He perdido algo que era esencial para mí, y que ya no lo es. No me es necesario, como si hubiese perdido una tercera pierna que hasta entonces me impedía caminar, pero que hacía de mí un trípode estable. He perdido esa tercera pierna. Y he vuelto a ser una persona que nunca fui. He vuelto a tener lo que nunca tuve: solo dos piernas. Sé que únicamente con dos piernas es como puedo caminar. Pero la ausencia inútil de la tercera me hace falta y me asusta; era ella la que hacía de mí algo hallable por mí misma, y sin necesitar siquiera inquietarme por ello.
¿Estoy desorganizada porque he perdido lo que no necesitaba? En esta mi nueva cobardía -la cobardía es lo más nuevo que me acontece, es mi mayor aventura, esa mi nueva cobardía, que es como despertarse por la mañana en casa de un desconocido- no sé si tendré valor para simplemente marchar. Es difícil perderse. Es tan difícil, que probablemente prepararé deprisa un modo de hallarme, incluso aunque hallarme sea nuevamente la mentira en que vivo. Hasta ahora hallarme era tener una idea de la persona en la que insertarme: en esa persona organizada me encarnaba, y en lo mismo sentía el gran esfuerzo de construcción que era vivir. La idea que me hacía persona procedía de mi tercera pierna, de la que me sujetaba al suelo. Pero ¿y ahora? ¿Seré más libre?
Clarice Lispector
La pasión según G.H
Ed. Siruela, 2017
Trad. Alberto Villalba.
Fot. Édouard Boubat
"Lella au Concarneau", 1948