domingo, 25 de junio de 2017

Coloma


Iba ya a echar a andar la Ninetta cuando Coloma se salió del grupo en que estaba con nosotros, haciendo aquel paso suyo de cierva encelada, que no parecía poner el pie en el suelo. Su brazo derecho enlazó suavemente, con una soñadora ternura, el cuello de Ninetta mientras su mano izquierda iba acariciándole las crines, en un largo gesto de melancólica gracia, hasta que al fin, acercándose más y más, su linda mejilla fue también resbalando en larga y estrecha caricia por el cuello del animal. Del corazón de aquella criatura cruda y arisca, había salido este movimiento transido de infinita dulzura. Se interrumpió a sí propia Coloma y se alzó con los ojos velados de lágrimas mirando vagamente a los aires con una inconsciente tristeza de animal noble y dejadez desolada de quien acaba de hacer un enorme y delicado esfuerzo.
Entonces comprendí todo el carácter de Coloma. Era de aquellas mujeres capaces de contener un amor y de destrozarse por dentro en un amor, sin revelarse en una sola palabra ni insinuarse en un solo signo hasta el último instante, aquel en que el caballero está montado para la partida.

Rafael Sánchez Mazas
Rosa Kruger
Ed. Trieste, 1984

La musa



Cuando en la noche oscura espero su llegada,
Se me antoja que todo pende de un hilo.
¿Qué valen los honores, la libertad incluso,
cuando ella acude presta y toca el caramillo?
Mira, ¡ahí viene! Ella se echa a un lado el velo
Y se me queda mirando larga y fijamente. Yo digo:
"¿Has sido tú la que le dictó a Dante las páginas sobre el infierno?" 
Y ella responde: "Yo soy aquella."

La musa
Versión de María Teresa León

He soñado tanto contigo


Tanto he soñado contigo que pierdes tu realidad. 
¿Habrá tiempo para alcanzar ese cuerpo vivo 
y besar sobre esa boca 
el nacimiento de la voz que quiero? 
Tanto he soñado contigo, 
que mis brazos habituados a cruzarse 
sobre mi pecho, abrazan tu sombra, 
y tal vez ya no sepan adaptarse 
al contorno de tu cuerpo. 
Tanto he soñado contigo, 
que seguramente ya no podré despertar. 
Duermo de pie, 
con mi pobre cuerpo ofrecido 
a todas las apariencias 
de la vida y del amor,  y tú, eres la única 
que cuenta ahora para mí. 
Más difícil me resultará tocar tu frente 
y tus labios, que los primeros labios 
y la primera frente que encuentre. 
Y frente a la existencia real 
de aquello que me obsesiona 
desde hace días y años 
seguramente me transformaré en sombra. 
Tanto he soñado contigo, 
tanto he hablado y caminado, que me tendí al lado 
de tu sombra y de tu fantasma, 
y por lo tanto,
ya no me queda sino ser fantasma 
entre los fantasmas y cien veces más sombra 
que la sombra que siempre pasea alegremente
por el cuadrante solar de tu vida. 

He soñado tanto contigo
Corps et biens, 1930