En muchas familias nadie escribe versos,
pero si lo hacen, es raro que sea solo una persona.
A veces la poesía fluye en cascadas de generaciones,
creando peligrosos remolinos en sus mutuos sentimientos.
Mi hermana cultiva una buena prosa hablada,
y toda su escritura son postales de sus viajes
con textos que prometen lo mismo cada año:
que cuando vuelva,
me contará todo,
todo,
todo.
El gran número, 1976
Fot. Elżbieta Lempp
Wisława Szymborska, Krakow, 2000
Fot. Elżbieta Lempp
Wisława Szymborska, Krakow, 2000