sábado, 31 de marzo de 2018

Elogio de la distancia


ELOGIO DE LA DISTANCIA 

En el manantial de tus ojos 
viven las redes de los pescadores del Mar Extravío. 
En el manantial de tus ojos 
mantiene el mar su promesa. 
Aquí arrojo, 
corazón que moró entre los hombres, 
de mí los vestidos y el brillo de un juramento: 
Más negro en lo negro, estoy más desnudo. 
Sólo desavenido soy fiel. 
Yo soy tú cuando yo soy yo. 
En el manantial de tus ojos 
surco y sueño pillaje. 
Una red atrapó una red: 
nos separamos abrazados. 
En el manantial de tus ojos 
un ahorcado estrangula la cuerda.

Paul Celan
de "Amapola y memoria" (1952)
Trad. Pablo Oyarzún

viernes, 30 de marzo de 2018

Debiera ser verdad


Debiera ser verdad

Debiera ser verdad, debiera el día
inundarse de luz como hoy lo veo,
con su gesto de sábado y ventanas
abiertas al rumor del oleaje:
caminas junto a mí, tu voz me alcanza
con su aliento de fruta y la cadencia
de tus pasos se funde con mis pasos
y no nos cabe el alma ni este puro
fervor de criaturas que el deseo
arroja hacia una playa que no existe.


De "Horizonte o frontera"
Ed. Hiperión 2003 


Día laborable



Día laborable.

Las cinco y media de la mañana. Suena el despertador. Me levanto, me quito el vestido, lo pongo sobre la almohada, me pongo el pijama, voy a la cocina, me meto en la bañera, cojo la toalla, me lavo la cara con ella, cojo el peine, me seco con él, cojo el cepillo de dientes, me peino con él, cojo la esponja de baño, me cepillo los dientes con ella. Luego voy al cuarto de baño, me como una rebanada de té y me bebo una taza de pan. Me quito el reloj de pulsera y los anillos. Me quito los zapatos. Me dirijo a la escalera y abro la puerta del apartamento. Cojo el ascensor del quinto piso al primero.
Luego subo los nueve peldaños y estoy en la calle. En la tienda de ultramarinos me compro un periódico, luego camino hasta la parada de tranvía y me compro unos bollos, y al llegar al quiosco de periódicos me subo al tranvía. Me bajo tres paradas antes de subir. Le devuelvo el saludo al portero, que me saluda y piensa que otra vez es lunes y otra vez se ha acabado la semana. Entro en la oficina, digo adiós, cuelgo mi chaqueta en el escritorio, me siento en el perchero y empiezo a trabajar. Trabajo ocho horas.

Herta Müller
En tierras bajas
Ed Siruela, 2009
Trad. Juan José del Solar

jueves, 29 de marzo de 2018

La duda


A mi parecer, la fe es como estar al sol. Cuando te pones al sol, ¿puedes evitar crear una sombra? ¿Puedes zafarte de esa área oscura que se te aferra, siempre con tu misma forma, como si quisiera que te acordaras siempre de ti mismo? No puedes. Esta sombra es la duda. Va allá donde vas tú, siempre que te expones al sol. ¿Y quién no quiere estar al sol?

Yann Martel
Beatriz y Virgilio
Ed. Destino, 2011
Trad. Mario Sureda

Fot. Jack Delano

martes, 27 de marzo de 2018

Conocimiento


Conocerse es errar, y el oráculo que dijo «Conócete» propuso un trabajo mayor que los de Hércules y un enigma más oscuro que el de la Esfinge. Desconocerse conscientemente es el camino. Y desconocerse conscientemente constituye el uso activo de la ironía. No conozco cosa más grande ni más propia del hombre verdaderamente grande que el análisis paciente y expresivo de las maneras de desconocernos, el registro consciente de la inconsciencia de nuestras consciencias, la metafísica de las sombras autónomas, la poesía del crepúsculo de la desilusión.

Fernando Pessoa
El libro del desasosiego de Bernardo Soares
Ed. Seix Barral, 2010
Edición y traducción de Ángel Crespo

La utilidad del arte


Podemos perdonar a un hombre el haber hecho una cosa útil en tanto no la admire. La única disculpa de haber hecho una cosa inútil es admirarla intensamente. Todo arte es completamente inútil.

Oscar Wilde

Libros


Mercado de libros de segunda mano 
Ronda de Sant Antoni (Barcelona) 1915

lunes, 26 de marzo de 2018

Río arriba


Aquella noche, en la cama, me costó conciliar el sueño. La excitación era lo que me mantenía despierto. Venía de una infancia solitaria y no estaba acostumbrado a hacer nada con otro. También en eso creía que era igual a mí padre. Pero aquel día había experimentado algo, una repentina sensación de intimidad que, al mismo tiempo, me atraía y asustaba, como un desfiladero en un terreno desconocido. Para tranquilizarme busqué una imagen en mi cabeza. Pensé en el torrente: en la charca, en la pequeña cascada, en las truchas que movían la cola para permanecer inmóviles, en las hojas y en las ramas que se llevaba la corriente. Y luego en las truchas que saltaban hacia sus presas. Comencé a comprender un hecho, a saber, que todas las cosas, para un pez de río, llegan del monte: insectos, ramas, hojas, cualquier cosa. Por eso mira hacia arriba, a la espera de lo que ha de llegar. Si el punto en el que te sumerges en un río es el presente, pensé, entonces el pasado es el agua que se ha adelantado, la que va hacia abajo y donde no hay nada para ti, mientras que el futuro es el agua que desciende de arriba , trayendo peligros y sorpresas. El pasado está río abajo; el futuro, río arriba. Eso es lo que tendría que haberle respondido a mi padre. Sea lo que sea el destino, habita en las montañas que tenemos sobre la cabeza.

Paolo Cognetti
Las ocho montañas
Ed. Literatura Radom House
Trad. César Palma.

Fot. Près de la Caverne, Terrain Brûlé by Eugène Cuvelier
The Met’s Photography Department

domingo, 25 de marzo de 2018

El libro de los sueños


Cuando Henry me telefonea y quiere verme, el mundo empieza a cantar de nuevo, el caos cristaliza en un deseo. Todos los impulsos, fermentos y constelaciones se unen en el rico sonido de su voz. 
Vestida con mi quimono, subo corriendo las escaleras y añado cinco páginas al libro de los sueños.

Ed. Siruela, 2014
Trad. José Luis Fernández-Villanueva

Bu Edo kabuku gendai
 ぶ 江戸かぶく現代 standalone kimono book
Japan - 2018

Leyendo



Autobiografía del ojo


Autobiografía del ojo

Cosas invisibles, enraizadas en el
frío, creciendo
hacia esta luz
disipada
en todo lo que alumbra. Nada
tiene fin. La hora regresa
al comienzo de la hora
en que respiramos: como si
nada fueran. Como si yo
no pudiera ver
nada
que no es lo que es.

En el límite del verano
y su calidez: cielo azul, colina púrpura.
La distancia
que sobrevive.
Una casa hecha de aire, y el flujo
del aire en el aire.

Como estas piedras
que se deshacen sobre la tierra.
Como el sonido de mi voz
en tu boca.



sábado, 24 de marzo de 2018

Cuerpo


Donde el ensoñado y el soñado
van por un solo camino
se levanta un cuerpo

Por ese adentro de mujeres que hablan
de pasadas contiendas en las que no estuvimos
otro cuerpo se abre

y todo aquello que los cuerpos forman
es en la sombra
un brillo solitario.

viernes, 23 de marzo de 2018

Los libros


Marcapáginas, 1930s


La belleza efímera


Mientras desayunaba leí algunas cartas de Dylan Thomas; en una de ellas, de su juventud, decía que no podía considerar hermosa ninguna cosa efímera; que la belleza es cuestión de eternidad. Yo no estuve de acuerdo pues no puedo pensar en nada que no sea efímero. Aun las formas puras necesitan de una mente efímera para existir. La belleza está en la mente, no en las cosas; y las formas puras solo existen en la mente.

Mario Levrero
El Discurso Vacío
Ed. Caballo de Troya, 2007

Fot. Reading girl, Finland ca.1908 Autochrome diapositive by Harald Rosenberg

miércoles, 21 de marzo de 2018

El aire y la nada


(...) para Nietzsche, el aire es la sustancia misma de nuestra libertad, la sustancia de la alegría sobrehumana. El aire es una especie de materia superada, como la alegría nietzscheana es una alegría humana superada. La alegría "terrestre" es riqueza y gravedad- la alegría "acuática" es blandura y reposo- la alegría "ígnea" es amor y deseo- la alegría aérea es libertad. 
El aire nietzscheano es entonces una extraña sustancia, es la sustancia sin cualidades sustanciales. Puede, por lo tanto, caracterizar al ser como adecuado a una filosofía del devenir total. En el reino de la imaginación, el aire nos libera de las ensoñaciones sustanciales, íntimas, digestivas. Nos libera de nuestra adhesión a las materias: es, pues, la materia de nuestra libertad. A Nietzsche el aire no le trae "nada". No le da "nada". Es la inmensa gloria de una Nada. Pero no "dar nada" ¿no es el más grande de los dones? El gran donador de las manos vacías nos libera de los deseos de la mano tendida. Nos acostumbra a no recibir nada, en consecuencia a tomarlo todo. ¿No es el donador, pregunta Nietzsche, quien debe dar gracias al que se ha dignado a recibir?" (...) Pero desde ahora ya se comprende que el aire es esa "sustancia infinita" que se atraviesa de una vez, en una libertad ofensiva y triunfante como el rayo, como el águila, como la flecha, como la mirada soberana e imperiosa. En el aire arrebata uno a su víctima en pleno día, sin ocultarse.

Gaston Bachelard
El aire y los sueños. Ensayo sobre la imaginación del movimiento
Ed. Breviarios del FdCE
Trad. Ernestina de Champourcin

martes, 20 de marzo de 2018

Infancia


1944 - 1948

¿En qué consiste el misterio de la infancia? 

En el niño hay una multitud de almas 
- él se las arranca fácilmente con la imaginación,
y vive solo, pero es como si viviera con sus compañeros.
El adulto es solitario. 
El niño vive como un gorrión, como una hebra.

Diario


Esa belleza


Cuando las observo, las figuras que están quietas o moviéndose en la piscina de Fresnes son tan difusas como las figuras quietas y en movimiento de Giacometti en una de las fotos de Marc.

Un hombre joven y alto se enjabona bajo la ducha sus largas piernas. Una mujer madura se agarra al borde y mira atentamente el agua que le llega a la clavícula, como si fuera un libro que está leyendo. Un hombre de mi edad nada en estilo crol lentamente hacia su pasado. Una adolescente de once años camina por el borde de la piscina gozando el tesoro de sus caderas.

No hay cabida para el sexo aquí, el lugar no lo permite. Es un sitio con mucho deseo, gran cantidad de deseos, pero el sexo está de más.

Imagino al hombre joven, la mujer corpulenta, el septuagenario, la adolescente de once años que acabo de describir, volviendo a sus vidas privadas, reconocidos, recibidos por alguien con quien comparten la intimidad.

Esa belleza.

John Berger / Marc Trivier
Esa belleza
Bartleby Editores, 2005
Prólogo y traducción de Jaime Priede

Fot. Ralph Crane
Vikki Dougan para LIFE magazine, 1950s

Leyendo


Retrato de una mujer leyendo, c. 1920-1930

Leyendo


Caer


Ya que todo es ruina, no solamente lo que no está asegurado,
todo lo que alza cae,
y todo muere al contacto con lo que ha caído.

Qué expresión tan potente: caer “enamorado”.
Caer, abandonarse, dejarse caer, todo se deja caer.

Ed. Pre-Textos, 2018
Trad. Adalber Salas

lunes, 19 de marzo de 2018

El espejo


Me vi con tus ojos a través del cristal
y, mirándome, sentí unas manos cálidas
tensando la piel de mis muslos
y obediente a tu deseo
me quedé desnuda frente al gran espejo.
Entonces cubrí tus ojos para no ver ni sentir
la soledad de mi cuerpo floreciendo contigo.

El espejo
Versión de J.M. Montefogo

Fot. Tunguska.RdM 
Ritratto Allo Specchio. After Midnight

Leyendo


domingo, 18 de marzo de 2018

Amor en el sanatorio




Una extraña ha venido
a compartir mi cuarto en esta casa que anda mal de la cabeza,
una muchacha loca como los pájaros

traba la puerta de la noche con sus brazos, sus plumas.
Ceñida en la revuelta cama
alucina con nubes penetrantes esta casa a prueba de cielos

hasta alucina con sus pasos este cuarto de pesadilla.
libre como los muertos
o cabalga los océanos imaginarios del pabellón de hombres,

Ha llegado posesa
la que admite la alucinante luz a través del muro saltarín,
posesa por los cielos

ella duerme en el canal estrecho, hasta camina el polvo
hasta desvaría a gusto
sobre las mesas del manicomio adelgazadas por mis lágrimas.

Y tomado por la luz de sus brazos, al fin, mi Dios, al fin
puedo yo de verdad
soportar la primera visión que incendia las estrellas.

Amor en el sanatorio
Trad. Elizabeth Azcona Cranwell

Silencio


SILENCIO

Mi padre solía decir:
–La gente superior no hace visitas largas.
No hace falta mostrarles la tumba de Longfellow,
ni las flores de vidrio en Harvard.
Son autosuficientes como el gato,
que se lleva a la presa a un lugar privado;
la cola del ratón colgando floja de la boca.
A veces disfrutan de la soledad
y pueden quedarse sin palabras
al escuchar palabras que disfruten.
El sentimiento más profundo emerge durante el silencio;
no en el silencio, sino en la prudencia. –
Y no era hipócrita al decir –Haz de mi casa tu posada–.
Una posada no es un domicilio.

Versión de Alejandro Abogado de la Serna.

Marianne Moore (1935)

sábado, 17 de marzo de 2018

Vivir hambriento después


VIVIR HAMBRIENTO DESPUÉS

Las ninfas del agua que visitaron a Poseidón
le explicaron cuán poco deseaban copular
con los dioses. Salvo para descubrir
si era diferente, si existía
un mundo nuevo, otra dimensión en sus genitales.
En el viejo Pittsburgh soñábamos con una ciudad
donde las mujeres leían a Proust en el original francés,
y nos preguntábamos si conquistaríamos
un nuevo placer pagando a una puta
mil dólares por una noche. O una hora.
¿Sería diferente de verdad o solo
trucos y aparato? Me preocupaba que un gran
amor hiciera todo lo demás un exilio.
Resultó que estar juntos
en el ocaso de los olivares de Umbria
marcó desde entonces, de hecho, todo lo demás.


Rostro desleído


Rostro desleído en el agua
en el silencio
tanto peso en el pecho
tanta agua en la jarra
tanta sombra en el suelo
tanta sangre en la rampa
jamás se acaba
este sueño de cristal.

Versión de Octavio Paz

viernes, 16 de marzo de 2018

El principio de asociación


XX
En el esfuerzo que uno hace por hallar su camino 
entre los contenidos de la memoria
(insiste Aristóteles)
es útil el principio de asociación:
«pasar rápidamente de un punto al siguiente.
Por ejemplo de leche a blanco,
de blanco a aire, de aire a húmedo,
tras lo cual uno recuerda el otoño 
en el supuesto de que esté tratando 
de recordar esa estación».

O suponiendo,
amable lector,
qué no estés tratando 
de recordar el otoño sino la libertad,
un principio de libertad que existió 
entre dos personas, pequeño y salvaje,
como son los principios, 
pero ¿cuáles son aquí las reglas?

Como él dice, 
la locura puede ponerse de moda.
Pasar entonces rápidamente
de un punto al siguiente,
Por ejemplo de pezón a duro,
de duro a cuarto de hotel,
de cuarto de hotel a la frase 
encontrada en una carta que escribió 
en un taxi el día que se cruzó 
con su mujer que iba caminando
por la otra acera, pero ella no le vio, 
se dirigía 
-así de ingeniosas son 
las combinaciones de ese estado de flujo 
que llamamos nuestra historia moral 
acaso no son tan claras casi 
como las fórmulas matemáticas
salvo que están escritas en el agua-
al juzgado
a presentar los documentos para el divorcio, 
una frase como qué sabor entre tus piernas.
Tras lo cual 
mediante esta facultad absolutamente divina, 
la «memoria de las palabras y las cosas»,
uno recuerda
la libertad.

¿Es eso yo? 
grita irrumpiendo el alma.

Almita, pobre animal incierto:

cuidado con este invento 
«siempre útil para aprender y vivir»
como dice Aristóteles, 
Aristóteles, que no tenía marido,
rara vez menciona la belleza
y es probable que de muñeca 
pasara rápidamente a esclava 
cuando trataba de recordar 
esposa.

Ed. Lumen, 2003
Trad. Ana Becciu

Mon Histoire avec les Pierres, 1999


jueves, 15 de marzo de 2018

Leyendo



Disparo


Disparo

El tiempo se rompe como un vaso.
Puedo juntarlo con las manos y admirar
el mundo en sus cristales rotos.
O puedo juntar las manos como quien reza.
No juntar más que mis manos.
Apuntar con los dedos a mi pecho
disparando sin darme muerte.
Tan sólo acomodarlas allí
como a dos palomas débiles y frías
después de una vida de lluvia.


Volver a existir


En los suelos de la cubierta, en las paredes del barco, en el mar, con el recorrido del sol en el cielo y el del barco, se dibuja, se dibuja y se diluye con la misma lentitud, una escritura ilegible y desgarradora de sombras, de aristas, de trazos de luz rasgada remendada en los ángulos, triángulos de una geometría fugitiva que se desmorona al capricho de la sombra de las olas del mar. Para después, otra vez, incansablemente, volver a existir.

Marguerite Duras
El amante de la China del Norte
Ed. Tusquets, 1998
Trad. Beatriz de Moura

Fot. Lothar Osterburg

miércoles, 14 de marzo de 2018

Una y otra vez...


Una y otra vez, 
aunque conozcamos el paisaje del amor
y el pequeño cementerio 
con sus nombres que se lamentan
y el barranco terriblemente callado, 
en que los otros desembocan: 
una y otra vez salimos emparejados
bajo los viejos árboles; 
y nos echamos, una y otra vez,
entre las flores, frente al cielo.

Una y otra vez...

Fot. Édouard BoubatParis 1952

martes, 13 de marzo de 2018

Una noche extraordinaria


Extraño, increíble, no había sido nunca tan feliz. Nada podía ser suficientemente lento, nada podía durar demasiado. Ningún placer podía igualar, pensó, mientras enderezaba sillas y volvía a colocar un libro en la estantería, al de haber acabado con los triunfos de la juventud, haberse perdido en el proceso de vivir, para volver a encontrar la vida, con un sobresalto de placer, al salir el sol, al morir el día. Fueron muchas las veces que salió, en Bourton, mientras los demás hablaban, a contemplar el cielo; o que lo vio, entre los hombros de los comensales en la cena, como lo veía en Londres cuando no podía dormir. Se dirigió hacia la ventana.
Aquel cielo rural y este otro cielo sobre Westminster contenían, aunque pareciera una idea absurda, algo suyo. Apartó las cortinas y miró. 
¡Qué sorpresa! En la habitación de enfrente, ¡la anciana señora miraba directamente hacia ella! Se disponía a acostarse. Y el cielo. Había pensado que sería un cielo solemne, que sería un cielo oscuro, a punto de esconder su hermoso rostro. Pero allí estaba: de palidez cenicienta, surcado velozmente por grandes nubes que se deshilachaban. Era nuevo para ella. Debía de haberse levantado viento. En la habitación de enfrente, la anciana se disponía a acostarse. Era fascinante verla desplazarse, cruzar la habitación, acercarse a la ventana. ¿Veía a Clarissa? Era fascinante, mientras la gente aún reía y gritaba en el salón, presenciar cómo la anciana, en completo silencio, se iba a la cama. Ya bajaba la persiana. El reloj comenzó a dar la hora. El joven se había suicidado, pero no lo compadecía; con el reloj dando la hora, una, dos, tres, no lo compadecía, con todo lo que estaba sucediendo. Por fin. La anciana había apagado la luz y toda la casa quedaba a oscuras, con todo lo que estaba sucediendo, repitió, y le vinieron a la cabeza las palabras: No debes temer al ardor del sol. Tenía que volver con sus invitados, pero ¡qué noche tan extraordinaria! Por alguna razón se sentía muy parecida al joven que se había suicidado. Le alegraba que lo hubiera hecho; que hubiese rechazado la vida mientras ellos seguían viviendo. El reloj estaba dando la hora. Los círculos de plomo se disolvían en el aire. Pero tenía que volver. Reunirse. Tenía que encontrar a Sally y a Peter. Salió de la habitación. 

Virginia Woolf
La señora Dalloway
Ed. Alianza, 2012
Trad. José Luis López Muñoz

Collage Dani Sanchís
Último suspiro

lunes, 12 de marzo de 2018

Precipicio


Precipicio

mi pierna recorre el silencio
donde se forma
tu cuerpo desnudo
ahora todavía
y desde que la muerte introdujo
su intenso vocabulario
nada ha vuelto a suceder
sólo este largo sonido extranjero
sólo la locura ha conectado su jardín
al silencio de la muchacha
que se viste
poco a poco
de hambre.

De "Notas salvajes" 
Editorial Argonauta, 1989


Ahora que ya no soy más joven


Ahora que ya no soy más joven

Ahora que ya remonto la mitad del camino de mi vida, 
yo que siempre me apené de las gentes mayores, 
yo, que soy eterna pues he muerto cien veces, de tedio, de agonía, 
y que alargo mis brazos al sol en las mañanas y me arrullo 
en las noches y me canto canciones para espantar el miedo, 
¿qué haré con esta sombra que comienza a vestirme 
y a despojarme sin remordimientos? 
¿Qué haré con el confuso y turbio río que no encuentra su mar, 
con tanto día y tanto aniversario, con tanta juventud a las espaldas, 
si aún no he nacido, si aún hoy me cabe 
un mundo entero en el costado izquierdo? 
¿Qué hacer ahora que ya no soy más joven 
si todavía no te he conocido?



sábado, 10 de marzo de 2018

El enigma


A veces, como sucede con un cohete teledirigido, la obra de arte se dirige justamente a ese objetivo en tu interior que alberga un enigma semejante al expresado por la propia obra. Sabes de qué va ese enigma, platónicamente existe la posibilidad de que alguna vez encuentres la fórmula para expresarlo, pero tendrás que seguir buscándola y, mientras no la hayas encontrado aún, no se te ocurra desvelar el enigma ni menos aún ofenderlo mediante la invención de una fórmula zafia. Observar, escuchar, leer, eso siempre funciona.

Cees Nooteboom
El enigma de la luz
Ed. Siruela, 2007
Trad. Isabel-Clara Lorda Vidal

Fotografía del álbum privado de Virginia Woolf

Noche de la buena soledad


Noche de la buena soledad
Escucha, es el pájaro más lejano del mundo el que canta,
La noche fluye unificada, expandida.
Los geranios,
Y la rama más alborotada de la estación, oyen la luna.

La escalera delante del edificio,
La puerta sosteniendo con la mano una linterna
Y en el fresco derroche de la brisa,
Escucha: el sendero llama a tus pasos desde lejos.
Tus ojos apenas son el ornato de las tinieblas.

Sacude pues los párpados, ponte los zapatos y ven.
Ven al lugar donde el plumón de la luna despierta tus dedos,
Donde el tiempo se sentará sobre la tierra dura, junto a ti,
Y absorberá los salmos nocturnos de tu cuerpo como fragmentos de un canto.

Allí hay un místico que te dirá:
Lo mejor es alcanzar una mirada impregnada todavía del súbito
Acontecer del amor.

Ediciones del Oriente y del Mediterráneo, 2010.
Traducción: Clara Janés

viernes, 9 de marzo de 2018

Palabras


¡Vosotras, palabras, levantaos, seguidme!
y aunque ya estemos lejos, demasiado lejos, 
nos alejaremos una vez más, 
hacia ningún final.

No aclara.
La palabra sólo arrastrará otras palabras,
la frase otras frases.
El mundo así quiere, definitivamente,
imponerse, quiere estar dicho ya.

No la digáis.
Palabras, seguidme,
¡que no se vuelva definitiva esta ansia 
del verbo y dicho y contradicho!

Dejad ahora un rato
que ninguno de los sentimientos hable,
que el músculo corazón se ejercite 
de manera diferente.

Dejad, digo, dejad.
Nada, digo yo, susurrado al oído supremo,
que sobre la muerte no se te ocurra nada,
deja y sígueme, ni dulce ni amargo,
ni consolador,
no significativamente sin consuelo
tampoco sin signos.

Y sobre todo, no eso:
la imagen en el tejido de polvo, 
el retumbar vacío de sílabas, 
palabras de agonía.

¡Sin decir nada, vosotras, palabras!
Bajo la tormenta de rosas.

Adonde nos dirijamos bajo la tormenta de rosas,
las espinas iluminan la noche, 
y el trueno de las hojas, 
antes tan silenciosas en los arbustos,
nos sigue ahora muy de cerca.


Vosotras, palabras
Para Nelly Sachs, la amiga, la poeta, en veneración
Versión de J.M. Montefogo

Se respira


En este espacio se respira, por fin.
Se cierra la boca. Se escribe. Se está solo. Se es uno mismo. Se respira.

Pascal Quignard
Sobre la idea de una comunidad de solitarios
Ed. Pre-Textos, 2018
Trad. Adalber Salas

Fotograma de Chanson d’Armor (Jean Epstein, 1934)

miércoles, 7 de marzo de 2018

Leyendo



A menudo los árboles tiemblan


A menudo los árboles tiemblan. Recogemos las hojas. Tienen una cantidad enorme de nervaduras. ¿Para qué? Ya no hay nada más entre ellas y el árbol.
¿No podría proseguir la vida en la tierra sin viento? ¿O es que todo tiene que temblar siempre, siempre?
También hay movimientos subterráneos, y en la casa una especie de cólera que aparece delante de ti, como seres adustos que quisieran arrancar confesiones.
No se ve nada, excepto lo que importa bien poco ver. Nada, y sin embargo temblamos. ¿Por qué?

Henri Michaux
Le escribo desde un país lejano

Dibujo de Henri Michaux

martes, 6 de marzo de 2018

Necesidades


Siempre creí poder realizar mi trabajo intelectual totalmente solo, sin ninguna clase de seres humanos, lo que tuvo que revelarse como un error, pero también el que realmente necesitamos a alguien es a su vez un error, necesitamos a un ser humano para ello y no necesitamos a ninguno, y unas veces necesitamos a alguien y otras veces no necesitamos a nadie y otras veces necesitamos a alguien y al mismo tiempo no necesitamos a nadie, ahora, en estos días, he vuelto a tener conciencia de este hecho, el más absurdo de todos; nunca sabemos, ni sabemos, si necesitamos a alguien o no necesitamos a nadie, ni si al mismo tiempo necesitamos a alguien y no necesitamos a nadie y, como no sabemos ni nunca sabemos lo que realmente necesitamos, somos infelices y por ello incapaces de empezar un trabajo intelectual cuando queremos, cuando nos parece acertado.

Thomas Bernhard
Hormigón
Ed. Alfaguara, 2012
Trad. Miguel Sáenz

Fot. Edward Steichen
Marion Morehouse, 1927

Nadie podía


II

Nadie podía en ti nacer ni morir.

Pero todo nacía en tus bordes lucientes,
la esperanza del sol, el cuerpo vivo 
de la luz, de las aguas extendidas,
las mismas aguas por las que avanzamos.

Y nada muere en ti,
nada salvo tú misma, 
en tus piedras no quedan sino signos
de nada y nadie. Queda
sólo la luz.

"Al cúmulo de octubre" 
(Antología poética: 1979-2015)
Visor de Poesía


Bartlebys


Todos conocemos a los bartlebys, son esos seres en los que habita una profunda negación del mundo. Toman su nombre del escribiente Bartleby, ese oficinista de un relato de Herman Melville que jamás ha sido visto leyendo, ni siquiera un periódico; que, durante prolongados lapsos, se queda de pie mirando hacia fuera por la pálida ventana que hay tras un biombo, en dirección a un muro de ladrillo de Wall Street; que nunca bebe cerveza, ni té, ni café como los demás; que jamás ha ido a ninguna parte, pues vive en la oficina, incluso pasa en ella los domingos; que nunca ha dicho quién es, ni de dónde viene, ni si tiene parientes en este mundo; que, cuando se le pregunta dónde nació o se le encarga un trabajo o se le pide que cuente algo sobre él, responde siempre diciendo:
-Preferiría no hacerlo.
Hace tiempo ya que rastreo el amplio espectro del síndrome de Bartleby en la literatura, hace tiempo que estudio la enfermedad, el mal endémico de las letras contemporáneas, la pulsión negativa o la atracción por la nada que hace que ciertos creadores, aun teniendo una conciencia literaria muy exigente (o quizás precisamente por eso), no lleguen a escribir nunca; o bien escriban uno o dos libros y luego renuncien a la escritura; o bien, tras poner en marcha sin problemas una obra en progreso, queden, un día, literalmente paralizados para siempre.

Enrique Vila-Matas
Bartleby y compañía
Ed. Seix Barral, 2015

Fot. Vincenzo Balocchi

lunes, 5 de marzo de 2018

Como siempre


Impares. Fila 13. Butaca 3. Te espero como siempre.

Palacio del cinematógrafo

Carne y Cielo


CARNE Y CIELO

Oh, amor materno, 
doliente, por los oros 
de cuerpos invadidos 
del secreto de regazos. 
Amados movimientos 
inconscientes del perfume 
impúdico que ríe 
en los miembros inocentes. 
Pesados fulgores 
de cabellos… crueles 
negligencias de miradas… 
atenciones infieles… 
Enervado por llantos 
tan suaves vuelvo a casa 
con las carnes ardientes 
de espléndidas sonrisas. 
Y enloquezco en el corazón 
nocturno de un día de trabajo 
después de mil otras noches 
con este impuro ardor. 

de "El ruiseñor de la Iglesia Católica"
Trad. Guillermo Fernández

domingo, 4 de marzo de 2018

Domingo

Los domingos del Señor Jordà y Nina

La musa


La musa

Yo la quiero cambiante, misteriosa y compleja;
con dos ojos de abismo que se vuelvan fanales;
en su boca, una fruta perfumada y bermeja
que destile más miel que los rubios panales.

A veces nos asalte un aguijón de abeja:
una raptos feroces a gestos imperiales 
y sorprenda en tu risa el dolor de una queja;
¡En sus manos asombren caricias y puñales!

Y que vibre, y desmaye, y llore, y ruja, y cante,
y sea águila, tigre, paloma en un instante,
que el Universo quepa en sus ansias divinas.

Tenga una voz que hiele, que suspenda, que inflame,
y una frente que, erguida, su corona reclame 
¡de rosas, de diamantes, de estrellas o de espinas!


Fot. anón. de Delmira Agustini