FUNAMBULISTA
Alineo mis pasos sobre la cuerda,
hablo para mí:
tiemblo durante el espacio vacío
entre el pie izquierdo y el derecho;
quedan sólo las huellas en el aire,
sólo el rastro ensangrentado
de las vocales y otros sonidos
que no transitan,
huyen de mi latido lineal,
se despeñan, pierden el hilo
sin red que los rescate.
Sigo el camino
trazado de la mañana a la noche,
sembrado con señales luminosas:
no pises aquí, demórate,
hunde el pie en la arena que se desmorona,
salta ágil, avanza, galopa;
ahora calla, espera.
Ventisca de palabras turbias en lo alto,
aves ajenas:
no me distraigan canoras,
no me distraigan
imágenes con sus reflejos,
imágenes de racimo variopinto,
no me deslumbren reflectores en lo alto de la carpa,
palomillas encantadas a su alrededor,
rostros expectantes y sus rubores:
que su respiración no tense mi cuerda ni la afloje,
que cada paso siga el compás idéntico a mi propia voz
no me enreden, listones multicolor, ramas
que se cruzan en mi corto vuelo,
no me hundan, estigias mentales,
huecos sin remedio:
cedan el paso a mi caminar suspendido, tarareado en línea recta.
Fot. Funambulista sobre las ruinas de Colonia. 1946