martes, 7 de junio de 2016

Leyendo

Miss Grace, 1898
Moma, Nueva York

Leer


Leer es una experiencia que transforma de arriba abajo a los que consagran su alma a la lectura. Hay que apiñar los libros verdaderos en un rincón, porque siempre los libros verdaderos son contrarios a las costumbres colectivas. Aquel que lee vive solo en su “otro mundo”, en su “rincón”, en el ángulo de la pared. Y así es como, solo en la ciudad, el lector afronta en el libro, físicamente, solitariamente, el abismo de la soledad anterior en la cual vivió. Simplemente al dar vuelta a las páginas de su libro, reconoce sin fin la desgarradura (sexual, familiar, social) de la cual proviene.
Cada lector es como San Alexis bajo la escalera de su padre. Se ha vuelto tan silencioso como la escudilla que se le ofrece.
Solo la letra, ubicada frente a sus labios, puede dar fe de que su aliento ya no está allí.
Algo alcanza a hacerse oír en la expresión escrita por medio de letras sin que haya necesidad de articularlas.
El que lee la letra ha perdido el sí mismo, el nombre, la filiación, la vida terrestre.
En la literatura algo del otro mundo resuena.
Algo del secreto se transmite.

Pascal Quignard, La barca silenciosa
Ed. Arena Libros, 2013
Trad: Meritxell Martínez

Fot: Betina La Plante