Entonces se dio cuenta de que el lavabo que ocupaba estaba en el camino de las mujeres apresuradas, así que se dio prisa en secarse la cara. Cuando se hizo a un lado para dejar que otra persona accediera al lavabo y se incorporó y se miró al espejo se dio cuenta, con una ligera conmoción hiriente, que no tenía ni idea de qué rostro era el suyo.
Shirley Jackson
Cuentos escogidos
Editorial Minúscula
Fot: Ana Mendieta
Autorretrato