Ya sé, Jacques, que quizá nunca me devuelvas el libro; pero imagina que te lo presté precisamente por esa razón, para que un día llegues a lamentar no habérmelo devuelto. !Ah! entonces podré perdonarte, pero ¿Podrás perdonarte a ti mismo? No sólo por no habérmelo devuelto, sino porque, ya entonces, el libro se habrá convertido en emblema de lo que es imposible devolver.
sábado, 16 de enero de 2016
Vuelven las palabras
En vano vuelven las palabras
pues ellas mismas todavía esperan
la mano que las quiebre y las vacíe
hasta hacerlas ininteligibles y puras
para que de ellas nazca un sentido distinto,
incomprensible y claro
como el amanecer o el despertar.
Acuden insistentes como sordos martillos
nombrando lo nombrado
lo que tal vez nosotros
estábamos llamados a hacer vivir.
José Ángel Valente
Solo el amor
Solo el amor
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