A veces he pensado que la naturaleza de una mujer es como una casa enorme llena de habitaciones: está el vestíbulo, donde uno recibe a las visitas formales; la sala de estar, donde los miembros de la familia entran y salen; pero más allá, mucho más allá existen otras habitaciones cuyas puertas nunca se abren; nadie conoce el camino hasta ellas y en la habitación más íntima, el alma se sienta a solas y espera oír unos pasos que nunca llegan.
Edith Wharton
Cuentos completos
Ed. Páginas de Espuma
Trad. E. Cotro y M. Fernández Estañán
Fot. Kristen Hatgi