sábado, 27 de agosto de 2016

La luz


El estado de ánimo de cualquier escena que representemos en nuestras vidas viene determinado, en gran parte, por la luz que se proyecta sobre nosotros desde arriba. El cielo, en calidad de maestro electricista, proporciona a nuestras acciones una infinita variedad de efectos lumínicos que contribuyen a moldear hasta las emociones que las acompañan. La luz menguante del crepúsculo sirve para el intercambio de intimidades; los chorros de luz de una mañana de primavera, para sentir un placer irracional; la oscuridad de la noche, cuando no cae del cielo ni una pizca de luz, para convertirse en víctima de las propias fantasías; el gris claro e indiferente del cielo encapotado de verano, para estimular la indolencia. ¿Cómo podemos saber en qué medida ha determinado nuestras acciones la luz que nos bañaba mientras las realizábamos?

Paul Bowles,
Desafío a la identidad
Ed. Galaxia Gutenberg, 2013
Trad. Rodrigo Rey Rosa

Fot. del autor, anónima

Derecho a soñar


Es necesario reivindicar el derecho de soñar. Quizá pueda parecer, a primera vista, un derecho de poca monta. Pero, si se reflexiona sobre ello, aparecerá como una gran prerrogativa. Si el hombre es capaz todavía de nutrir ilusiones, ese hombre es aún un hombre libre.

Antonio Tabucchi. El siglo XX, balance y perspectivas
Ed. Gobierno de Canarias, 1991