, donde esperan renacer en la mente de los vivos. Es un lugar de esperanza. Y Tánatos, o lo que consideramos la personificación griega de la muerte, no es en realidad una personificación, sino una neblina, un velo o una nube que separa a la persona viva de la vida. Para los griegos, que no tenían una palabra para la muerte irreversible, uno no moría: oscurecía.

Mark Strand
"Abecedario de un poeta" 
en "Sobre nada y otros escritos"
Turner Noema.
Trad. Juan Carlos Postigo Ríos.

Amemos



Amemos 
o tempo que turra de nós e que nos leva. 
Inda que o ceo está azul e non hai nubes e non chove, 
sempre é cedo 
pra o froito que agardamos e non chega.

Amemos á rosa porque é breve 
e ao tempo porque fuxe e non se para, 
inda que á veira das horas, nas esquiñas, 
morran as verdades contra o vento 
i a noite seña un recendo podrecido 
das frores que chantamos pra salvarnos. 

Amemos 
as bocas que mancan ao bicalas, 
aos pianos que medran e non tocan 
e ás tardes fermosas que se acaban. 

Amemos 
inda que a espranza turre cara abaixo 
a vencellarnos sempre contra nuncas 
de campos sen aire e corazóns parados.




***


Amemos 
el tiempo que nos arrastra y se nos lleva. 
Aunque el cielo está azul y no hay nubes y no llueve, 
siempre es pronto 
para el fruto que esperamos y no llega. 

Amemos a la rosa porque es breve 
y al tiempo porque huye y no se para, 
aunque a la orilla de las horas, en las esquinas, 
mueran las verdades contra el viento 
y la noche sea el hedor putrefacto 
de las flores que plantamos para salvarnos. 

Amemos 
las bocas que hieren al besarlas, 
a los pianos que crecen y no suenan 
y las tardes hermosas que se acaban. 

Amemos 
aunque la esperanza tire hacia abajo 
y nos enlace siempre contra nuncas 
de campos sin aire y corazones parados.


domingo, 15 de octubre de 2017

Es tu nombre y es también octubre


Es tu nombre y es también octubre...

Es tu nombre y es también octubre 
es el diván y tus ungüentos 
es ella tú la joven de las turbaciones 
y son las palomas en vuelos secretos 
y el último escalón de la torre 
y es la amada acechando el amor en ante muros 
y es lo dable en cada movimiento y los objetos 
y son los pabellones 
y el no estar del todo en una acción 
y es el Cantar de los Cantares 
y es el amor que te ama 
y es un resumen de vigilia 
de vigilancia sola al borde de la noche 
al borde del soñador y los insomnios 
y también es abril y noviembre 
y los disturbios interiores de agosto 
y es tu desnudez 
que absorbe la luz de los espejos 
y es tu capacidad de trigo 
de hacerte mirar en las cosas 
y eres tú y soy yo 
y es un caminarte en círculo 
dar a tus hechos dimensión de arco 
y a solas con tu impulso decirte la palabra. 


Prohibición


Usted no escribirá nada sobre esto, me preguntó o me ordenó mi papá, su índice elevado, su tono a medio camino entre súplica y mandamiento. Pensé en responderle que un escritor nunca sabe de qué escribirá, que un escritor no elige sus historias sino que éstas lo eligen a él, que un escritor no es más que una hoja seca en el soplo de su propia narrativa. Pero por suerte no dije nada. Usted no escribirá nada sobre esto, repitió mi papá, su tono ahora más fuerte, casi autoritario. Sentí el peso de sus palabras. Por supuesto que no, le dije, quizás sincero, o quizás ya sabiendo que ninguna historia es imperativa, ninguna historia es necesaria, salvo aquellas que alguien nos prohíbe contar.

Eduardo Halfon
Duelo
Libros del asteroide, 2017

John Fraser
Form with suggested context, 1992

Formó



FORMÓ 
de tierra y de saliva un hueco, el único 
que pudo al cabo contener la luz.

(Materia)

Formó
En Material Memoria (1977 - 1992)
Ed. Alianza, 1999

sábado, 14 de octubre de 2017

Y veinte días de julio


He arrancado ya todas las hojas del mes de mayo y de junio -dijo Susana- y veinte días de julio. Las he arrancado y he formado con ellas una pelotilla, de modo que ya no existen, excepto como un peso sobre mi corazón. Han sido días truncos, semejantes a mariposas nocturnas con sus alas quemadas, incapaces de emprender el vuelo. Sólo me quedan ocho días aquí; dentro de ocho días, descenderé del tren y saltaré a la plataforma a las seis veinticinco. Entonces mi libertad desplegará sus alas desprendiéndose de todas las restricciones que las tenían trabadas: de las horas de disciplina, de la rutina de los días, de la obligación de estar aquí y allá a horas determinadas. La vida comenzará de nuevo el día en que, al abrir la portezuela del tren, vea a mi padre con su viejo sombrero y sus polainas. Voy a estremecerme de emoción, voy a echarme a llorar. Y, a la mañana siguiente, me levantaré al amanecer. Saldré por la puerta de la cocina e iré a pasearme por el campo. Grandes caballos montados por fantasmas galoparán detrás de mí y se detendrán súbitamente. Veré a las golondrinas rozar la hierba. Me dejaré caer sobre la tierra húmeda, junto al río, y contemplaré a los peces deslizándose entre las cañas. Las agujas de los pinos dejarán sus huellas en las palmas de mis manos. Allí voy a poder entreabrir y examinar de cerca esta cosa dura que ha crecido aquí dentro de mí durante todos estos inviernos y veranos, en las escaleras y en los dormitorios. Yo no quiero, como Jinny, ser admirada. Yo no quiero que la gente alce sus ojos en éxtasis al entrar yo a una habitación. Yo quiero dar y que me den, y quiero la soledad para desplegar en ella mis posesiones…

Virginia Woolf
Las olas
Ed. Lumen, 2013
Trad, M. L. Purificación Méndez Gómez

viernes, 13 de octubre de 2017

Nostalgia


Nostalgia

Ahora estoy de regreso.
Llevé lo que la ola, para romperse, lleva
-sal, espuma y estruendo-,
y toqué con mis manos una criatura viva;
el silencio.

Heme aquí suspirando
como el que ama y se acuerda y está lejos.

La gloria de caer


¿Tengo un argumento de vida?, soy inesperadamente fragmentaria. Soy poco a poco. Mi historia es vivir. Y no tengo miedo del fracaso. Aunque el fracaso me aniquile quiero la gloria de caer. Mi ángel lisiado que se lastima huraño, mi ángel que cayó del cielo al infierno, donde vive gozando del mal.

Clarice Lispector

jueves, 12 de octubre de 2017

Es urgente


Es urgente. Son órdenes que ella da, pero se es libre de obedecerlas. El imperativo de esperanza. Inmediatamente después perdona. Dios me ruega. Su confianza, qué bella es. No se dirige a mí sino gravemente intensamente y razonablemente. Pidiendo auxilio solo para lo que está realmente por encima de sus fuerzas. Es una manera honesta de no reducir al otro a la esclavitud. La manera sublime con la que tolera la insatisfacción: sin resentimiento. Un equilibrio espiritual. Divina versatilidad.

Me pide la realización de sus sueños: ser una mariposa, párame esta lluvia, podría tener patas de ardilla, sin alas volar. Por desgracia no puedo cumplir tan justos y tan concretos deseos. Mi magia es abstracta. Mala suerte me dice sin tristeza. Tomo las medidas de mi impotencia. Estoy tan limitada que incluso no tengo en mí la idea de tener alas. Ella tiene su cuerpo por alma. Yo, estoy separada.

De “Mesías”
en "Deseo de escritura"
Trad. de Luis Tigero
Reverso Ediciones

Fot. Hervé Gloaten
Hélène en Vicennes, 1975

Cornelia frente al espejo


Quiero verme a mí misma en el espejo. Lo que más me gustó en el mundo fue el agua: beberla, mirarla, imaginarla. En este vaso la tengo presa, aunque esté mezclada con otra cosa menos pura. Me acercaré a besarte, espejo. Qué fresca, qué incontaminada, qué parecida a nadie eres. Pego mis labios a tus labios como si nadie pudiera separarnos jamás. Todas las fotografías son espejos de lo que fuimos, pero no de lo que somos ni de lo que seremos. Deja que me mire. Soy lo único que no conozco. Voy a beber algo mejor que la vida. Por suerte ya sé todo lo que no soy yo. Me acercaré al espejo. Quiero besarme. Nada me impedirá besarme. Nada me impedirá arrodillarme. Tu boca, espejo, es fresca como el agua. Me da miedo. No existe la distancia que nos separa, ni el frío helado de tu superficie lisa. Voy a morir ahora mismo. Me desvestiré, y quedaré desnuda. Totalmente desnuda. Si alguien se acerca, que se vaya y me deje sola bajo la mirada mía que pronto se terminará. Qué extraño ruido. ¿De dónde proviene?. Lo oigo venir desde arriba, como si algo se estuviera rompiendo. Hace tanto que vengo a esta casa y nunca lo he oído. ¿Los ratones se habrán metido detrás del espejo?. O bien algo se está despegando en esta mole gigantesca. ¿Por qué te tengo tanto miedo, espejo, si antes no te temía?. Antes me acercaba, ahora me alejo. ¿Me vas a matar?. ¿Te atreverás?. Moriré bajo tus cristales. Me arrodillaré a tus pies. Me taparé la cabeza con mis brazos para no ver caer tu cascada de vidrios. Qué porquería eres. Me buscaré a mí misma en todos tus pedazos: un ojo, una mano, un mechón de pelo, mis pies, mi ombligo, mis rodillas, mi espalda, mi nuca tan querida, nunca podré juntarlos. Poca voz me queda. Los que me buscan son las alimañas, los ratones, el polvo. La muerte de una persona no es igual a la muerte de un espejo. No creí tener esta suerte de morir contigo.

Silvina Ocampo
Cornelia frente al espejo
Ed. Tusquets, 1988

Fotograma de " The painted Lady" 1912

miércoles, 11 de octubre de 2017

martes, 10 de octubre de 2017

Temor a la impotencia


TEMOR A LA IMPOTENCIA.

Esa común palabra que se olvida
con prenatal perseverancia
y en la neutra penumbra
de la imaginación insiste 
en disiparse, se estaciona 
en las más evasivas marañas
del silencio,
ésa es también
la tregua con que suelo 
aplazar tu recuerdo cada día
y callo
en las inmediaciones
de encontrarme contigo como calla 
la puerta que se acaba de cerrar.

Ed. Bartleby, 2007

Lejanías


LEJANÍAS

Mirándonos a los ojos en la frescura,
comencemos también esto:
respiremos 
juntos el velo
que nos oculta a uno del otro,
cuando la tarde se dispone a medir
lo que dista todavía
de cada figura que ella toma
a cada figura
que nos ha prestado a ambos.

de "Siete rosas más tarde"
Obras completas, 
Edit. Trotta.
Trad. José Luis Reina Palazón.

Los besos


Tu beso en la calle no es el mismo que tu beso en la casa.

El beso en la calle es amplio, se traga una ciudad entera, la ciudad se estrecha como el ojo de una aguja; tu ciudad, que no te aporta nada. El beso en la casa es el hilo que consigues que pase por la aguja tras varios intentos y, entonces, lanzas un suspiro de alivio. El beso en la calle es desesperado, como si fuera el último; pretende alcanzar una profundidad que simplemente no existe, como si se tragara toda la calle. El beso en la casa es un beso feliz, porque no arrastra ninguna historia detrás; es un beso libre, sin testigos. Tu beso en la calle ejerce una presión y se adhiere como si se estuviera desvaneciendo en todo momento. Tu beso en la cama es soñoliento, como las sábanas. Dos besos en una ciudad: el ojo de una aguja y el hilo que lo atraviesa.

Ahmad Yamani
Fragmentos

Foto: Souvid Datta

lunes, 9 de octubre de 2017

La edad es la puerta de la belleza


Tal es pues la tesis que pretendo examinar dentro de este noveno volumen de este Último Reino. Lo poco que deseamos con tanto fervor nos espera más lejos, irreconocible, impensado. Lo poco que podemos pensar surge como un mendigo cerca de una puerta, que sólo lo más viejo en nosotros reconoce, que en todo caso divisa si tiene el valor de hacerlo. El pensamiento husmea el espacio como el olfato. Huele. Capta algo del mundo que llega sin que lo retenga. Sin cesar nos dirigimos hacia ese poco que de pronto va a abrirse en el éxtasis (o a perderse en el éxtasis extremo, definitivo, de la muerte). Pero en ambos casos se trata de lanzar una mirada sobre el abismo, aspirando al abismo, bailando al borde del abismo. Agrego esta consecuencia sorprendente: La madurez define la estación en que los aromas se esparcen en el aire y se dirigen hacia sus principales predadores. La edad es la puerta de la belleza.

Pascal Quignard
Morir por pensar. Último Reino IX
Edit. Cuenco de plata.
Traducción: Silvio Mattoni

sábado, 7 de octubre de 2017

Construyendo una casa después de la guerra


Construyendo una casa después de la guerra

Después de la guerra construiremos una casa… 
Después de otra guerra,
durante la cual muchos han sobrevivido
sin techo sobre sus cabezas, 
construiremos una casa 
y arreglaremos el jardín a su alrededor. 
La construiremos a escala de una casa de caracol,
pequeña y bella, sólo para dos. 
Aprendemos de los gorriones. 
Preguntamos al viento por un consejo, y a la lluvia. 
Construimos con manos que huelen
a tierra de la que todo viene 
y a la que todo retorna. 
Con manos que delicadamente
tocan y, exhaustas, ríen como un saúco en flor. 
Nos ayudan piedra y agua,
que unimos con olor a lavanda e imágenes de un sueño. 
Después de la guerra construiremos una casa…
para dos cuerpos que yacerán en la cama 
como si estuvieran bajo un manzano florecido, 
y para dos almas que silenciosamente la deambularán 
como una vieja mujer 
que antes vivió y murió entre estas paredes… 
Construiremos pequeños muros
que nos separarán de la cruel realidad,
y escaleras que nos llevarán más allá de lo conocido, 
hacia donde sólo los que se amen siempre obtengan… 
Después de la guerra construiremos una casa… 
Día y noche, 
aunque seamos conscientes de que construiremos
ruinas para el mañana.

Sarajevo, 1945


El breve amor


EL BREVE AMOR

Con qué tersa dulzura 
me levanta del lecho en que soñaba 
profundas plantaciones perfumadas,

me pasea los dedos por la piel y me dibuja
en el espacio, en vilo, hasta que el beso
se posa curvo y recurrente

para que a fuego lento empiece
la danza cadenciosa de la hoguera
tejiéndonos en ráfagas, en hélices,
ir y venir de un huracán de humo.

(¿Por qué, después,
lo que queda de mí
es sólo anegarse entre cenizas
sin un adiós, sin nada más que el gesto
de liberar las manos?)

de Ars Amandi

viernes, 6 de octubre de 2017

Lamium


LAMIUM

Así se vive cuando tienes un corazón helado.
Como yo: entre sombras, arrastrándose sobre la roca fría,
bajo las copas inmensas de los arces.

El sol apenas me alcanza.
A veces, al comenzar la primavera, lo veo elevarse a lo lejos.
Luego crecen las hojas sobre él, hasta cubrirlo todo.
Siento su brillo entre las hojas, vacilante,
como quien golpea un vaso con una cuchara de metal.

No todos necesitan de la luz
en igual medida. Algunos
creamos nuestra propia luz: una hoja plateada
como un sendero que nadie puede recorrer, un lago de plata
poco profundo bajo la oscuridad de los arces.

Pero esto ya lo sabes.
Tú y aquellos que piensan
que viven por la verdad, y en consecuencia,
aman todo lo que es frío.

De "Iris salvaje"
Versión de Eduardo Chirinos

Un pulso herido


Quiero llorar porque me da la gana,
como lloran los niños del último banco,
porque yo no soy un poeta, ni un hombre, ni una hoja,
pero sí un pulso herido que ronda las cosas del otro lado.

Poema doble del lago Edem

miércoles, 4 de octubre de 2017

Lo maravillosamente normal


LOS INACABADOS

Rostro que no dice, que no ríe,
que no dice ni sí ni no.
Monstruo.
Sombra.
Rostro que tiende,
que va,
que pasa,
que lentamente hacia nosotros brota,
rostro perdido…

Lo maravillosamente normal.

martes, 3 de octubre de 2017

Somos luz


Somos luz, ¿sabe?, nada más que luz: somos la luz que se les ofrece a los bateadores de críquet al final del día, los ojos brillantes del amado, el resplandor de la cerilla de seguridad en la ventana del edificio alto, las estrellas y nebulosas en plena gloria nocturna, la luna creciente a través de los cables del tranvía, la lámpara de nafta brillando sobre la carretilla del vendedor ambulante... Cuando perdimos nuestro ser etéreo y nos encarnamos, nos ralentizamos, espesamos y congelamos en... -se agarró ambos lados de la cara y los agitó-..., en esto. El alma misma es un recuerdo que conservamos de los tiempos en que nos desplazábamos a la velocidad de la luz y con su densidad. La primera etapa de nuestra Disciplina aquí consiste en aprender cómo se recupera esa rarefacción, esa condición luminosa, para ser de nuevo capaces de ir a donde deseemos, a través de los cuernos de linterna, a través del cristal y, con el tiempo, aunque corramos el riesgo de partirnos por la mitad, a través del espato de Islandia, que es una expresión en cristal de la velocidad de la Tierra mientras corre por el Éter, alterando las dimensiones y creando una refracción doble... -Se detuvo ante la puerta-. Coma algo, es usted un buen chico.

Thomas Pynchon
Contraluz
Edit Tusquets
Trad. Vicente Campos

Fot. Saul Leiter

A song for Nina


A SONG FOR NINA

Voz que de lejos canta
tal las voces del sueño
agua de los cencerros
bajando la montaña.

Otra vez como entonces
retornas, corazón,
a tu distante amor
de caminos y alcores.

Ya no será la sombra
de los sauces tan fina,
ni el olor de las lilas
te andará por la boca.

Ya no veremos juntos
la vuelta de la tarde,
ni iremos a buscarte,
colmena entre los juncos.

El pichel de agua mansa
que bebías ansiosa
se secará en la sombra
morosa y solitaria.

Ah, mírate en el río
que se lleva tu imagen;
así se van las tardes
libres de ti, al olvido.

Inclinado, en el gesto
del que sacia la sed,
¿alguna vez veré 
tu cara entre mis dedos?

preludios y sonetos
Ed. Alfaguara, 2009

Fotograma de " Vampyr", 1932

El instante de la mirada


La mirada

Sólo cuando la mirada se abre al par de lo visible se hace una aurora. Y se detiene entonces, aunque no perdure y sólo sea fugitivamente, sin apenas duración, pues que crea así el instante. El instante que es al par indeleblemente uno y duradero. La unidad, pues, entre el instante fugitivo e inasible y lo que perdura. El instante que alcanza no ser fugitivo yéndose. Inasible. El instante que ya no está bajo la amenaza de ser cosa ni concepto. Guardado, escondido en su oscuridad, en la oscuridad propia, puede llegar a ser concepción, el instante de concebir, no siempre inadvertido.
Y así, la mirada, recogida en su oscuridad paradójicamente, saltando sobre una aporía, se abre y abre a su vez, "a la imagen y semejanza", una especie de, circulación. La mirada recorre, abre el círculo de la aurora que sólo se dio en un punto, que se muestra como un foco, el hogar, sin duda, del horizonte. Lo que constituye su gloria inalterable.

María Zambrano
La mirada
en De la Aurora
Ed. Turner, 1999

De la vida no busquéis


De la vida entre el múltiple conjunto de los seres,
no, no busquéis la imagen de la eterna belleza:
ni en el contento y harto seno de los placeres,
ni del dolor acerbo en la dura aspereza. 

Ya es átomo impalpable o inmensidad que asombra,
aspiración celeste, revelación callada;
la comprende el espíritu y el labio no la nombra,
y en sus hondos abismos la mente se anonada.

En las orillas del Sar