El señor de Pontchâteau ejercía el oficio de jardinero en la zona exterior de Port-Royal des Champs. Al señor de Pontchâteau le gustaba leer más que cualquier otra cosa. El frío no le molestaba. Amaba leer en el frío. Leer "al calor de su vela". Cuando llegaba la primavera, el señor de Pontchâteau metía sus pies desnudos en los zapatos, se colocaba sobre la espalda la cesta para las legumbres e iba con su cuchillo al huerto para recoger la cena. Un poco más tarde en el año, se dirigía al jardín, donde se ponía en cuclillas para cuidar de los matorrales y las flores. Luego las llevaba en brazadas o montones o ramos a las hermanas, con el propósito de que ellas las colocaran en jarrones, sobre el altar, para el oficio. El señor de Pontchâteau siempre tenía en la boca estas palabras de La imitación: "Quaesivi in omnibus requiem, et nusquam inveni nisi in angulo cum libro". Lo traduzco: "He buscado por doquier en este mundo el reposo - el requiem-, un abandono, un "alto", y en ninguna parte lo he encontrado, salvo en una esquina, con un libro."
Pascal Quignard
Sobre la idea de una comunidad de solitarios
Ed. Pre-Textos
Fot: Milagros Caturla
Barcelona 1950s