Trastero
Cuando me mudaba de una casa a otra
había muchas cosas para las que no tenía espacio.
¿Qué podía hacer? Alquilé un trastero.
Y lo llené. Los años pasaron.
De vez en cuando iba allí y miraba,
sin que nada ocurriera,
ni una sola punzada en el corazón.
Cuantos más años cumplía, las cosas que me importaban
eran cada vez menos, pero más importantes.
Así que un día rompí el candado
y llamé al basurero.
Se lo llevó todo.
Me sentí como el burrito
al que finalmente le quitan la carga de encima.
¡Cosas!
¡Quémalas, quémalas!
¡Haz un hermoso fuego!
¡Habrá más espacio en tu corazón para el amor,
para los árboles!
Para los pájaros que nada poseen,
razón por la que pueden volar.
Mary Oliver
Fot. Ré Soupault