Las palabras que un día escribiste, las que han perdido ya su sentido y las que son antiguas y a la vez son bellísimas. Las palabras que merecen ser olvidadas y las bocas que tan bien pronunciaban aquel ritmo monocorde, ya - nadie - más - te - espera. Las palabras más sucias, las que aún ignoro cuando estoy desvelado, y las palabras que traicionan con su ternura y su pánico. Las que tendrás que callar porque alguien va a salir martirizado de esta queja. Las tremendas palabras, las que no están.
Luis Miguel Rabanal