sábado, 29 de julio de 2017

Otra versión


Otra versión

Nuestros árboles son álamos pero la gente
los confunde con abedules,
piensan que somos personajes
de una novela rusa, igual que Kitty y Levin
que viven alegremente en el campo.
Los amigos de la ciudad miran cómo comen
juntos los pájaros y los conejos
sobre la nieve espesa y blanca.
(Tenemos inviernos rusos en Illinois,
aunque no haya trineos, hay comadrejas en lugar de lobos,
y ningún sirviente fiel nos hace el trabajo.)
En nuestra casa, como en una obra rusa,
vive un viejo, y es mi papá.
Él se deja ir año a año en cámara lenta,
y la tristeza nos queda atrapada dentro
como una manzana envenenada
que no sube ni baja.
Pero como las tres hermanas, hablamos rara vez
de lo que a la noche nos mantiene despiertas.
Igual que ellas, nos quejamos de las cosas
que en realidad no importan y hablamos
de los placeres y el futuro:
nos decimos mutuamente que a los sauces
este año el verde se les esfumó muy pronto.

Versión de Sandra Toro