De esto no cabe ninguna duda, Milena:
Es posible que la actual situación no sea la más deseable, que acaso pueda soportar más felicidad, más seguridad y abundancia -lo cual no es seguro, sobre todo en Praga- pero considerándolo a un nivel medio, puede decirse que me encuentro muy bien, que me siento alegre y libre, que disfruto de un bienestar que no merezco, que casi me da miedo y que, de permanecer las condiciones actuales (si es que no surge un gran desastre), de seguir recibiendo diariamente una palabra tuya y de comprobar que no te atormentas demasiado, probablemente consiga curarme a medias. Deja de preocuparte, Milena. Jamás supe nada de física, excepto esto de la columna de fuego, que por cierto tampoco corresponde a esta ciencia, y menos aún entiendo de la balanza del mundo, ni ella de mí. (¿Qué importancia iba a dar una balanza tan enorme a mis cincuenta y cinco kilos, sin ropa? ¿Cómo habría de notarlos?).
Sin embargo aquí estoy, lo mismo que estaba en Viena, y tu mano está entre las mías hasta que tú quieras.
Franz Kafka
Cartas a Milena
EDAF ediciones.
Trad. R. Kruger.