Creo que se debe ser muy cauto en prometer y dar premios y castigos. Por que la vida raramente tendrá premios y castigos; en general, los sacrificios no tienen premio alguno, y a menudo las malas acciones no son castigadas, al contrario, son espléndidamente retribuidas en éxito y dinero. Por eso es mejor que los hijos sepan desde la infancia que el bien no recibe recompensa ni el mal castigo y que, no obstante, es preciso amar el bien y odiar el mal; y de esto no es posible dar ninguna explicación lógica.
Ed. Acantilado, 2002
Trad. Celia Filipetto