miércoles, 29 de mayo de 2019

Sombras


En realidad, la belleza de una habitación japonesa, producida únicamente por un juego sobre el grado de opacidad de la sombra, no necesita ningún accesorio. Al occidental que lo ve le sorprende esa desnudez y cree estar tan solo ante unos muros grises y desprovistos de cualquier ornato, interpretación totalmente legítima desde su punto de vista, pero que demuestra que no ha captado en absoluto el enigma de la sombra.
Pero nosotros, no contentos con ello, proyectamos un amplio alero en el exterior de esas estancias donde los rayos de sol entran ya con mucha dificultad, construimos una galería cubierta para alejar aún más la luz solar. Y, por último, en el interior de la habitación, los shõji no dejan entrar más que un reflejo tamizado de la luz que proyecta el jardín.
Ahora bien, precisamente esa luz indirecta y difusa es el elemento esencial de la belleza de nuestras residencias. Y para que esa luz gastada, atenuada, precaria, impregne totalmente las paredes de la vivienda, pintamos a propósito con colores neutros esas paredes enlucidas.
[...] A nosotros nos gusta esa claridad tenue, hecha de luz exterior y de apariencia incierta, atrapada en la superficie de las paredes de color crepuscular y que conserva apenas un último resto de vida. Para nosotros, esa claridad sobre una pared, o más bien esa penumbra, vale por todos los adornos del mundo y su visión no nos cansa jamás.

Junichirõ Tanizaki
El elogio de la sombra
Traducción del francés de Julia Escobar
Ed: Siruela

Fot: s/d

domingo, 26 de mayo de 2019

Conversación con Simone Weil

 

CONVERSACIÓN CON SIMONE WEIL

—los niños, el océano, la vida silvestre, Bach.
—el hombre es un extraño animal.

En la mayor parte del mundo
la mitad de los niños se van a la cama
hambrientos.

¿Renuncia el ángel a sus plumas, al iris,
a la gravedad y la gracia?

¿Se acabo para nosotros la esperanza de
ser mejores ahora?

La vida es de otros.
Ilusiones y yerros
La palabra fatigada.
Ya ni te atreves a comerte un durazno.

Para algo cerré la puerta,
di la espalda
y entré la rabia y el sueño olvide
muchas cosas.

La mitad de los niños se van a la cama
hambrientos.

—los niños, el océano, la vida silvestre Bach.
—el hombre es un extraño animal.

Los sabios en quien depositamos nuestra
confianza
nos traicionan.

—los niños se van a la cama hambrientos
—los viejos se van a la muerte hambrientos.

El verbo no alimenta. Las cifras no sacian.

Me acuerdo ¿Me acuerdo?
Me acuerdo mal, reconozco a tientas. Me equivoco.
Viene una niña de lejos. Doy la espalda.
Me olvido de la razón y el tiempo.

Y todo debe ser mentira
porque no estoy en el sitio de mi alma.
No me quejo de la buena manera.
La poesía me harta.
Cierro la puerta
Orino tristemente sobre el mezquino fuego
de la gracia.

—los niños se van a la cama hambrientos.
—los viejos se van a la muerte hambrientos.

El verbo no alimenta.
Las cifras no sacian.

—el hombre es un extraño animal.

Blanca Varela
Valses y otras falsas confesiones

Fot: s/d

sábado, 25 de mayo de 2019

Demasiadas preguntas


Demasiadas preguntas

Algún día no menos improbable que otros, cuando la petulancia ceda su turno a la apatía, podré saber quién soy. Pero tal vez entonces no quiera saberlo. Para qué voy a querer saberlo sí quizás ese día no haya conmigo nadie que se parezca a mí. ¿En qué espejo que el tiempo habrá estragado se mirará mi semejante? Sólo se reconoce quien se olvidó de pronto de sí mismo. Aún convive el recuerdo enemistado con la historia.

José Manuel Caballero Bonald.
De "Laberinto de Fortuna"

Fot: Lorna Simpson
Recall from Exit 8, 1998

viernes, 24 de mayo de 2019

Durante nuestros besos



Durante nuestros besos, cada vez más largos, se iba acumulando en la enorme caverna de nuestras bocas unidas, un líquido templado dulce como la miel que a veces fluía por la comisura de nuestros labios hasta la punta de la barbilla, ante nuestros ojos se aparecía un país celestial y onírico que sólo podía imaginarse con un optimismo infantil y contemplábamos como si fuera el Paraíso aquella tierra multicolor que parecíamos ver a través de un caleidoscopio en el interior de nuestra mente. En ocasiones, uno de nosotros, como un pájaro dado al placer de coger cuidadosamente un higo con el pico, chupaba ligeramente el labio inferior o superior del otro metiéndoselo en su propia boca, apretaba entre sus dientes aquel fragmento de labio aprisionado obligando al otro a decir “¡Estoy a tu merced!” y el otro, después de sentir complacido y paciente las aventuras de su labio, de vivir marginalmente el gusto escalofriante de quedar a merced del amado y de empezar a intuir por primera vez en su vida lo atractivo que sería rendir valerosamente no sólo su labio sino su todo su cuerpo a la compasión de su amante y que esa zona entre el cariño y la compasión es el lugar más oscuro y más profundo del amor, le hacía lo mismo al otro, y justo en ese instante las lenguas moviéndose impacientes en el interior de nuestras bocas, encontrándose veloces entre los dientes, nos recordaban ese lado del amor que no tiene que ver con la violencia sino con la dulzura, los abrazos, y el tacto.

Orhan Pamuk

El Museo de la Inocencia
Edit. Círculo de lectores
Trad. Rafael Carpintero

Fot: Martin Munkacsi

Elegía

 


Elegía

Yo temía por su sonrisa.
Ella era aquella profundamente meditativa
a la que todo le nacía de los ojos
a la que nada le nacía de los ojos.

Sabía su sino por experiencia
y esto le había dado una melancolía graciosa de
ángel herido.

Ella era aquella que quería que yo le guardase
el secreto
de como todo le nacía de los ojos
de como nada le nacía de los ojos.

Álvaro Cunqueiro

De "Poemas do si e non" 1933
Versión de Vicente Araguas

Fot: s/d


jueves, 23 de mayo de 2019

Escribir

Queridísimo León Ostrov:
Mis poemas los hago con mucha paciencia. Un poeta no tiene apuro, no debe. Un verso, una línea, la escribo palabra a palabra. Cada palabra la anoto en una tarjeta distinta, por ejemplo “La viajera marca su intensidad con desobediencia.” Tengo, pues, siete tarjetas, bastantes grandes. Las ubico en mi cama y comienza el trabajo. Voy moviendo las tarjetas como peones de un damero de ajedrez. “La desobediencia de la viajera es su intensidad.” Con los pies voy tapando las palabras, puede aparecer: “Marca la intensidad, desobedece la viajera” o todavía “Viajera sin maletas; con intensidad guarda su desobediencia” y acaso lo prefiero, resulta: “La intensidad apura a la viajera, será desobediente” y así y así estoy horas y horas y es importante cada espacio, cada viaje de la viajera desobediente. Fumo mucho, desobedezco. Ahora las tarjetas se han ensuciado de tanto taparlas y descubrirlas. Cada vez. Mi cuerpo se revuelve, hago el amor con la poesía, músculo a músculo, tarjeta a tarjeta.

Alejandra Pizarnik

Fot: Nicolas Guérin

En el centro del fuego


TRES

VII

La luz del sol se extinguió
nuestras bocas temores corazones pulmones brazos esperanzas
                                            pies manos
bajo nosotros el callado Mediterráneo más azul
de lo que habíamos imaginado
algunos gritos surcando
el alto aire
una vela un barco de pesca alguien un espectáculo invisible
quizá ciertos nadies riéndose débilmente
jugando moviéndose lejos debajo de nosotros
quizá una casa de campo prendida como los trozos
de una cometa de los árboles, aquí
y aquí reflejándose
la luz del sol
(por todas partes luz del sol penetrante completa
silenciosa
y por todas partes tú tus besos tu carne espíritu respirando
junto debajo en torno a mí)
                                                       después
un denso color se alzó contra el cielo y el maravilla
                              finalmente tus ojos me
conocieron, nos sonreímos, dejándonos, observando
(tumbados, en
la hierba de un
acantilado) lo que había sido otra
cosa convirtiéndose en nosotros cuidadosa lenta fatalmente
mientras en el mismo centro del fuego todo
el mundo se volvía brillante y un poco evanescente

E.E. Cummings 
Traducción de José Casas

Fot: Eduardo Salvatore

miércoles, 22 de mayo de 2019

Volver al cuerpo


Estoy engañándome, tengo que regresar. No veo locura en el deseo de morder estrellas, pero todavía existe la tierra. Porque la primera verdad está en la tierra y en el cuerpo. Si el brillo de las estrellas duele en mí, si es posible esta comunicación distante, es porque alguna cosa semejante a una estrella se estremece dentro de mí. Estoy de vuelta al cuerpo. Volver a mi cuerpo. Cuando me sorprendo en el fondo del espejo me asusto.

Clarice Lispector
Cerca del corazón salvaje
Ed. Siruela
Trad: Basilio Losada

Fot: s/d

martes, 21 de mayo de 2019

Volar


Cuando era niño 
siempre quise tener alas 
aunque, al final, 
tuviera que conformarme. 
Conformarme con saltar. 
Saltar al vacío. 
Saltar sin temor a precipitarme. 
Precipitarme para aprender. 
Aprender: 
que por un instante, 
aunque sea sólo por un instante, 
la caída 
es lo más parecido a volar. 

Alberto Claver
Precipicio

Fot: s/d

Ascenso


¿Cómo ascender si antes no hemos descendido? Solo por eso, puedo ahora, arriba, en la plenitud celeste, convocar el universo, llamar a los vivos y a los muertos, es decir, apurar mi luminosa copa de sombra.

José Ángel Valente

Fot: s/d

lunes, 20 de mayo de 2019

Poco a poco



Dudaba mucho de poder adaptarse a otro país, a otra ciudad, pero Equis lo consoló diciéndole que los lugares eran como los pianos: había que acostumbrarse a tocarlos suavemente, ensayando unos pocos arpegios al principio, hasta que los lugares hicieran sentir sus mejores notas.

Cristina Peri Rossi
La nave de los locos

Fot: Swallow's Nest Castle 
Black Sea near Yalta in southern Ukraine
Built by a German noble in 1912

domingo, 19 de mayo de 2019

Los profesionales de la angustia


Yo, que no desconozco los grandes temas del siglo, y estoy atento a eso que llaman la coyuntura histórica, y acepto la gran patética de mi tiempo y quiero ayudar, en lo que me sea posible y aún bastante más, al hombre de estos días, tantas veces puesto en el filo de la navaja, no me dejo asustar por los profesionales de la angustia, y busco en la gran peripecia humana, tantas veces mágica aventura, tantas veces sueños espléndidos y mitos trágicos, la razón de continuar.

Álvaro Cunqueiro

Fot. de la actriz Billie Burke s/d

sábado, 18 de mayo de 2019

Siempre absorto


Siempre absorto...

Siempre absorto en mí mismo y en mi mundo,
me muevo entre los hombres como en un sueño.
Ni reparo en quien me empuja con el brazo
y si miro cada cosa atentamente
casi nunca veo lo que miro.
Me irrito contra quien me aparta.
Cualquier voz me importuna.
Amo solo la voz de las cosas.
Me irrita todo lo que es necesario
y habitual, todo aquello que es vida,
como irrita la ramita al caracol
y como él, dentro de mí me escondo.

Porque la vida que a los otros hombres basta
no me bastaría.
Y verdaderamente
si no tuviese otro mundo, mío,
en el cual refugiarme de la vida,
si más allá de la miseria y la tristeza
y las necesidad y la costumbre
no permaneciera yo mismo,
¡oh como deseara no existir!
Pero una extraña impresión me acompaña
siempre a cada paso y me conforta:
como por azar me parece pasar
por este mundo...

Camillo Sbarbaro
Pianissimo y Líquenes,1914
Versión de Xavier de Donato y Ángel Crespo.
Ediciones Igitur

Fot: Melvin Solosky

viernes, 17 de mayo de 2019

Piel


Los versos son polvo sellado
de un tormento mío de amor,
pero afuera el aire es preciso,
cambiante y dulce y el sol
te habla de caras promesas,
así, cuando escribo
inclino la cabeza hacia el polvo
y anhelo el viento, el sol,
y mi piel de mujer
contra la piel de un hombre.

Alda Merini
Ed. Pre-Textos
Trad. Jeannette Lozano Clariond

Fot: Cristina García Rodero

jueves, 16 de mayo de 2019

Esperar


El autobús se retrasa. Los coches pasan de largo. La gente rica que va en coche nunca mira a la gente de la calle, para nada. Los pobres siempre lo hacen… De hecho, a veces parece que simplemente vayan en coche dando vueltas, mirando a la gente de la calle. Yo lo he hecho. La gente pobre está acostumbrada a esperar. La Seguridad Social, la cola del paro, lavanderías, cabinas telefónicas, salas de urgencias, cárceles, etcétera.
Lucia Berlin⠀
Manual para mujeres de la limpieza
Ed. Alfaguara, 2016
Trad: Eugenia Vázquez Nacarino⠀

Fot. de la autora s/d

miércoles, 15 de mayo de 2019

Guardaré

 


SEBASTIAN VA A LA ESCUELA

dame la mano déjame ir junto a ti
después de clase dime los secretos

los guardaré confiaré les seré fiel
ya los perdí una vez no volveré a perderme

incluso cuando tú mismo olvides tu fascinación
guardaré tus verdades las salvaré de ti

un día vendrás para que te cuente la historia del niño
de los ojos abiertos como el cielo.

Jaroslaw Mikolajewski
De Poesía a Contragolpe
Antología de poesía polaca contemporánea
Trad: Abel Murcia, Gerardo Beltrán y Xavier Farré
Prensas Universitarias de Zaragoza

Fot: s/d

martes, 14 de mayo de 2019

Deshacerse


Me encantan las casas, todas las cosas que me cuentan, así que esa es una razón de que no me importe trabajar como mujer de la limpieza. Se parece mucho a leer un libro.
He estado trabajando para Arlene, de la inmobiliaria Central. Limpiando casas vacías, sobre todo, pero incluso las casas vacías tienen historias, pistas. Una carta de amor en el fondo de un armario, botellas de whisky vacías escondidas detrás de la secadora, listas de la compra... "Por favor trae detergente Tide, un paquete de Linguine verdes y un pack de seis Coors. No pensaba en serio lo que dije anoche."
Últimamente he limpiado casas en las que alguien acaba de morir. Limpiar y ayudar a clasificar las cosas para que la gente se las lleve o las done a la caridad. Arlene siempre pregunta si tienen ropa o libros para el Hogar de los Padres Judíos, que es donde está Sadie, su madre. Han sido trabajos deprimentes. O los familiares lo quieren todo y se pelean por las cosas más insignificantes (unos tirantes viejos y raídos, o un tazón), o ninguno quiere saber nada de lo que hay en la casa, así que solo he de meterlo todo en cajas. En ambos casos lo triste es qué poco se tarda. Piensa en ello. Si murieras... podría deshacerme de todas tus pertenencias en dos horas como máximo.

Lucia Berlin
Manual para mujeres de la limpieza
Ed. Alfaguara
Trad: Eugenia Vázquez Nacarino

Fot: Fritz Henle
Limpiadora del Museo de Arte Moderno de New York, años 50

lunes, 13 de mayo de 2019

Secreto


Cuando gritamos por primera vez en el día, llevamos con nosotros la pérdida de un mundo oscuro, áfono, solitario y líquido. Siempre ese lugar y ese silencio nos serán sustraídos. Siempre una caverna negra, caminos subterráneos, sombras frente a uno mismo, límites sombríos, una orilla mojada hechizan las almas de los hombres, en todas partes. Todos los vivíparos tienen su guarida. Es la idea de un lugar que no sería mío sino yo en persona.
Se trata de un lugar antes que de un cuerpo.
La intimidad que hace remontar en el interior de uno mismo al mundo más antiguo es el bien más raro.
Siempre nos salva una confidencia que no confiaríamos a nadie, que por necedad no confesaríamos siquiera a nosotros mismos.

Quien tiene un secreto, tiene un alma.

Pascal Quignard
La barca silenciosa
Ed. Libros del último hombre
Trad: Meritxell Martínez

Fot: Edward Steichen 
Louise Brooks

domingo, 12 de mayo de 2019

Cautivos

 


(...) Pero esa satisfacción serena no consistía simplemente en su impresión de sentirse el "dueño" de Stephanie. Sandy había hablado de su encanto de femme fatale, y aquel le parecía a Henry un título bastante vulgar para lo que él veía en ella. Para él era más bien como una misteriosa mujer callada a la que uno encuentra en un templo y con la que resulta serenamente incontestable que hay que acostarse por voluntad de los dioses. Nunca se había sentido Henry más venturosamente libre de dilemas o disyuntivas. Se sentía curiosamente identificado con un cuadro de Max, en el que un hombre se encontraba boca abajo, atado a una mujer maravillosa que llevaba una lampara. Qué imágenes perfectamente ridículas podía inventarse el viejo Max. A Henry le había parecido al principio que lo raro era que, aun teniendo las manos atadas y hallándose tal vez herido en la espalda, el hombre no pareciera encontrarse nada incómodo en su insólita posición. La mujer apretaba uno de los muslos de él con mano acariciante, mientras atisbaba en la oscuridad ligeramente iluminada por la lámpara. Ahora, aquella cara le recordaba muy levemente a la de Stephanie. Y ahora se daba cuenta de que siempre se había identificado un poco con aquel hombre que parecía estar tan cómodamente instalado boca abajo. De modo que, visto boca abajo, él era un cautivo de ella, y no ella la de él.

Iris Murdoch
Henry y Cato
Edit. Impedimenta.
Trad. Luis Lasse

Pint: Max Beckmann
Departure, 1932 

sábado, 11 de mayo de 2019

La tormenta


LA TORMENTA

En la cerrazón de la tormenta 
sólo veía tus espaldas como sombra 
en el centro de la pequeña canoa. 
Sabía que te protegía de la lluvia 
una vieja capucha azul. 
El aburrido ruido del motor 
no nos alejaba del inmenso hervidero 
en que se había convertido el lago. 
La tormenta 
nos había puesto en la mano de un dios enfurecido.

Pero casi estábamos dichosos cuando un relámpago
iluminó los grandes árboles de la orilla del lago
y vimos ramas de oro y plata instantáneos.
Entonces volteaste y alargaste tu mano hacia mí:
también te dio miedo la súbita oferta de fulgurar
y desaparecer.

José Watanabe
de "Banderas detrás de la niebla"

Fot: s/d

viernes, 10 de mayo de 2019

Avívame


Eludías 
el encuentro 
con el tú 
magnífico, 
el que te toma 
y te anula como tempestad 
y de ti arranca al que busca. 
***
Cómo pudiste vivir 
de la idea 
que la ocultaba, 
con un sabor 
que no era el de ella, 
huyendo 
de su aparecer 
que era también el tuyo? 
***
Enséñame, 
rehazme 
a fondo, 
avívame 
como quien enciende un fuego. 

Rafael Cadenas
de "Amante" 1983

Coll: Katrien de Blauwer

jueves, 9 de mayo de 2019

Wakȟályapi

 


Wakȟályapi

Palabra comúnmente usada para café.

Literalmente significa cualquier cosa que es hervida. Como en hervir los cuellos blancos, hervir la atadura esperando que afloje. Como en el día, el tiempo que sopla, hervirá los rígidos árboles. Como en la sangre hirviendo, lo que no era suave, traza un camino a través del músculo a la cara. Como en el músculo que hierve separado del cartílago. Como en la olla, con los cuellos blancos y el cartílago. Como en una olla hirviendo sobre la que estás doblado, mirando. Como lo mezclará en tu cabeza igual que las raíces de un árbol. Como en el árbol, debajo del que dejaste algo enterrado. Prefiriendo ser enterrado antes que la furia del hervor. O en el conejo que atraparon, el conejo que hirvieron. Como en el conejo que vino por la noche, la mandíbula de tu patio. Como en la cena que comiste, el mordisqueado hueso de conejo. Como en la sangre hirviente que realmente nunca ves. Como en las adelfas que crecen sobre la valla metálica, donde se mezclan las raíces del árbol y las de las adelfas. Hervido y hervido como en un estofado, los cuellos y el conejo y los fuertes del árbol. Como en el conejo en la jaula afuera bajo el sol. Como en el calor, a medida que hervía el conejo moría. Como en los cheques y los extractos de cuenta que Mamá hirvió en la cocina. Como en la eliminación de la deuda; una ceremonia, un hervor. Como en el dinero eran solo números, debíamos comer y no malgastar. Como en los dos conejos hervidos que recuerdas de aquel verano: uno que fue atrapado, el otro indefenso de pelaje negro —tu pequeño y negro conejo mascota que olvidaste mover a la sombra. Como en lloraste en tu habitación infantil, cómo pudiste olvidarlo. Como en la grácil sombra que era olas de adelfas. Como en las burbujas en el agua, que provienen de este hervor. Como en algo tan liviano, ahora sin sangre debajo.

Layli Long Soldier
Trad: Reinhard Huaman Mori
Publicado en Quimera, nº 414
Barcelona, junio 2018


miércoles, 8 de mayo de 2019

Nota a pie de página


Únicamente la pérdida es incuestionable y constante. Cualquier hombre, de una u otra manera, siempre está perdiendo; todos nos deslizamos cuesta abajo; lo único que importa es la habilidad de lentificarlo, una habilidad que nos demuestra incluso ese naranjo que crece en la acera de la cercana Via San Sebastiano y golpea con sus frutos a los ruidosos conductores de las motocicletas y los techos de los coches.
(...) 
La ciudad es un texto. Cualquier texto sobrevive gracias a la reproducción de estereotipos y a su destrucción, gracias a las trivialidades y a su elusión. Al escribir una breve nota a pie de página a esta ciudad, yo no hago más que apisonar unas palabras pronunciadas ya innumerables veces. Por lo tanto, la importante no soy yo, sino la nota a pie de página. La nota a pie de página es una forma de supervivencia.

Dubravka Ugrešić 
Zorro
Ed. Impedimenta
Trad: Laura Fernanda Garrido y Tihomir Pištemek

Fot: Courtesy Galerie Lumière des Roses

Raíces


Ser las raíces. En el subsuelo al que jamás
desciende un rayo. Donde la luz nunca echa un vistazo.
Una rama sin pájaro. Una rama sin hojas.
La fuente de un manantial en la más fina red de fibra
que no debe romperse. El duro trabajo de las raíces.
Sin respiro. (Hasta el sueño de invierno sólo es aparente.)
Almacenar. Alimentar. Saciar. Ser un vínculo mudo
entre el amargo final y la vida. Negado por su propio ser
y tullido para permitir que la flor blanca
celebre el sol,
el poder de la revelación de la belleza.
Ser las raíces. Y no envidiar la flor.

Vizma Belševica
Versión de Jonio González

Fot: Adolf Lazi

martes, 7 de mayo de 2019

Cuesta de Atocha


CUESTA DE ATOCHA

Ellos dos van subiendo y nos cruzamos,
en la silla de ruedas,
sentado y encogido, solloza un hombre joven.
El padre, que la empuja,
echa hacia atrás los pies y, para hacer más fuerza,
estira cuanto puede las piernas y los brazos.
Así, encorvado y tenso,
puede vencer apenas la subida.
Sé lo que siente: que se ha hecho
viejo. Por un maldito instante
compadezco a ese padre: un error,
puesto que él todavía tiene a su hijo.
Esbozo una sonrisa mientras van alejándose.
Desde un portal,
una mujer me mira con reproche.
No comprende en qué escena de amor se está metiendo.

Joan Margarit,
De Un asombroso invierno
Ed. Visor, 2018

Fot: Cuesta de Moyano, años 50

El pelirrojo mentiroso


Lo conocí en el bar del hotel Belgrad en Moscú, al que solían acudir los yugoslavos: los que estudiaban en Moscú, los que trabajaban en la Embajada yugoslava y en las delegaciones de diversas empresas yugoslavas del país, y turistas yugoslavos que, por una u otra razón, iban a ver a sus compatriotas. Tenía un físico extraordinariamente atractivo, era muy difícil que no te llamara la atención, con su cabello pelirrojo y su barba recortada, ojos verde claro y un cuerpo bien proporcionado. Era compatriota mío y un mentiroso, de esos que mienten incluso cuando no es necesario. Alguien que va de acá para allá con jerséis rojos ingleses, camisas azules de finas rayas blancas, abrigo de cachemir y bufanda blanca también de cachemir alrededor del cuello y afirma que en Moscú estudia Bellas Artes no podía ser otra cosa que un mentiroso notorio. Por otro lado, no era hombre de muchas palabras, lo que mejoraba considerablemente su imagen. Me cautivó por completo, lo confieso: contra el fondo gris y sombrío de Moscú, con los ojos verdes y tan pelirrojo, parecía no ser de este mundo. Tenía las manos de carpintero; las manos más grandes, más anchas y cálidas que jamás estuvieron en contacto conmigo. Hacía el amor a conciencia, tan pronto con ardor como con frialdad, justo como si en una sartén ardiente se calentaran cubitos de hielo. Comeríamos locuras, me enamoré de él, el amor olía a promesas, la fiebre amorosa me daba escalofríos, estaba dispuesta a morir por él. Cuando se marchó regué con lágrimas el aeropuerto moscovita de Sheremétievo. La policía aeroportuaria, evidentemente no acostumbrada a escenas tan sentimentales, me pidió que me identificara, me preguntó por qué lloraba y no fui capaz de contestar, pues me estaba muriendo: mi amante pelirrojo nadaba en el mar de mis lágrimas y, al alcanzar la orilla del control de pasaportes, desapareció de mi horizonte. En la mano apretaba un premio imaginario, unos billetes de lotería sin valor rotos por la mitad. El corazón se me escapó del pecho... No me dejó su dirección, yo le di la mía, las cartas son estúpidas, dijo, estaba seguro de que tarde o temprano volveríamos a encontrarnos. Y he aquí una cosa que no consigo explicarme: yo, que estaba dispuesta a seguirlo al fin del mundo, nunca en mi vida he olvidado a alguien tan fácil y rápidamente.

lunes, 6 de mayo de 2019

Cuidados


Si pongo atención, si me quedo inmóvil,
alguna flor cuidará de mí.

Gaia Ginevra Giorgi
de "Maniobras secretas"
La Bella Varsovia

Fot: s/d

domingo, 5 de mayo de 2019

Divisa


DIVISA 

Mucho más que tú mismo durarán tus palabras. 
Ningún derecho tienes, por siglo o por carácter, 
a hacerlas más sombrías, ofuscadas o tristes 
con abrasiva sed y con ficticias hambres. 
Es un error pensar que tu vida se acaba 
porque mueras un día. Mil siglos o un instante, 
¿qué diferencia existe ? Sin presente no hay vida. 
Que tu divisa sea: no hay ni un después ni un antes. 

Andrés Trapiello
De "Rama desnuda" , 2001

Fot: s/d

Capaz


Si alguien fuera capaz de escribir un bello relato, sería capaz de acoger lo que no es con los brazos abiertos. Si alguien fuera capaz de acoger lo que no es con los brazos abiertos, sería capaz de amar.

Pascal Quignard
Pequeños tratados II
Sexto Piso
Trad. Miguel Morey

Dib: Marcel Duchamp
Bare Stripped Bride, 1968

sábado, 4 de mayo de 2019

Vanidad


VANIDAD
(Vallone, 19 de agosto de 1917)

De improviso
está, alto,
sobre las ruinas
el límpido
estupor
de la inmensidad

Y el hombre
encorvado
sobre el agua
sorprendida
por el sol
se descubre
una sombra

Mecida y
despacio
rota

Giuseppe Ungaretti
Traducción de Teódulo López Meléndez

Fot: s/d

viernes, 3 de mayo de 2019

Me matas, me das placer


Como tú, yo también he intentado luchar con todas mis fuerzas contra el olvido. Como tú, he olvidado. Como tú, he deseado tener una memoria inconsolable. Una memoria de sombras y piedras. He luchado por mi cuenta. Con todas mis fuerzas. Contra el horror de no entender ya la necesidad de acordarme. Como tú, he olvidado. ¿Por qué negar la necesidad evidente de la memoria? Escúchame. Todavía sé. Volveré a empezar. Doscientos mil muertos. Ochenta mil heridos en nueve segundos, son cifras oficiales. Volveré a empezar. Habrá diez mil grados sobre la tierra. Diez mil soles, dirán. El asfalto arderá y reinará un profundo caos. Una ciudad será destruida entonces y se convertirá en cenizas. Me encuentro contigo, me acuerdo de ti, ¿quién eres? Me matas, me das placer. ¿Cómo saber que esta ciudad estaba hecha para el amor? ¿Cómo saber que tu cuerpo estaba hecho para mí? Me gustas, qué acontecimiento, me gustas. Qué lentitud, de repente. Qué dulzura. No puedes saber. Me matas, me das placer. Me matas. Me das placer. Tengo tiempo, te lo ruego, devórame. ¿Por qué no tú, en esta ciudad, en esta noche? Tan parecida a las demás como para confundirla.

Marguerite Duras
Guion para Hiroshima, mon amour (1959)
Dir: Alain Resnais

Fot: fotograma de la película

Supervivencia


LETANÍA DE LA SUPERVIVENCIA

Para las que vivimos en la orilla
paradas sobre el borde constante de la decisión
cruciales y solas
para las que no nos podemos permitir
los sueños pasajeros de la elección
las que amamos en los umbrales yendo y viniendo
en las horas entre los amaneceres
mirando hacia dentro y hacia fuera
al mismo tiempo antes y después
buscando un ahora que pueda engendrar
futuros
como el pan en la boca de nuestros hijos
para que sus sueños no reflejen
la muerte de los nuestros;

Para las que
fuimos marcadas por el miedo
como una suave línea en el medio de nuestras frentes
aprendiendo a tener miedo con la leche de nuestra madre
porque con esta arma,
la ilusión de poder encontrar más seguridad,
los torpes esperaban silenciarnos
Para todas nosotras
este instante y este triunfo
No se suponía que íbamos a sobrevivir.

Y cuando el sol sale tenemos miedo
de que no permanezca ahí
cuando el sol se pone tenemos miedo
de que tal vez no salga en la mañana
cuando nuestros estómagos están llenos tenemos miedo
de la indigestión
cuando nuestros estómagos están vacíos tenemos miedo
de nunca volver a comer
cuando nos aman tenemos miedo
de que el amor desaparezca
cuando estamos solas tenemos miedo
de que nunca vuelva el amor
y cuando hablamos tenemos miedo
de que nuestras palabras no se escuchen
ni sean bienvenidas
pero cuando estamos calladas
todavía tenemos miedo

Así que es mejor hablar
recordando
No se suponía que íbamos a sobrevivir.

Audre Lorde
de "Quién dijo que era fácil"
Ed. Zindo & Gafuri, 2019
Trad: Gabriela Raya y María Eugenia Soler

Fot: Mark Nixon

jueves, 2 de mayo de 2019

Dos vidas


Alfonso se subió la manta hasta la barbilla y, como conclusión de una larga reflexión sobre el camino de las cosas humanas, murmuró:
-El hombre tendría que poder vivir dos vidas: una para él y otra para los demás.
Pensaba que, si hubiera tenido dos vidas, habría dedicado una a la felicidad de los Lanucci.

Italo Svevo
Una vida

Fot: s/d

El ascenso


Puedo oír las ruedas de los trenes marcando sus giros rítmicos en mi cabeza mientras escribo. El tren de las cuatro y catorce llevándome a casa, hacia las zapatillas, el fuego de gas, el diario, los restos de la flanera, el texto bíblico en la pared. Y Kate aguardando por mí, delgada y perfumada, con el perfume barato que usa y sus calzones de Marks & Spencer. Maquillada a franjas para mí, como una pastilla de jabón ordinario y aromático. Permaneceremos de pie, los dos juntos, ante el representante de Dios, y compartiremos un sobrio oficio, para legalizar las felicidades conyugales. La querida Kate, como una muñeca de trapo sobre la cama, con su cara blanca y estoica, excitando apetitos crueles en su maridito recién adquirido. Y todos los kilómetros de luchas trágicas, aburrimientos, desesperaciones, ilusiones, se desprenderán de mí cuando entre en prisión. La ubicuidad de Dios. El cero fantástico al que reduciré los términos de mi vida para encontrar la felicidad. El lento y gradual ascenso hacia el silencio, hacia la mudez.

Lawrence Durrell
El libro negro
Ed. Edhasa
Trad. Leal Rey

Fot: s/d

miércoles, 1 de mayo de 2019

Hulk

Bruce Banner no siempre fue Hulk

Se convirtió en eso como resultado
de un experimento fallido
con una bomba de rayos gamma.
Creo que casi todos nosotros
tenemos algún fracaso qué señalar en nuestro pasado.

Es esto, decimos,
esta es la razón por la que soy monstruoso.

Hulk no se convierte en Hulk
al azar, sólo cuando está estresado
o molesto. Cuando Bruce Banner
desaparece en el otro tipo
deja de importarle que él sea Bruce Banner,
simplemente es una fuerza de la naturaleza, salvaje,
que no puede controlar sus manos.

Cuando tu mente retrocede
hasta tus peores recuerdos
es como volver a vivir esa muerte.

Súbitamente tu cocina,
la cama, una esquina en la calle
se vuelven a convertir en balas.
Por siempre, ahora, estás
combatiendo una batalla
que ya perdiste.

Un cuerpo no debería poder
soportar esa clase de miedo
y seguir respirando.

Hulk no puede matarse.
Lo ha intentado.
Es muy difícil vivir siendo mitad monstruo,
hiriendo todo lo que amas
al intentar protegerlo de manera equivocada.

Todavía estoy intentando protegerte
de mí. De las noches
que no recuerdo
y toda mi enfermedad, mi envidia,
los días en los que la vergüenza me alcanza
y no logro salir de la cama.
Yo no Manejo Bien las cosas.
Yo no Sé Bien Cómo Ser Adulto.

Cuando tengo miedo
no puedo controlar mis manos.
Haría lo que fuera, lo que fuera
para hacerme sentir mejor.

Cuando me calmo
cuando puedo respirar de nuevo,
soy el superhéroe al final
de la película
cuando ya salieron los créditos
y la guerra ha terminado.
Y tengo que irme a casa
entre el desastre
de ciudad que destruí
intentando ser el salvador.

Si estoy siendo honesta, ya sé
que no puedo salvarte de mí.
No puedo ni salvarme a mí misma.

La cosa con Hulk
es que él daría lo que fuese
por ser solamente Bruce el científico.

Por ser normal,
por no tener que despertar otra vez
desnuda y sola
mirando fijamente toda la destrucción
sin más a quien culpar
que a ella misma.

Clementine Von Radics
versión de Daniela Virt