Le parecía que la soledad tenía sus cosas buenas, y que rumiar sus propios recuerdos y contarse sandeces a sí mismo no dejaba de ser mejor que la compañía de gente con quien no compartía ni ideas, ni gustos; su deseo de acercamiento, de rozar el codo del vecino, se desvaneció y, una vez más, se repitió la triste verdad: una vez que desaparecen los viejos amigos, hay que hacerse a la idea de no volver a buscar otros, de vivir aparte, de acostumbrarse a la soledad.
Joris-Karl Huysmans, A la deriva
Ed. Antonio Machado, 2010
Trad. Juan Díaz de Atauri
Fot: Jean-Louis Forain
Retrato de Joris-Karl Huysmans, 1878
Ed. Antonio Machado, 2010
Trad. Juan Díaz de Atauri
Fot: Jean-Louis Forain
Retrato de Joris-Karl Huysmans, 1878