jueves, 29 de junio de 2017

La mujer rota


La juventud y eso que los italianos designan con una palabra tan bella: la stamina. La savia, el fuego que permite amar y crear. Cuando has perdido eso, lo has perdido todo.

Simone de Beauvoir
La edad de la discreción
en "La mujer rota".
Trad. Dolores Sierra y Neus Sánchez

Una gran aventura


Diciendo esto, él había atado ya la cola de la cometa en torno de la niña. Ella se agarraba a él y se negaba a irse sola, pero Peter Pan, diciendo un “Adiós, Wendy”, la empujó fuera de la roca, y unos minutos después la niña y la cometa se perdieron de vista. Peter se quedó solo en la laguna.
Ahora la roca era muy pequeña y pronto quedaría sumergida. Pálidos rayos de luz avanzaban sobre la laguna; poco después se oyó un sonido, el más musical y el más melancólico del mundo. Eran las sirenas llamando a la luna.
Peter Pan, aunque no se parecía a los demás niños, se asustó. Un temblor lo sacudió, como el estremecimiento con que el viento azota las aguas del mar; pero los estremecimientos del viento en el mar se suceden unos a otros hasta sumar cientos de ellos, y Peter tembló sólo una vez. Un momento después se hallaba de nuevo erguido sobre la roca, con aquella sonrisa en su rostro y un repique de tambor en su alma . Aquel repiquetear decía: "La muerte debe ser una gran aventura!"

James Matthew Barrie
Peter Pan

Foto: Ansel Adams

Romance fronterizo


¿Sientes gemir la mano en la baranda, sientes también la mano aunque no gima aferrada a los hierros ferroviarios, tanteando las puertas más inhóspitas, adrede empavonadas de hollín y cardenillo? ¿No ves de súbito la sombra surcando los andenes, la estás viendo reptar bajo la marquesina donde un anónimo viajero se despide de nadie, donde tú mismo esperas la llegada de un tren que ya se ha ido?

José Manuel Caballero Bonald
Romance fronterizo
de "Laberinto de fortuna"

Fot. Deborah Turbeville