sábado, 30 de junio de 2018

La Palabra


El Apóstol nos dice que en el principio era la Palabra. No nos da garantía alguna sobre el final.

Lenguaje y silencio
Ed. Gedisa, 2013
Trad. Miguel Ultorio

Fot. Masao Yamamoto

viernes, 29 de junio de 2018

Límites


Tarde o temprano en la vida cada uno descubre que la felicidad perfecta es irrealizable, pero pocos son los que nos detenemos a considerar la antítesis: que la infelicidad perfecta es igual de inalcanzable. Los obstáculos que impiden la realización de estos dos estados extremos son de la misma naturaleza: derivan de nuestra condición humana, que se opone a todo lo infinito. Nuestro cada vez más insuficiente conocimiento del futuro se opone a ello: y esto se llama, en un caso, esperanza y en el otro caso, la incertidumbre del día siguiente. La certeza de la muerte se opone a ello: porque establece un límite en cada alegría, pero también en cada duelo.

Primo Levi
Si esto es un hombre
Ed. El Aleph, 2013
Trad. Pilar Gómez Bedate


Fot. Kurt Reichert
In licht und sonne

miércoles, 27 de junio de 2018

Experimentación


Experimento
la irrigación de la sangre
y la exaltación de la piel,
un dolor antiguo
actúa en el organismo.

No cesa
el estado de alerta,
listo el cuerpo para recibir
el impacto.

No temo
a los animales,
a la noche,
al crujido
en el estómago.

En "Cesto de trenzas"
Editorial: La bella Varsovia, 2018

martes, 26 de junio de 2018

Llegará a su tiempo


Jugarán otros niños en el prado,
dormirán bajo tierra otros cansancios;

pero la pensativa primavera
como la nieve llegará a su tiempo.


lunes, 25 de junio de 2018

Demasiado bonito


Demasiado bonito para que durara; ya saben, los espíritus singulares no soportan tanto amor, tanta perfección encontrada por casualidad.

Roberto Bolaño

Fot. El autor y su jardín paupérrimo cuando vivió en Barcelona, en el Carrer Tallers, 45, en 1977

domingo, 24 de junio de 2018

Era tarde, por supuesto


GÉNESIS 

Era tarde, por supuesto.

Sólo tú y yo quedábamos en la mesa,
acabándonos la segunda botella de vino,
cuando dijiste que quizá Eva fue creada
antes que Adán, que nació como una costilla
tomada del costado femenino un anochecer edénico.

Puede ser, recuerdo haber dicho,
porque en aquel entonces había muchas posibilidades,
y hablé de la serpiente parlante
y de las jirafas que sacaban el cuello del arca,
el olfato alerta al diluvio del Viejo Testamento.

Me gustan los hombres de mente abierta, dijiste,
alzando tu copa brillante hacia mí,
y yo alcé la mía y empecé a pensar
cómo sería la vida si fuera una de tus costillas:
estar todo el tiempo contigo,
a caballo entre tu blusa y tu piel,
preso bajo el suave peso de tus pechos;

tu costilla favorita, quiero creer,
si alguna vez te dignaras enumerarlas.

Justo eso hice aquella misma noche,
cuando te habías dormido
y tu espalda se encajaba en mi tórax,
y tus largas piernas se apretaban contra las mías,
y mis dedos se rendían al conteo enloquecido del amor.

Versión de Mauricio Montiel Figueiras

Fot. Jing Wen by Suffo Moncloa
Muse Autumn/Winter 2015

sábado, 23 de junio de 2018

Paréntesis


dado que el sentimiento es lo primero,
quien preste algo de atención
a la sintaxis de las cosas
nunca te va a besar completamente;

mi sangre está de acuerdo
con ser un tonto por entero
(...)
el aleteo de tus párpados me dice
que somos el uno para el otro: 
ríe entonces, recuéstate en mis brazos
pues la vida no es un párrafo

y creo que tampoco un paréntesis la muerte


Versión J.M. Montefogo

Fot. Ossip
Irmtraut, 2001

viernes, 22 de junio de 2018

La casa en llamas


La casa en llamas

Se llamaban a sí mismas las salvadoras de las casas en llamas, aunque ninguna de aquellas seis mujeres, con edades comprendidas entre la cincuentena y los setenta años, tenía otra experiencia que la laboral antes de jubilarse: dos cajeras de banco que apenas conocían más que el minúsculo cubículo tras la ventana con barrotes, tres secretarias que compartían una amplia oficina con demasiada gente y la señora Lu, que se había pasado muchos años vigilando la puerta de una residencia femenina en un edificio universitario de seis plantas.

Texto completo

Fot. Kitagawa Utamaro
Tres señoras sentadas con linternas, tetera, candelabro e instrumento de cuerda.

Islas


En el interior de la sobrecubierta descubrí una pequeña hoja de papel suelta. Era el mapa de una isla, que incluía además un trampantojo en la esquina inferior derecha; no tenía escala ni leyenda. En el centro de esta isla muda y anónima se alzaba un gran macizo montañoso, pintado con acuarela marrón, en sus valles había pequeños lagos y los ríos serpenteaban en su travesía hacia el mar, apenas insinuado por el contorno azul que enmarcaba la orilla.
Imaginé que un joven aprendiz de cartografía habría ensayado sus primeros trazos en esta isla, antes de atreverse a dibujar la tierra firme; y de repente me resultó meridianamente claro que las islas no son más que pequeños continentes, y que los continentes, por lo tanto, no son nada más que islas muy muy grandes. Este pedazo de tierra de claros contornos era perfecto, pero al mismo tiempo había sido olvidado completamente, como la hoja suelta en la que fue dibujado; había perdido todos sus vínculos con tierra firme, el resto del mundo simplemente se había esfumado. Nunca he vuelto a ver una isla tan solitaria.

Judith Schalansky
Atlas de Islas Remotas
Ed. Capitán Swing/Nørdica libros, 2013
Trad: Isabel G. Gamero

jueves, 21 de junio de 2018

Balance


Yo nunca he podido hacer balance. Siempre estoy menos algo. Por lo tanto, tengo una razón para seguir adelante. Pongo toda mi vida en el balance, para que no produzca nada. Para no conseguir nada, tienes que poner a la vista una infinidad de cifras. Efectivamente: en la ecuación vital, mi signo es el infinito. Para no llegar a ninguna parte, hay que atravesar todos los universos conocidos: debes estar en todas partes, para no estar en ninguna. Para conseguir el desorden, debes destruir "toda” forma de orden. Para enloquecer, debes tener una tremenda acumulación de cordura. Todos los dementes cuyas obras me han inspirado estaban tocados por una fría cordura. No me han enseñado nada porque las hojas del balance que nos legaron habían sido falsificadas. Para mí, sus cálculos no tienen sentido porque las cifras han sido alteradas. Los maravillosos libros mayores con bordes dorados que hemos heredado poseen la horrible belleza de las plantas que han madurado durante la noche.

Henry Miller
Primavera negra
Ed. Edhasa, 2008
Traducción de Carlos Bauer y Julián Marcos

miércoles, 20 de junio de 2018

No somos nada


-!No somos nada...!
En efecto, no somos nada.
Es la frase que suele utilizarse en nuestro país cuando a alguien le llega la noticia de la muerte de una persona joven, o de cualquiera que se hallase en un proceso de ascensión social, de realizar una carrera que la muerte ha truncado con todo el dramatismo que suele ir ligado a estas interrupciones desgraciadas.
Sí, no somos nada, pero no hay duda de que el señor Ramón le hizo un hijo a la señora Quimeta, su esposa, y de que esta persona murió de parto. Acepto gustoso que en la producción del acto hubo, por parte del señor Ramón, cierta jovial inconsciencia y, por parte de la señora Quimeta, un instante más o menos prolongado de felicidad. Sea como sea, la señora Quimeta murió de parto, por lo que resulta difícil en este caso no plantearse la cuestión de sí el señor Ramón representó o no representó algo para la señora Quimeta. El señor Ramón era un hombre corpulento, con un gran bigote rubio. La imaginación literaria me invita a creer que, poco antes de perder el conocimiento, la señora Quimeta pensó de manera obsesiva en el bigote de su marido y tuvo quizá la sensación de que el bigote se le caía encima y le aplastaba la boca, como la cresta de una cordillera.
También sería muy difícil imaginar que Hitler no hubiera sido nada para los millones de judíos y contraopinantes a los que destruyó en las cámaras de gas y en los campos de concentración de la última guerra.
Dejando, sin embargo, de lado estás pequeñeces, que no somos nada -¡No somos nada!- es de lo más obvio.

Josep Pla
Dietarios I: El cuaderno gris; Notas dispersas
Ed. Espasa Forum
Trad. Dionisio Ridruejo y Gloria de Ros


La rueda


LA RUEDA

El arco o puente que va
de tu mano a la mía cuando
no se tocan, abre
una flor intermedia.
¿Qué toca, qué retoca, qué trastoca
ese vacío de las manos
solas en su fatiga?
Nace una flor, sí,
se agosta en mayo como una
equivocación de la lengua
que se equivoca , sí.
¿Por qué este horror?
En la página de nosotros mismos
tu cuerpo escribe.



martes, 19 de junio de 2018

Cómo me vas a explicar…


Cómo me vas a explicar…

¿Cómo me vas a explicar, 
di, la dicha de esta tarde,
si no sabemos porqué 
fue, ni cómo, ni de qué 
ha sido, 
si es pura dicha de nada?
En nuestros ojos visiones, 
visiones y no miradas,
no percibían tamaños,
datos, colores, distancias.
De tan desprendidamente 
como estaba yo y me estabas 
mirando, más que mirando,
mis miradas te soñaban, 
y me soñaban las tuyas.
Palabras sueltas, palabras, 
deleite en incoherencias,
no eran ya signo de cosas, 
eran voces puras, voces
de su servir olvidadas.
¡Cómo vagaron sin rumbo,
y sin torpeza las caricias!
Largos goces iniciados,
caricias no terminadas,
como si aun no se supiera
en qué lugar de los cuerpos
el acariciar se acaba,
y anduviéramos buscándolo,
en lento encanto, sin ansia.
Las manos, no era tocar
lo que hacían en nosotros,
era descubrir; los tactos
nuestros cuerpos inventaban,
allí en plena luz, tan claros
como en la plena tiniebla,
en donde sólo ellos pueden
ver los cuerpos,
con las ardorosas palmas.
Y de estas nadas se ha ido
fabricando, indestructible,
nuestra dicha, nuestro amor,
nuestra tarde.
Por eso no fue nada,
sé que esta noche reclinas
lo mismo que una mejilla
sobre este blancor de plumas
-almohada que ha sido alas-
tu ser, tu memoria, todo,
y que todo te descansa,
sobre una tarde de dos,
que no es nada, nada, nada.

Más allá


PÁJAROS volando
al ámbito del canto.

Cada sitio
tiene un camino
que no va
más allá.



lunes, 18 de junio de 2018

Paisaje


El vínculo más importante entre una persona y un paisaje no es que se haya estado en él, sino que él haya estado en ti.

Kaori O'Connor

Fot. Joseph Mallord William Turner

domingo, 17 de junio de 2018

La invención del tallo


(...)
lo que yo amaba por encima de todo
claridad de hierbas de frágil felicidad
era en suma la invención del tallo
brotado temerario, vulnerable
ocupado solamente en crecer.

de "El jardín de Piedras"
Trad. Víctor Bermúdez

viernes, 15 de junio de 2018

Habla también tú


HABLA TAMBIÉN TÚ

Habla también tú
sé el útimo en hablar,
di tu decir.

Habla-
Pero no separes el No del Sí.
Y da a tu decir sentido:
dale sombra.

Dale sombra bastante,
dale tanta
cuanta en torno de ti tú sabes extendida entre
medianoche y mediodía y medianoche.

Mira en torno:
ve cómo alrededor todo se hace viviente
¡En la muerte! ¡Viviente!
Dice la verdad quien dice sombra.

Pero se estrecha ahora el lugar donde estás:
¿Adónde ahora, despojado de sombra, adónde?
Asciende. Tanteante, asciende.
Te haces más sutil, más irreconocible, más fino.

Más fino: un hilo
por el que quiere descender la estrella
para abajo nadar, al fondo,
donde se ve brillar: sobre móviles dunas
de palabras errantes.

De umbral en umbral, 1955
Traducción de José Ángel Valente

jueves, 14 de junio de 2018

Leyendo



El mundo de ayer


Nuestros maestros tampoco tenían la culpa del desolador ambiente que reinaba en aquella casa. No eran ni buenos ni malos, ni tiranos ni compañeros solícitos, sino unos pobres diablos que, esclavizados por el sistema y sometidos a un plan de estudios impuesto por las autoridades, estaban obligados a impartir su "lección" -igual que nosotros a aprenderla- y que, eso sí que se veía claro, se sentían tan felices como nosotros cuando, al mediodía, sonaba la campana que nos liberaba a todos. No nos querían ni nos odiaban, aunque tampoco había motivos para ninguno de estos sentimientos, pues no sabían nada de nosotros; aun al cabo de varios años, con excepción de unos pocos, seguían sin conocernos por el nombre: según el método pedagógico al uso en aquel entonces, lo único de lo que se tenían que preocupar era del número de errores que había cometido "el alumno" en el último ejercicio. Ellos se sentaban arriba, en la tarima, y nosotros, abajo; ellos estaban allí para preguntar y nosotros, para contestar; aparte de ésta, no existía entre los dos colectivos relación alguna. Y es que entre el maestro y el alumno, entre la tarima y los bancos, entre el Alto visible y el Bajo igual de visible se levantaba la invisible barrera de la "Autoridad" que impedía cualquier contacto. Que un maestro considerase al alumno como un individuo que exigía un trato específico, acorde con sus características personales, o que redactase, como se hace hoy en día, unos informes detallados sobre él, habría supuesto un trabajo muy superior a las atribuciones y capacidades de nuestros pedagogos; por otro lado, una conversación privada habría socavado su autoridad, pues con tal cosa habría colocado a los alumnos a su mismo nivel, que no en vano era "superior". A mi juicio, nada resulta más característico de la total falta de relación que, tanto en el terreno intelectual como en el anímico, existía entre nosotros y los maestros, como el hecho de que me he olvidado de los nombres y los rostros de todos ellos. Mi recuerdo guarda todavía, con una nitidez fotográfica, la imagen de la tarima y del diario de clase, al que siempre intentábamos echar una mirada con el rabillo del ojo porque en él constaban las notas; todavía veo aquel pequeño cuaderno rojo en que se inscribían nuestras calificaciones y el gastado lápiz negro que registraba las cifras; veo mis propios cuadernos, plagados de correcciones del maestro hechas con tinta roja, pero no veo ninguno de aquellos rostros... a lo mejor porque siempre permanecimos ante ellos con los ojos bajos o cerrados.

Stefan Zweig
El mundo de ayer
Ed. Acantilado
Trad. Joan Fontcuberta y Ágata Orzeszek

miércoles, 13 de junio de 2018

Tras de un amoroso lance


Tras de un amoroso lance
y no de esperanza falto
volé tan alto tan alto
que le di a la caza alcance.

Para que yo alcance diese
a aqueste lance divino
tanto volar me convino
que de vista me perdiese
y con todo en este trance
en el vuelo quedé falto
mas el amor fue tan alto
que le di a la caza alcance.

Cuanto más alto llegaba
de este lance tan subido
tanto más bajo y rendido
y abatido me hallaba
dije: "No habrá quien alcance".
Abatíme tanto tanto
que fui tan alto tan alto
que le di a la caza alcance.

Por una extraña manera
mil vuelos pasé de un vuelo
porque esperanza del cielo
tanto alcanza cuanto espera
esperé solo este lance
y en esperar no fui falto
pues fui tan alto tan alto,
que le di a la caza alcance.

"La noche oscura del alma"


martes, 12 de junio de 2018

Soy un discurrir de arena que resbala


SOY UN DISCURRIR DE ARENA QUE RESBALA...

Soy un discurrir de arena que resbala
entre la duna y los guijarros
la lluvia del verano llueve sobre mi vida
sobre mí vida mía que me persigue y huye
y tendrá fin el día del comienzo

caro instante te veo
en el retroceder de este telón de bruma
donde ya no deberé pisar estos largos umbrales movedizos
y viviré lo mismo que una puerta
que se abre y se vuelve a cerrar.


Leyendo



lunes, 11 de junio de 2018

Sólo una rosa como apoyo


Sólo una rosa como apoyo

Me preparo una habitación en el aire,
entre los acróbatas y los pájaros:
mi cama sobre el trapecio del sentimiento
como un nido en el aire
en la punta más alta de la rama.

Compro una manta de lana finísima,
de ovejas delicadamente peinadas
que caminan sobre tierra firme
como radiantes nubes
a la luz de la Luna.

Cierro los ojos y me abrigo
con el vellón de animales fiables.
Quiero sentir la arena bajo las pezuñitas
y oír cómo suena el cerrojo
que cierra la puerta del establo por la noche.

Pero yazgo en plumas de pájaros en lo alto,
arrullada en el vacío.

Me da vértigo. No puedo dormir.

Mi mano
busca un soporte y encuentra
sólo una rosa como apoyo.

En "Canciones para dar aliento"
Ed. Llantén
Trad. Geraldine Gutiérrez Wierken.

sábado, 9 de junio de 2018

Elogio al aburrimiento V


LA DECADENCIA DEL ARTE DE LAS LISTAS

Un día me decepcioné. Aunque tenía tarea suficiente para permanecer en mi cuarto por una buena temporada, un día advertí que el refinado arte de hacer listas, el arte eminentemente oriental de componer catálogos poéticos sin otro principio que la enumeración, está en decadencia, y más bien ha terminado por ceder ante el imperio del ranking. Casi no queda nada del espíritu que animó el descabellado artículo de la enciclopedia china que cita Borges en 《El idioma analítico de John Wilkins》; a muy pocos les interesa ya seguir el ejemplo de Sei Shônagon en “El libro de la almohada”, cuyas secuelas, cuya vibración recorre la literatura japonesa. Como si las vetas milenarias de la enumeración se hubieran agotado, arrasadas por la vorágine de la demasiada información, poco queda de aquella sensibilidad obsesiva, con un sentido sutil de la sugerencia, para la cual el universo, antes que un todo orgánico y homogéneo, es un conjunto abigarrado de cosas, un revoltijo de objetos, al que por tanto hay que reordenar una y otra vez, continuamente, así sea mediante el arte mental de las listas.

En las viejas listas orientales, donde se eludían por instinto los polos de lo exhaustivo y lo caprichoso, se agitaba el afán de encontrar el sitio verdadero, aunque provisional, de cada objeto, de cada sentimiento, de cada cambio de luz en el día (gracias a que los ordenamientos son inestables, pueden también ser verdaderos). A través de las listas se buscaba descubrir los ecos ocultos del mundo, las similitudes dispersas entre 《las diez mil cosas》, no importa que eso se consiguiera mediante una enumeración imposible o demasiado personal. El refinado arte oriental de las listas, que algún día se practicó para llenar el vacío de las horas, para dejar constancia de las cosas que pasan y nos abandonan, atraviesa hoy la peor etapa de su decadencia, hasta el punto de que se ha rendido por completo a la tiranía del “hit parade”.

Ed. Sexto Piso, 2012


viernes, 8 de junio de 2018

Luego hubo un silencio


Reía y charlaba con Henry. Luego hubo un silencio. Y en medio de ese silencio pensé: Lo que soy, lo que digo, no lo sabes ahora, en este momento. Tu mente está en el pasado. Pero todo lo que soy, todo lo que digo lo captas ciegamente, y lo seré y lo diré más tarde. Viviré ahora para ese recuerdo que tendrás de mí. Más tarde, cuando exista una distancia entre nosotros, lo recordarás vívidamente. Te herirá entonces como me hiere a mí, ser tan consciente del hoy, tan consciente de este momento, con la suprema angustia de conocer y reconocer la cara de cada momento sin la atenuada suavidad de la distancia. Entiendo y veo con demasiada rapidez. Cuando me llevas por las viejas calles, estoy viviendo no solo en la alegría, sino más allá, lejos, hacia la futura ausencia de ella.

Ed. Siruela, 2014
Trad. José Luis Fernández-Villanueva

jueves, 7 de junio de 2018

Mano entregada


MANO ENTREGADA

Pero otro día toco tu mano. Mano tibia.
Tu delicada mano silente. A veces cierro
mis ojos y toco leve tu mano, leve toque
que comprueba su forma, que tienta
su estructura, sintiendo bajo la piel alada el duro hueso
insobornable, el triste hueso adonde no llega nunca
el amor. Oh, carne dulce, que sí se empapa del amor hermoso.

Es por la piel, secretamente abierta, invisiblemente entreabierta,
por donde el calor tibio propaga su voz, su afán dulce; por donde mi 
voz penetra hasta tus venas tibias,
para rodar por ellas en tu escondida sangre,
como otra sangre que sonara oscura, que dulcemente oscura te besara
por dentro, recorriendo despacio como sonido puro
ese cuerpo, que ahora resuena mío, mío poblado de mis voces profundas,
oh resonado cuerpo de mi amor, oh poseído cuerpo, oh cuerpo solo sonido de mi voz poseyéndole.

Por eso, cuando acaricio tu mano, sé que sólo el hueso rehúsa 
mi amor -el nunca incandescente hueso del hombre-.
Y que una zona triste de tu ser se rehúsa,
mientras tu carne entera llega un instante lúcido 
en que total flamea, por virtud de ese lento contacto de tu mano,
de tu porosa mano suavísima que gime,
tu delicada mano silente, por donde entro
despacio, despacísimo, secretamente en tu vida,
hasta tus venas hondas totales donde bogo,
donde te pueblo y canto completo entre tu carne. 

de "Historia del Corazón"

Fot. Iwase Yoshiyuki, 1950s

Dame tu mano


Dame tu mano:
Voy a contarte ahora
cómo he entrado en lo inexpresivo
que siempre ha sido mi búsqueda ciega y secreta.
De cómo he entrado
en aquello que existe 
entre el número uno y el número dos,
de cómo he visto la línea de misterio y fuego,
y que es una línea subrepticia.

Entre dos notas de música existe una nota,
entre dos hechos existe un hecho,
entre dos granos de arena 
por más juntos que estén
existe un intervalo de espacio,
existe un sentir que está entre el sentir.

En los intersticios de la materia primordial
está la línea de misterio y fuego
que es la respiración del mundo,
y esa respiración continua del mundo
es aquello que oímos
y llamamos silencio.


miércoles, 6 de junio de 2018

Gacela


GACELA DE LA MUERTE OSCURA 
(Diván del Tamarit)

Quiero dormir el sueño de las manzanas
alejarme del tumulto de los cementerios.
Quiero dormir el sueño de aquel niño
que quería cortarse el corazón en alta mar.

No quiero que me repitan que los muertos no pierden la sangre;
que la boca podrida sigue pidiendo agua.
No quiero enterarme de los martirios que da la hierba,
ni de la luna con boca de serpiente
que trabaja antes del amanecer.

Quiero dormir un rato,
un rato, un minuto, un siglo;
pero que todos sepan que no he muerto;
que haya un establo de oro en mis labios;
que soy un pequeño amigo del viento Oeste;
que soy la sombra inmensa de mis lágrimas.

Cúbreme por la aurora con un velo,
porque me arrojará puñados de hormigas,
y moja con agua dura mis zapatos
para que resbale la pinza de su alacrán.

Porque quiero dormir el sueño de las manzanas
para aprender un llanto que me limpie de tierra;
porque quiero vivir con aquel niño oscuro
que quería cortarse el corazón en alta mar.



La tierra incomparable


LA TIERRA INCOMPARABLE

Hace tiempo te debo palabras de amor:
o tal vez sean aquellas que cada día
se desvanecen rápidas apenas articuladas
y la memoria les teme, transforma
los signos inevitables en diálogo
enemigo acérrimo del alma. Tal vez
el murmullo de la mente no deja oír
mis palabras de amor o el miedo
arbitrario del eco que altera
las imágenes más débiles con un sonido
afectuoso: o tocan la invisible
ironía, sus propiedades filosas
o mi vida ya cercada, amor.
O tal vez es el color que las deslumbra
en el tropiezo con la luz
del tiempo que irá a ti cuando el mío
no pueda ya llamar amor oscuro
amor ya llorando
la belleza, la ruptura impetuosa
con la tierra incomparable, amor.

Versión de Héctor Miguel Ángelli

Esta es una foto mía


Esta es una foto mía.

Fue tomada hace algún tiempo.
Al principio parece una copia borrosa: 
líneas imprecisas y manchas grises
dobladas con el papel;
luego, al escrutarla,
ves en la esquina izquierda
algo así como una rama: parte de un árbol
(bálsamo o abeto) que sobresale
y, a la derecha, en la parte superior.

Al centro, en lo que puede ser 
una plácida ladera, 
una pequeña casa de madera.

En el fondo hay un lago,
y detrás de éste pequeñas colinas.

(La foto fue tomada
el día después de que me ahogara.
Yo estoy en el lago, en el centro
de la imagen, justo debajo de la superficie.

Es difícil decir dónde precisamente, 
o decir cuán grande o pequeña soy:
el efecto del agua en la luz 
crea una distorsión
pero si miras lo suficiente,
al final
podrás verme).

Esta es una foto mía

Fot. Erich Smeikal 
Trees by pond, 1930

martes, 5 de junio de 2018

Invisible


Ese sueño de invisibilidad me acompaña desde que tengo memoria y subsiste hasta ahora; anhelo ser invisible y moverme entre otros seres invisibles.

Sergio Pitol
El Mago de Viena
Ed. Pre-Textos, 2005

Fot. Niilas Nordenswan
Be careful now

Noli me tangere


Noli me tangere

De nuevo en el cielo azul vacila el copo
De nieve, el último copo de la gran nevada.

Y es como si en el jardín entrase aquella que
Bien había debido soñar lo que podría ser,
Esa mirada, ese dios simple, sin memoria
Del sepulcro, sin otro pensamiento que la dicha,
Sin otro porvenir
Que su disolución en el azul del mundo.

“No me toques, no”, le diría él,
pero hasta el decir no sería luminoso.



lunes, 4 de junio de 2018

Cuevas y palomares


Las aves no cantan en las cuevas, ni las palomas alimentan su inocencia en el interior de los palomares.

Henry David Thoreau
Walden
Ed. Cátedra, 2005
Trad. Javier Alcoriza

Collage Katrien de Blauwer

domingo, 3 de junio de 2018

Raro


Todo lo que es hermoso es tan difícil como raro


Fot. Franciscan monk working
Mission Santa Barbara, ca.1904

sábado, 2 de junio de 2018

Habitaciones


A veces he pensado que la naturaleza de una mujer es como una casa enorme llena de habitaciones: está el vestíbulo, donde uno recibe a las visitas formales; la sala de estar, donde los miembros de la familia entran y salen; pero más allá, mucho más allá existen otras habitaciones cuyas puertas nunca se abren; nadie conoce el camino hasta ellas y en la habitación más íntima, el alma se sienta a solas y espera oír unos pasos que nunca llegan.

Edith Wharton
Cuentos completos
Ed. Páginas de Espuma
Trad. E. Cotro y M. Fernández Estañán

Fot.  Kristen Hatgi

Elogio al aburrimiento IV


Aburrirse -sentirse infinito. Percibir cada latido de nuestro pulso, cada rayo de luz o gota de agua que cae, cada murmullo que se produce, cada emanación que se exhala; percibir lo inmediato y lo lejano, lo imponderable y lo fácil, lo perenne y lo sombrío y lo evidente o confuso que pudiera haber en cuanto nos rodea, en cuanto rodeamos.

Todo tuvo su origen en el aburrimiento. Estas palabras, que Dostoievski pone en boca del narrador de "Memorias del subsuelo" y que constituyen uno de los mejores comienzos que quepa imaginar para cualquier historia o aventura, serían también el comienzo inmejorable de este escrito, de no ser porque el aburrimiento hoy parece abolido, se encuentra a un paso de ser desterrado de la superficie del mundo. Lo que alguna vez se consideró el "mal del siglo" está finalmente muy cerca de desaparecer, arrasado por el ingenio y la diligencia del hombre.
El frenesí se ha apoderado de casi todas las actividades, el vértigo atraviesa las emociones, cada día sale a la venta un nuevo artilugio para matar el tiempo. Más información, más simultaneidad, más aceleración y más enlaces. Y todo delante de nosotros, todo al alcance de la mano. La misma saturación en la carátula del reloj de una jornada típica, atiborrada de citas, desplazamientos, compromisos, signada por la obligación de pasársela bien, de entretenerse a toda costa, impide que tenga lugar una pausa, esa merma de sentido que introduce el aburrimiento; cancela que la malla de las ocupaciones se rasgue de improviso y al menos por un instante, por un instante atroz, un instante estremecedor e imperdonable, liberados del cúmulo de cosas que creemos nos definen, alcancemos a entrever nuestro propio vacío.
Aunque rara vez estemos en condiciones de aceptarlo, la ansiosa batalla que se libra en todos los rincones contra el aburrimiento es la mejor prueba de su apogeo, el indicio de su vitalidad paradójica. La diversión elevada a un deber, la saciedad entendida como recomienzo frustrante, la urgencia por alcanzar la insensibilidad frente al paso del tiempo: síntomas demasiado extendidos de una civilización que ha llegado a la cúspide de su ansiedad, que sitúa el trabajo por encima del ocio, el entretenimiento por encima de la contemplación, el estruendo por encima del silencio. Y todo porque cada vez estamos menos capacitados para soportarnos a nosotros mismos y no tenemos más remedio que convencernos de que, antes que encarar al aburrimiento, antes que lidiar con él y aceptarlo y mirarlo de frente sin apartar los ojos, estamos en condiciones de vencerlo.

Ed. Sexto Piso, 2012

Fot. Alain Fleischer
Miroirs  (De la serie: ‘miroirs-tiroirs’), 1981

viernes, 1 de junio de 2018

Uno se da cuenta


Uno pasa imperceptiblemente de una escena, una edad, una vida a otra. De repente, al caminar por una calle, bien sea real o soñada, uno se da cuenta por primera vez de que los años han volado, de que todo esto ha pasado ya para siempre y que sólo permanecerá en el recuerdo; y entonces el recuerdo se mete más adentro con una extraña y absorta brillantez, y uno repasa esas escenas y esos acontecimientos perpetuamente, en sueños y meditaciones, mientras camina por una calle, mientras se acuesta con una mujer, mientras lee un libro, mientras habla con un desconocido... de repente, pero siempre con una extraordinaria exactitud, estos recuerdos se entremeten, surgen como fantasmas y penetran en cada fibra del propio ser. En lo sucesivo, todo se mueve en niveles cambiantes: nuestros pensamientos, nuestros sueños, nuestras acciones, nuestra vida entera. Un paralelogramo en el que caemos desde una a otra plataforma de nuestro escenario. De aquí en adelante caminamos divididos en millares de fragmentos, como un insecto con cien pies, un ciempiés con movimientos suaves y ondulantes que se embebe en la atmósfera; caminamos con filamentos sensibles que se embeben ávidamente del pasado y del futuro, y todo se derrite en músicas y penas; caminamos contra un mundo unido, afirmando nuestro desacuerdo. Cuando caminamos, todas las cosas se rompen en millones de fragmentos irisdicentes. La fragmentación de la madurez. El gran cambio. En la juventud, éramos íntegros y el terror y el dolor del mundo nos penetraron por completo. No había una clara separación entre la alegría y el pesar: se fundían en una sola cosa, al igual que nuestras horas de lucidez se funden con el sueño y el dormir. Nos levantamos por la mañana siendo unos seres, y por la noche, completamente ahogados, bajamos a un mar empuñando las estrellas y la fiebre del día. 

Henry Miller
Primavera negra
Ed. Edhasa, 2008
Traducción de Carlos Bauer y Julián Marcos

Collage Katrien de Blauwer