miércoles, 10 de julio de 2019

Netsuke


Se dirigió al gabinete de los netsuke, donde se demoró un rato. Al ver su perfil se me formó un nudo en la garganta. Hay rostros que despiertan una atracción parecida a la de las estrellas. Tachonados de ojos estelares, ojos en torno a los cuales existe un campo gravitatorio. Son los ojos de aquellos que no solo se han acercado al límite, sino que ya lo han cruzado, quizá de forma cíclica, una costumbre crónica en ellos. Y, sin embargo, han conseguido volver. El fuego les ha chamuscado las plantas de los pies; han ingerido trozos de cristal; han mantenido relaciones carnales con serpientes; son capaces de hacer cualquier cosa, lo que sea, con tal de aplacar cierto tipo de dolor, el dolor que siente una persona cuyo espíritu ha sido tan mancillado y pisoteado que, como mucho, puede aspirar a seguir brillando a trompicones, como una luciérnaga atrapada en una mano cerrada, en los estertores de una especie de frenesí final, y mientras aguarda la muerte.
Esas son las personas capaces, en tanto que amantes, de procurar una emoción excepcional. Su atractivo siempre es comprometedor. El riesgo es enorme. Pero soy como ellos. Estoy dispuesto a ponerlo todo en peligro con tal de arder intensamente un instante. El mundo está lleno de gente así. Gente devastada por el ansia, capaz de implosionar de un momento a otro. En nuestro planeta abunda esa clase de agujeros negros. Me he planteado desarrollar una cosmología de este erotismo de la devastación.

Rikki Ducornert
Netsuke
Ed. Blackiebooks
Trad. Ismael Attrache

Fot: Robert Mapplethorpe.
Untitled (Self Portrait), 1973
Solomon R. Guggenheim Museum, New York