MUSEO
Durante la mañana de la exhibición de Käthe Kollwitz, un hombre y una mujer jóvenes entran al restaurante del museo. Ella carga un bebé; él lleva la edición vía aérea del New York Times del domingo. Ella se sienta en una silla de mimbre de respaldo alto, meciendo al niño en sus brazos. Él llena una bandeja con fruta fresca, pancitos, y café en unas tazas blancas, y la trae a la mesa. Tiene el pelo enmarañado y ella los ojos hinchados. Parece que se hubieran hundido en el sueño emergiendo de un tirón como salen los buzos para tomar aire. Él alza al bebé. Ella toma café, echa un vistazo a la primera página, enmanteca un pan y se lo come en su rinconcito al sol. Después de un rato, alza al bebé. Él lee el suplemento de libros y come fruta. Después alza al bebé mientras ella encuentra la sección del diario que quiere y come fruta y fuma. Apenas si han intercambiado una mirada. Mientras tanto, me enamoro de ese equitativo acuerdo, y del bebé que colabora durmiendo. A su alrededor, por todas partes hay rostros que Käthe Kollwitz talló en madera: gente sin ningún talento o capacidad para sufrir que está sufriendo las más paralizantes clases de dolor: hambre, terror en el mayor desamparo. Pero esta joven pareja está leyendo el diario del domingo al sol, el bebé duerme, el verde ha comenzado a emerger de la cáscara del melón, y todo parece posible.
Robert Hass,
de "Human Wishes"
Home Movies, Z&G 2016
Traducción Liliana García Carril