Una extraña ha venido
a compartir mi cuarto en esta casa que anda mal de la cabeza,
una muchacha loca como los pájaros
traba la puerta de la noche con sus brazos, sus plumas.
Ceñida en la revuelta cama
alucina con nubes penetrantes esta casa a prueba de cielos
hasta alucina con sus pasos este cuarto de pesadilla.
libre como los muertos
o cabalga los océanos imaginarios del pabellón de hombres,
Ha llegado posesa
la que admite la alucinante luz a través del muro saltarín,
posesa por los cielos
ella duerme en el canal estrecho, hasta camina el polvo
hasta desvaría a gusto
sobre las mesas del manicomio adelgazadas por mis lágrimas.
Y tomado por la luz de sus brazos, al fin, mi Dios, al fin
puedo yo de verdad
soportar la primera visión que incendia las estrellas.
Amor en el sanatorio
Trad. Elizabeth Azcona Cranwell