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En este pueblo cercano a las ruinas de Berenice, a la hora de despedirme de la amable y bondadosa gente del lugar, me ha ocurrido algo muy parecido a lo que cuenta Stevenson que le pasó con los habitantes de una de las islas Gilbert, donde desembarcó procedente de Honolulú y camino de la rada de Apia, en Samoa.
Yo he pasado aquí en Berenice varios días conviviendo con los pescadores y narrándoles, con una considerable variedad de voces, los avatares más importantes de mi vida o, lo que viene a ser lo mismo, las historias que he oído contar a otros y que, a lo largo del viaje, me he ido apropiando. A la hora de la despedida, tras haber intercambiado abrazos con toda esa gente tan entrañable, me he visto obligado, por falta de viento, a esperar unas horas en el pequeño puerto. Durante todo ese tiempo, los isleños han permanecido escondidos detrás de los árboles y sin dar señales de vida, "porque los adioses ya habían tenido lugar".
Enrique Vila-Matas
Mac y su contratiempo
Ed. Seix Barral, 2017
Fot. Félix Bonfils
The Dead Sea, Palestine, 1894