sábado, 11 de junio de 2016

Las puertas


Muchas veces tengo la sensación de que nos encontramos los dos en una habitación con dos puertas, una frente a otra, y cada uno asiendo la manija de una puerta, y apenas uno de los dos oye hablar al otro, cierra su puerta y desaparece. Está claro que volverá a abrir la puerta, porque la habitación no puede abandonarse. Ojalá que no nos pareciéramos tanto, que uno de los dos se quedara quieto, aparentara no mirar al otro, se dedicara a ordenar la habitación sosegadamente, como si se tratara de una habitación como las demás; pero no. Se comporta exactamente lo mismo que el otro junto a su puerta, y a veces la hermosa habitación se queda vacía, porque cada uno a corrido a ocultarse detrás de su puerta.

Franz Kafka 
Cartas a Milena 
Ed. Alianza, 2010
Trad. Carmen Gauger

Fot. Shōji Ueda 

Una genciana


El Carso es un país de calizas y enebros. Un grito terrible, petrificado. Peñascos grises de lluvia y de líquenes, retorcidos, cuarteados, puntiagudos. Enebros áridos. 
Horas y horas de calizas y de enebros. La hierba es hirsuta. Bora. Sol.
La tierra no tiene paz, no tiene articulaciones. No hay un campo para tumbarse. Cada intento suyo se quiebra, se abisma. 
Grutas frías y oscuras. La gota, llevando consigo el mantillo robado, cae regular, misteriosa, desde hace cien mil años, y aún otros cien mil.
Pero sí ha de nacer de ti una palabra, ¡besa el tomillo agreste que extrae la vida de la piedra! Aquí hay pedruscos y muerte, pero cuando una genciana logra sacar la cabeza y florecer, lleva en sí todo el cielo profundo de la primavera.
Aprieta la boca contra la tierra y no hables.

Scipio Slataper Mi Carso
Ed. Ardicia Editorial, 2013
Trad. Pepa Linares