El Carso es un país de calizas y enebros. Un grito terrible, petrificado. Peñascos grises de lluvia y de líquenes, retorcidos, cuarteados, puntiagudos. Enebros áridos.
Horas y horas de calizas y de enebros. La hierba es hirsuta. Bora. Sol.
La tierra no tiene paz, no tiene articulaciones. No hay un campo para tumbarse. Cada intento suyo se quiebra, se abisma.
Grutas frías y oscuras. La gota, llevando consigo el mantillo robado, cae regular, misteriosa, desde hace cien mil años, y aún otros cien mil.
Pero sí ha de nacer de ti una palabra, ¡besa el tomillo agreste que extrae la vida de la piedra! Aquí hay pedruscos y muerte, pero cuando una genciana logra sacar la cabeza y florecer, lleva en sí todo el cielo profundo de la primavera.
Aprieta la boca contra la tierra y no hables.
Scipio Slataper Mi Carso
Ed. Ardicia Editorial, 2013
Trad. Pepa Linares