Árboles castrados. Conmueven. Parecen tan humildes, tan inocentes. Su postura es la misma que antes, cuando cada brazo refulgía de verdes dorados. Árboles cortados. Erguidos a pesar de todo. Dulce espera de la primavera. Recuerdan las hojas caídas. Recuerdan las sombras gigantescas. Esperan y Esperan. Nada se reemplaza. Ya vendrán grandes ramas que , a lo mejor, serán más bellas que las anteriores ¿Por qué no podrá sucedernos lo mismo? Florecer. Un golpe de hacha. Desnudez impúdica y digna. Espera. Nuevos brotes. Otro florecimiento. Y luego lo mismo y lo mismo. Es decir que anhelo un golpe de hacha que quiebre mis ramas actuales. Quedarme desnuda y esperar sonriente.
Ed. Lumen, 2003