jueves, 7 de junio de 2018

Mano entregada


MANO ENTREGADA

Pero otro día toco tu mano. Mano tibia.
Tu delicada mano silente. A veces cierro
mis ojos y toco leve tu mano, leve toque
que comprueba su forma, que tienta
su estructura, sintiendo bajo la piel alada el duro hueso
insobornable, el triste hueso adonde no llega nunca
el amor. Oh, carne dulce, que sí se empapa del amor hermoso.

Es por la piel, secretamente abierta, invisiblemente entreabierta,
por donde el calor tibio propaga su voz, su afán dulce; por donde mi 
voz penetra hasta tus venas tibias,
para rodar por ellas en tu escondida sangre,
como otra sangre que sonara oscura, que dulcemente oscura te besara
por dentro, recorriendo despacio como sonido puro
ese cuerpo, que ahora resuena mío, mío poblado de mis voces profundas,
oh resonado cuerpo de mi amor, oh poseído cuerpo, oh cuerpo solo sonido de mi voz poseyéndole.

Por eso, cuando acaricio tu mano, sé que sólo el hueso rehúsa 
mi amor -el nunca incandescente hueso del hombre-.
Y que una zona triste de tu ser se rehúsa,
mientras tu carne entera llega un instante lúcido 
en que total flamea, por virtud de ese lento contacto de tu mano,
de tu porosa mano suavísima que gime,
tu delicada mano silente, por donde entro
despacio, despacísimo, secretamente en tu vida,
hasta tus venas hondas totales donde bogo,
donde te pueblo y canto completo entre tu carne. 

de "Historia del Corazón"

Fot. Iwase Yoshiyuki, 1950s

Dame tu mano


Dame tu mano:
Voy a contarte ahora
cómo he entrado en lo inexpresivo
que siempre ha sido mi búsqueda ciega y secreta.
De cómo he entrado
en aquello que existe 
entre el número uno y el número dos,
de cómo he visto la línea de misterio y fuego,
y que es una línea subrepticia.

Entre dos notas de música existe una nota,
entre dos hechos existe un hecho,
entre dos granos de arena 
por más juntos que estén
existe un intervalo de espacio,
existe un sentir que está entre el sentir.

En los intersticios de la materia primordial
está la línea de misterio y fuego
que es la respiración del mundo,
y esa respiración continua del mundo
es aquello que oímos
y llamamos silencio.