La poesía es impersonal, sopla donde y cuando quiere al igual que el viento, no pertenece al nombre que hay escrito a su pie. Nace en ocasiones de la mano como algunas figuras trazadas distraídamente sobre el papel, que al final resultan encantadoras, o como algunos gestos, mediante los cuales una persona manifiesta, sin darse cuenta, una gracia que no sabe que tiene y que tal vez nunca volverá a tener.
Ed. Anagrama, 2006
Trad. Joaquín Jordá