En el fondo del hombre hay una noche irresistible. Cada anochecer, los hombres y las mujeres se quedan dormidos. Se hunden en esa noche como si las tinieblas fuesen un recuerdo.
Son un recuerdo.
A veces, los hombres creen que se acercan a las mujeres; miran la expresión de sus rostros; tienden los brazos hacia sus hombros; vuelven a sus cuerpos cada anochecer y se acuestan contra sus costados, pero no por eso duermen; no son más que los juguetes de la noche, atados por la escena invisible que los ha engendrado y que arroja su sombra por todas partes y sobre todas las cosas.
Pascal Quignard Terraza en Roma
Ed. Espasa, 2008
Trad. Encarna Castejón