Es posible que escribir signifique rellenar los espacios blancos de la existencia, esa nada que se abre de repente en las horas y en los días, entre los objetos de la habitación, y los absorbe dejando una desolación y una insignificancia infinitas. El miedo, ha escrito Canetti, inventa nombres para distraerse; el viajero lee y anota el nombre en las estaciones que deja atrás con su tren, en las esquinas de las calles adonde le llevan sus pasos, y avanza un poco aliviado, satisfecho por ese orden y ese ritmo de la nada.
Claudio Magris, El Danubio
Edit. Anagrama
Trad. Joaquín Jordá