Me gustaría verte dormir,
algo que tal vez no suceda.
Me gustaría observarte, durmiendo.
Me gustaría dormir contigo,
penetrar en tu sueño
mientras su ola oscura y suave
se desliza sobre mi cabeza
y caminar contigo por ese bosque
ondulante y radiante, de hojas verde mar,
con su sol acuoso y sus tres lunas,
hacia la gruta donde debes descender,
hacia tu peor miedo.
Me gustaría darte la rama plateada,
la florecilla blanca, la única palabra
que te protegiera del dolor
de las entrañas de tu sueño,
del dolor de tus entrañas.
Me gustaría seguirte
al subir la larga escalera otra vez
y convertirme en la barca
que te llevara de vuelta con cautela;
una llama protegida por dos manos ahuecadas
donde reposara tu cuerpo a mi lado,
y mientras entraras
en ella con tranquilidad,
me gustaría ser el aire que te habita,
solo por un momento.
Me gustaría pasar así de inadvertida
y ser tan necesaria.
Margaret Atwood
Variaciones sobre la palabra sueño
De “Historias reales”, 1990
Fot. Saul Leiter
Margaret Atwood
Variaciones sobre la palabra sueño
De “Historias reales”, 1990
Fot. Saul Leiter