miércoles, 19 de diciembre de 2018

Preguntas



Preguntas

¿Puedes contar el color de la lluvia,
los grados de la ausencia por su peso de sombra?

¿Aceptas, cuando bajan del cielo
los anillos del tiempo,
cómo estrechan tu infancia, tu piel o tus herbarios?

¿Puedes ver deshacerse la escalera de polvo
por donde tu alegría había crecido en nubes,
sin estupor volver al mismo sueño,
sin soñarlo volver al mismo sitio,
y no gritar y no gritar?

Una vuelta de vida, un giro bajo el sol,
y un mundo de fantasmas ha perdido sentido.

¿Puedes vivir y olvidarte que es juego,
olvidar su secreta razón estar muriendo?

Ida Vitale

Romualdas Rakauskas, 1977


El hijo del hombre


Una vez que se ha padecido, la experiencia del mal ya no se olvida. Quien ha visto derrumbarse las casas sabe demasiado bien de qué está hecha una casa. Una casa está hecha de ladrillos y cal, y puede derrumbarse. Una casa no es muy sólida. Puede derrumbarse de un momento a otro. Detrás de los serenos jarrones con flores, detrás de las teteras, las alfombras, los suelos lustrados con cera, está el otro aspecto verdadero de la casa, el aspecto atroz de la casa derrumbada.


El hijo del hombre, incluido en
Las pequeñas virtudes
Ed. Acantilado, 2002
Trad. Celia Filipetto

Fotograma de Carta de una mujer desconocida, 1948

Homenaje Vertical


HOMENAJE VERTICAL

A Roberto Juarroz

I

Echamos fuego al agua
y apagamos la transparencia.
Así quema el hombre la claridad del mundo
y la prende de silencio.
El temblor humano del fuego,
el estrépito de una voz abriéndose,
enmudece cualquier palabra.
Al fuego le basta con arder.

II

No hay palabra más cierta que otra.
Se aprende a callar con los años,
aunque parezca que hablemos.

Se nace sin palabras
y con todas las palabras rotas nos vamos.

Y sin embargo,
aunque vivir sea enmudecer,
existe un placer original en el silencio
que justifica todos los silencios.