martes, 2 de enero de 2018

Enigma


No hay que ser enigmático para los demás solamente; hay que serlo también para sí mismo. Yo me estudio a mí mismo: cuando me canso, enciendo un cigarro y me pongo a pensar —bien lo sabe Dios— qué se ha propuesto el Señor conmigo o qué es lo que quiere sacar de mí.
Sólo tengo un amigo: el eco. ¿Y por qué es mi amigo? Porque yo amo mi pena y él no me la quita. Yo sólo tengo un confidente: el silencio de la noche. ¿Y por qué es mi confidente? Porque se calla.

Soren Kierkegaard
Diapsálmata
Ed. Aguilar, 1961
Trad. Javier Armada

Fot. Stefan Moses
Roland Topor, Munich, 1984