Con la puerta cerrada y la seguridad de estar solo, sacaba un viejo cuaderno, cosido con una seda robada del costurero de su madre, y rotulado con letra redonda de colegial: "La Encina, Poema." Escribía en él hasta mucho después de la medianoche. Pero como por cada verso que agregaba borraba otro, el total, a fin de año, solía ser menos que al principio, y era como si, a fuerza de escribirlo, el poema se fuera convirtiendo en un poema en blanco.
Collage: John Stezaker
Fall X, 2009