II
Nadie podía en ti nacer ni morir.
Pero todo nacía en tus bordes lucientes,
la esperanza del sol, el cuerpo vivo
de la luz, de las aguas extendidas,
las mismas aguas por las que avanzamos.
Y nada muere en ti,
nada salvo tú misma,
en tus piedras no quedan sino signos
de nada y nadie. Queda
sólo la luz.
"Al cúmulo de octubre"
(Antología poética: 1979-2015)
Visor de Poesía
Fot. Patricio Reig