viernes, 4 de agosto de 2017

Sobre las celdas


En esta celda, las manos están crispadas con fuerza por el dolor, están hechas de piedra. El dolor, como la piedra, es indestructible. Proviene de la rabia de no entender, de no saber cómo aprender. Existe una resistencia interior que me impide aprender, que me impide entender. La resistencia en sí es inconsciente y mi incapacidad de progresar me lleva a un estado de rabia. Confundes el mundo de las emociones, que sigue su lógica personal, con el del intelecto, que sigue una lógica universal. Esta confusión te enfurece. Es claro como el agua.
Yo creo que la rabia por comprender proviene de un hecho: no hacemos las preguntas adecuadas. Jamás hallarás la respuesta correcta si no haces la pregunta correcta. Es como intentar abrir una puerta con una llave equivocada. La llave funciona correctamente y la puerta también. Las respuestas a algunas preguntas son demasiado dolorosas. Y hay preguntas que no estamos dispuestos a hacer. Y otras son imposibles de responder.
(…) Así pues, sufrimos la rabia de no saber cómo estar a la altura de nuestro destino. Es el dolor de no saber cómo hacerte querer. Este dolor jamás desaparece y uno no sabe que hacer al respecto.
El perfume es lo contrario. Es la evanesciencia del placer, el placer efímero del sentido del olfato. No se puede asir; es tan sutil que ni siquiera se puede tocar. No se oye, ni se ve, ni se saborea. Cada uno de los cinco sentidos nos abre la puerta a cinco mundos totalmente diferentes. Son irremplazables . Y sin embargo el sentido del olfato tiene un gran poder evocador y curativo.

Louise Bourgeois
Sobre las celdas

Fot. Louise Bourgeois
Cell II (1991)
Collection of the Carnegie Museum, Pittsburgh