Poseo a medida que designo; y este es el esplendor de tener un lenguaje. Pero poseo mucho más en la medida que no consigo designar. La realidad es la materia prima, el lenguaje es el modo como voy a buscarla, y como no la encuentro. Pero del buscar y no del hallar nace lo que yo no conocía, y que instantáneamente reconozco. El lenguaje es mi esfuerzo humano. Por destino tengo que ir a buscar y por destino regreso con las manos vacías. Más regreso con lo indecible. Lo indecible me será dado solamente a través del lenguaje. Solo cuando falla la construcción, obtengo lo que ella no logró.
Y es inútil procurar acortar camino y querer comenzar, sabiendo ya que la voz dice poco, comenzando ya por ser impersonal. Pues existe la trayectoria, y la trayectoria no es solo un modo de ir. La trayectoria somos nosotros mismos. En lo referente a vivir, nunca se puede llegar antes. El vía crucis no es un desvío, es el paso único, no sé llega sino a través de él y con él. La insistencia es nuestro esfuerzo, la renuncia es el premio. A este sólo se llega cuando se ha experimentado el poder de construir y, pese al sabor del poder, se prefiere la renuncia. Renunciar tiene que ser una elección. Desistir es la elección más sagrada de una vida. Desistir es el verdadero instante humano. Y sólo esta es la gloria propia de mi condición.
La renuncia es una revelación.
Ed. Siruela, 2017
Trad. Alberto Villalba
Fot. Toni Hamel
The land of Id