El ensayo de Borges lleva por título "El pudor de la historia". Y ya está, ya me ha enganchado la idea. Cuando ese mismo día leo un periódico lleno de referencias a Grecia, al ISIS y a cientos de refugiados ahogados en el mar, pienso que la historia carece de cualquier pudor.
Y, sin embargo, ¿qué es lo que dice Borges?
"Un prosista chino ha observado que el unicornio, en razón misma de lo anómalo que es, ha de pasar inadvertido. Los ojos ven lo que están habituados a ver. Tácito no percibió la Crucifixión, aunque la registra en su libro".
Leo esta frase y, dos líneas después, regreso a ella. El hombre que murió crucificado partió la historia en dos -la época anterior y la posterior a él- y, sin embargo, en Las Historias de Tácito no se reparó en la importancia de su muerte. Nosotros vivimos en un tiempo en que la historia de los acontecimientos se registra a diario. ¿Qué es lo que nos perdemos entre todo lo que no quisiéramos perdernos?
Borges continúa:
"A esta reflexión me condujo una frase casual que entreví al hojear una historia de la literatura griega y que me interesó, por ser ligeramente enigmática. He aquí la frase: "He brought in a second actor" (Trajo a un segundo actor). Me detuve, comprobé que el sujeto de esa misteriosa acción era Esquilo y que este, según se lee en el cuarto capítulo de la Poética de Aristóteles, elevó de uno a dos el número de actores".
(...)
Que los espectadores en Atenas 500 años antes de Cristo (...) vieran de repente una segunda persona sobre el escenario de lo que Borges denomina "el teatro del color de la miel" debió de causar un gran impacto. Aristóteles lo cuenta de manera sobria, casi cabría decir con humildad. Sencillamente afirma que Esquilo fue el primero en "elevar" el número de actores de uno a dos. Y, sin embargo, la revolución consiste precisamente en eso, en el paso de uno a dos actores, porque ello introduce el diálogo. Todo lo que viene después ya no es revolución.
(...)
¿Y qué nos sucede a nosotros? ¿Cómo es que no somos capaces de ver? ¿Qué es lo que no hemos comprendido? ¿El bosón de Higgs? Aquí me adentro en terreno peligroso, ese lugar donde los misterios de la realidad superan mi capacidad de entendimiento. Quizá por esa razón, Leon Lederman, que para indignación de todos los demás físicos le puso el nombre de "partícula de Dios" a la partícula de Higgs, formuló la pregunta en la que ha desaparecido cualquier forma de pudor: "Si el universo es la respuesta, ¿cuál es la pregunta?".
Cees Nooteboom
533 días
Ed. Siruela, 2018
Trad: Isabel-Clara Lorda Vidal
Fot. Mark Fearnley