Que se vayan las Ariadnas hilo en mano; los insoportables pájaros nictálopes, listos a horadar con los ojos la noche y a explicárnosla… Cuando lo que me gusta es nadar a ciegas en cada caldo de tiniebla; las caídas aparatosas, los ires y venires infinitos y nutritivos del laberinto.
Fot. Retrato de Gesualdo Bufalino, sin datos.