Soy consciente de que mi temperamento no es artístico, pero debo poseer algo de la facultad del artista para gozar al máximo de cada momento; es decir, cuando es de mi gusto. Disfruté de aquel día, aunque viajamos lentamente, hacia mucho frío y llovía. Durante el trayecto, recorrimos un paisaje pelado, llano y sin árboles; unos canales cenagosos se deslizaban, cual verdes serpientes aletargadas, junto a la carretera; e hileras de sauces desmochados bordeaban los campos, labrados como huertos. El cielo era también de un gris monótono; la atmósfera, cargada y húmeda; y, a pesar de tan lúgubres influencias, mi imaginación volaba y en mi corazón brillaba el sol. Estos sentimientos, sin embargo, se veían contrarrestados por la secreta e incesante inquietud que acechaba constantemente mi alegría, como un tigre agazapado en la jungla. Tenía siempre en mis oídos el aliento de ese animal de presa; su fiero corazón latía junto al mío; jamás se movía de su guarida, pero yo sentía su presencia: sabía que sólo aguardaba la puesta del sol para saltar con voracidad sobre su víctima.
Charlotte Brontë
Villette
Ed.. Alba
Trad. Marta Salís