sábado, 7 de octubre de 2017

Construyendo una casa después de la guerra


Construyendo una casa después de la guerra

Después de la guerra construiremos una casa… 
Después de otra guerra,
durante la cual muchos han sobrevivido
sin techo sobre sus cabezas, 
construiremos una casa 
y arreglaremos el jardín a su alrededor. 
La construiremos a escala de una casa de caracol,
pequeña y bella, sólo para dos. 
Aprendemos de los gorriones. 
Preguntamos al viento por un consejo, y a la lluvia. 
Construimos con manos que huelen
a tierra de la que todo viene 
y a la que todo retorna. 
Con manos que delicadamente
tocan y, exhaustas, ríen como un saúco en flor. 
Nos ayudan piedra y agua,
que unimos con olor a lavanda e imágenes de un sueño. 
Después de la guerra construiremos una casa…
para dos cuerpos que yacerán en la cama 
como si estuvieran bajo un manzano florecido, 
y para dos almas que silenciosamente la deambularán 
como una vieja mujer 
que antes vivió y murió entre estas paredes… 
Construiremos pequeños muros
que nos separarán de la cruel realidad,
y escaleras que nos llevarán más allá de lo conocido, 
hacia donde sólo los que se amen siempre obtengan… 
Después de la guerra construiremos una casa… 
Día y noche, 
aunque seamos conscientes de que construiremos
ruinas para el mañana.

Sarajevo, 1945


El breve amor


EL BREVE AMOR

Con qué tersa dulzura 
me levanta del lecho en que soñaba 
profundas plantaciones perfumadas,

me pasea los dedos por la piel y me dibuja
en el espacio, en vilo, hasta que el beso
se posa curvo y recurrente

para que a fuego lento empiece
la danza cadenciosa de la hoguera
tejiéndonos en ráfagas, en hélices,
ir y venir de un huracán de humo.

(¿Por qué, después,
lo que queda de mí
es sólo anegarse entre cenizas
sin un adiós, sin nada más que el gesto
de liberar las manos?)

de Ars Amandi