Nunca me vi pequeña como ahora,
a los pies de tu altura
compasiva.
Nunca, como hoy, descalza
y azotada,
a un instante del nunca, irremediable.
Ya no vibra mi carne
en paraísos,
ni en infiernos, ni en manzanas, serpientes,
ni en exilios.
Bajo tu lástima