Dudaba mucho de poder adaptarse a otro país, a otra ciudad, pero Equis lo consoló diciéndole que los lugares eran como los pianos: había que acostumbrarse a tocarlos suavemente, ensayando unos pocos arpegios al principio, hasta que los lugares hicieran sentir sus mejores notas.
Cristina Peri Rossi
La nave de los locos