domingo, 20 de marzo de 2016

Heridas


Lo que sucede es que no sucede nada.
Mis heridas ya no sanan
y tampoco se infectan.

Ya no me muero más


Cuando morí por vez primera
―aún sé cómo ocurrió―,
morí en silencio y fue del todo,
pasó en Hamburgo, el mes de abril,
y yo tenía dieciocho.
Cuando morí por vez segunda
la muerte me hizo daño.
Yo te dejé bien poca cosa:
el corazón batiendo en tu portón,
sobre la nieve huellas rojas.
Pero al morir por vez tercera
no me dolió ya tanto.
Tan cotidiana como el pan
y los vestidos fue la muerte.
Ya no me muero más.

El célebre sentimiento