Sólo al borde del acto sexual, cuando han caído ya los principales obstáculos, se vuelve lánguida la mirada y favorece la actitud de abandono: los ojos permanecen justo lo bastante abiertos como para sugerir un acto que los haga cerrarse en beneficio del goce (...) los ojos tratan de expresar que uno esta dispuesto a prescindir de todo acto defensivo u ofensivo, y para ello la mirada se desvanece, se relaja, dispuesta a renunciar a su función habitual: ver
François Duyckaerts
La formación del vínculo sexual
Ed. Guadarrama, 1966
Fot. Donata Wenders