viernes, 30 de diciembre de 2016

Primera copia



Si alguien,
cayendo de sí mismo en sí mismo,
manotea para sostenerse de sí
Y encuentra entre él y él
una puerta que lleva a otra parte,
feliz de él y él,
pues ha encontrado
su borrador más antiguo
la primera copia.

Poesía Vertical 52 II

martes, 27 de diciembre de 2016

La realidad está aquí


La realidad está aquí,
desplegada. Lo real acontece
en lo abierto. Infinito. Incomparable.
Pero el ansia de repetirnos
instaura las verdades.
Toda verdad repite lo inefable,
toda idea desmiente lo-que-ocurre.
Pero las construimos
por miedo a contemplar la enorme trama
de aquello que acontece en cada instante:
todo lo que acontece se desborda
y no estamos seguros del refugio. 

Paul Verlaine y Arthur Rimbaud




sábado, 24 de diciembre de 2016

Paseo


Las hojas de los cerezos eran de un rojo incandescente, herido, doloroso, pero a la vez bello, que reconciliaba y alegraba. Los prados y arboledas parecían a menudo envueltos en velos y paños mojados (…) Se olían los árboles al caminar bajo ellos, se oía caer la fruta madura sobre los prados y senderos. Todo parecía doble o triplemente silencioso.

Robert Walser  El ayudante
Ed. Siruela, 2010
Trad. Juan José del Solar.

En la foto Walser en uno de sus habituales paseos.

jueves, 22 de diciembre de 2016

¿Cómo eras?


¿Cómo eras tú, Alicia soñada, a los ojos de tu padre adoptivo? ¿Cómo te describiría él? En primer lugar, cariñosa; cariñosa como un perro (perdona lo prosaico de este símil, pero no conozco un amor terrenal más puro y más perfecto), y amable como un cervatillo; después deferente con todos, con el más grande y con el más humilde, con el ilustre y con el grotesco, con el Rey y con la Oruga, como si fuese está incluso la hija de un rey, y su vestido estuviese labrado en oro; en tercer lugar, confiada, dispuesta a aceptar los más disparatados imposibles con esa total credulidad que sólo los soñadores conocen; y por último, curiosa: tremendamente curiosa, y con esa ávida fruición de la Vida que sólo se da en las horas felices de la niñez, cuando todo es nuevo y hermoso, y cuando el Dolor y el Pecado no son más que nombres, palabras vacías que no significan nada.

Lewis Carroll
Alicia en el país de las maravillas
Ed. Alianza, 2006
Trad. Jaime de Ojeda Eiseley

Era el bolso de una niña


Ignorante, en el sentido
de que comía comida monótona
y pensaba que el mundo era plano,
y pagana, en el sentido
de que sabía que las cosas que andaban
a la noche por ahí no eran ni perros ni gatos
sino fantasmas y hombres de cara oscura,
tenía, no obstante, un orgullo feroz.
Pero sentenciada finalmente
a comer menos gachas cada vez
en una cocina fría como la piedra
con sus manos endebles
agarró del cuello a un mundo
que no podía entender.
La amé desde el día en que murió.
Ella era un baile de verano en el cruce de caminos.
Era un juego de naipes en el que una nariz salía rota.
Era una canción que nadie cantaba.
Era una casa registrada por soldados.
Era un idioma no hablado casi nunca.
Era el bolso de una niña, lleno de cosas inútiles.

Muerte de una mujer irlandesa

miércoles, 21 de diciembre de 2016

Estructura


Para mostrarte dónde está tu deseo basta prohibírtelo un poco. X… desea que esté allí, a su lado, pero dejándolo un poco libre: ligero, ausentándome a veces, pero quedándome no lejos: es preciso, por un lado, que esté presente como prohibido, pero también que me aleje en el momento en que, estando en formación ese deseo, amenazaría con obstruirlo. Tal sería la estructura de la pareja “realizada”: un poco de prohibición, mucho de juego; señalar el deseo y después dejarlo.

Roland Barthes    Fragmento de un discurso amoroso
Ed. Siglo XXI, 2000
Trad. Eduardo Molina

Ni un después ni un antes


Mucho más que tú mismo durarán tus palabras.
Ningún derecho tienes, por siglo o por carácter,
a hacerlas más sombrías, ofuscadas o tristes
con abrasiva sed y con ficticias hambres.
Es un error pensar que tu vida se acaba
porque mueras un día. Mil siglos o un instante,
¿qué diferencia existe ? Sin presente no hay vida.
Que tu divisa sea : no hay ni un después ni un antes.

Divisa
Rama desnuda, 2001

martes, 20 de diciembre de 2016

A mi amante, regresando junto a su esposa



A mi amante, regresando junto a su esposa

Ella está toda allí.
Fue derretida cuidadosamente para ti
y moldeada desde tu infancia,
moldeada desde tus cien edades preferidas. 
Ella siempre ha estado allí, cariño.
Ella es, de hecho, exquisita. 
Fuegos artificiales en el centro de un sombrío febrero
y tan real como una olla de hierro.
Afrontémoslo, yo he sido pasajera. 
Un lujo. Un balandro rojo y brillante en el puerto.
Mi pelo flotando como humo por la ventanilla del coche.
Almejas fuera de temporada.
Ella es más que eso. Ella es tu tengo que tener,
ha potenciado tu crecimiento práctico y tropical.
Ella no es un experimento. Ella es toda armonía.
Ella cuida de que la barca tenga remos y toletes,
ha puesto flores silvestres en la ventana para el desayuno,
sentada junto al torno a mediodía,
parió tres hijos bajo la luna,
tres querubines dibujados por Miguel Ángel,
y lo hizo con las piernas abiertas
en los meses terribles en la capilla.
Si miras hacia arriba, los niños están allí
como delicados globos apoyados en la pared. 
También ha llevado a cada uno pasillo abajo
después de la cena, sus cabezas discretamente torcidas,
dos piernas protestando, cara a cara, 
ella tiene el rostro encendido con una canción y su pequeño sopor. 
Te devuelvo el corazón.
Te doy permiso−
para la fusión en ella, vibrando
iracundo en el barro, para la perra que hay en ella
y el enterramiento de su herida−
para enterrar viva su pequeña herida roja−
para la pálida bengala titubeante bajo sus costillas,
para el marinero borracho que aguarda en su pulso izquierdo,
para su rodilla de madre, para las medias, 
para el liguero, para la llamada. 
La extraña llamada
cuando te cobijes entre sus brazos y pechos
y tires de la cinta naranja en su pelo
y contestes a la llamada, la inquisitiva llamada.
Ella es tan desnuda y singular.
Ella es la suma de ti mismo y de tu sueño. 
Escálala como un monumento, paso a paso.
Ella es sólida. 
En cuanto a mí, yo soy una acuarela. 
Yo soy lavable. 

Poemas de Amor
Trad. Ben Clark

Milagros ordinarios



Mientras mojaba el pincel con aplicación, Lily pensaba en que era necesario estar a la altura de las experiencias ordinarias, sentir, sencillamente, que una silla es una silla, que una mesa es una mesa y que, al mismo tiempo, son un milagro.

Virginia Woolf   Al faro
Ed. Alianza, 2012
Trad. José Luis López Muñoz

Fot. Paul Delvaux  The Joy of Life

lunes, 19 de diciembre de 2016

Por qué



1392

"Por qué" herido de amor
Es todo lo que amor puede decir -
Construidos de tan solo dos sílabas,
Los más enormes corazones que se rompen.

"Por qué" herido de amor.

Finales


Hay cierto número de obras, y generalmente entre las que más nos gustan, que acaban mal: en ellas algo se termina, se consume. Durante todo el libro ha habido una aventura, un movimiento, una búsqueda, unos encuentros: gentes que no se conocían se han cruzado; han caminado juntas, se han amado, han cambiado. Y luego todo se detiene. Es el fin. No hay continuación. Alguien muere o desaparece. Sentimos un vacío.
Por ejemplo, el final de Los tres mosqueteros, cuando se separan, siempre me ha parecido una perfecta expresión de la tristeza. Y también el principio de Vingt ans après –se vuelven a encontrar como enemigos, han envejecido-, al final de Vingt ans après, se separan de nuevo; Le Vicomte de Bragelonne, finalmente, cuando Porthos muere: durante años (no exagero nada) he sentido la desaparición física de Porthos; le echaba de menos; acordarme de todas sus aventuras, de su fuerza, de su necedad, de su apetito de ogro, de su vanidad, de su ropa, y luego de su decadencia, de su impotencia final: muere aplastado bajo una roca que ya no tiene fuerzas para levantar…
Esto es el sentimiento más simple, en estado bruto. Creo que lo sentiría igual si leyera la muerte de Hercule Poirot.
Pero los hay más matizados. La muerte de André Bolkonski (creo que se llama Bolkonski o Bolbonski) en Guerra y Paz; el final de Casque d’or. Y sobre todo, no ya muertes, sino extinciones, desapariciones, finales tranquilos, nadas: es el tiempo que pasa, el ocio, el hueco, el vacío, la melancolía, la añoranza, el recuerdo, lo irremediable.
Por ejemplo, el final de Under the net de Iris Murdoch, que acabo de buscar, y de no encontrar, por todas partes: tras innumerables aventuras, más bien risueñas, los inseparables se separan; se van cada uno por su lado, “es la vida”… O bien el final de Pierrot mon ami…
O bien esta última pregunta (que a menudo me ha aterrorizado) que clausura el capítulo de preguntas y respuestas de Ulises, cuando Stephen y Bloom se separan: ¿Dónde (va Stephen)? Jamás lo sabremos. Y ese jamás, verdaderamente, es algo terrible. No triste exactamente. Pero terrible. Un punto de interrogación para el que no hay respuesta posible. Algo que no se abre sobre cualquier cosa. Algo acabado.
O bien el final de Fermina Márquez.
O bien el final de La educación sentimental: las últimas páginas, y sobre todo “la amargura de las simpatías interrumpidas”: ¿alguna vez se ha expresado mejor el vacío?
O el final de Suave es la noche: el tipo que va de ciudad en ciudad… metrópolis, pequeños centros, aldeas, pueblos y luego se acabó. Se ha perdido su rastro. No está muerto, no; sigue viviendo: sigue pensando, no ha olvidado nada; pero está vacío, ha fallado, ha fracasado, ha naufragado. Así vivirá siete años, la eternidad…
O bien el final de La montaña mágica.
Y estoy seguro de que aún hay innumerables ejemplos. 

Georges Perec. Carta inédita a Denise Getzler.

domingo, 18 de diciembre de 2016

Tú con la palabra que yo dije...


Tú con la palabra que yo dije...

Tú con la palabra que yo dije,
tú con tu silencio,
tú contigo misma
en el mundo su-
bi-
da,

tú mi amor:

perdida, extra-
viada, una 
y otra vez
regresada en el dolor: es

tarde.

Ayúdame,
ayúdate,
ayuda.

El camino de horas anduvo lo que dije.
El camino de horas anduvo lo que callé.
Anduvo y anduviste,
por lo infinito anduviste,
hacia delante y hacia atrás,
hacia ninguna parte, hacia la palabra, hacia allí.

Deja.
Un nombre se te abre,
otro:
quédate.

De "La rosa de nadie" 1963
Versión de José Luis Reina Palazón
Obras completas - Ed. Trotta 1999

Ley de vida


La pérdida es una experiencia que conduce hacia un nuevo camino. Una nueva oportunidad para empezar a pensar de otro modo. La pérdida no es el final de las cosas, sino el final de una manera determinada de pensar. Quien cae en un sitio se levanta en otro. Esa es la ley de la vida.

Kader Abdolah   El reflejo de las palabras
Ed. Salamandra 2006
Trad. Diego Puls Kuipers

Fot. Albarrán Cabrera

sábado, 17 de diciembre de 2016

Sombra


LA SOMBRA
sola
al final de las cosas.
Sólo la sombra.

Juan Fuentes
Tiempo Volar
Ed. Piedra y Cielo, 2015

Flappers & Philosophers


Ardita, como suprema egocéntrica que era, pensaba frecuentemente en sí misma, y al no haber sido nunca contradicha lo hacía de forma completamente natural y sin detrimento de su indiscutible encanto. Aunque tenía diecinueve años parecía una fogosa niña precoz, y en el esplendor actual de su juventud y su belleza todos los hombres y mujeres que había conocido no le parecían más que trozos de madera a la deriva en la corriente de su temperamento. Había conocido a otros egocéntricos, de hecho pensaba que la gente egocéntrica le aburría mucho menos que la que no lo era, pero hasta ahora no había habido ninguno al que no hubiera vencido y postrado a sus pies.
Reconocía a un ególatra en el sillón de al lado, pero no sentía el habitual cierre de compuertas y zafarrancho de combate habitual. Todo lo contrario: su instinto le decía que aquel hombre era de alguna manera absolutamente influenciable y vulnerable. 
(...)
Pero esta no es la historia de dos náufragos, ni la de dos condenados a sufrir su amor aisladamente, sino la mera presentación de dos personas, y el escenario idílico entre las palmeras del golfo de Stream es completamente accidental. Casi todos nosotros nos contentamos con existir y reproducirnos, con luchar por nuestro derecho de hacer ambas cosas; el intento, condenado de antemano, de controlar el propio destino se reserva a unos pocos afortunados o desafortunados. Lo interesante de Ardita no es otra cosa que la forma en que su valor perderá su brillo, como su juventud y su belleza.

F. Scott Fitzgerald   El pirata de la costa
Flappers y filósofos
Ed. Velecio Editores, 2007
Trad. Andrés y Teresa Barba

Fot. Portada de la edición inglesa, ed. Vintage, 2009

viernes, 16 de diciembre de 2016

Porque lo sé


Nada tengo en contra de que la gente encadene su vida a un suceso en particular y de cierta relevancia para que su vida tenga más sentido. Bien sabe Dios que necesitamos de todos los puntos de apoyo que podamos encontrar en la montaña de cristal de nuestra existencia. El problema radica en que por mucho que escalemos al llegar a la madurez descubrimos que nos hemos pasado la vida en el mismo lugar. Creíamos que seríamos alguien hasta que nos convertimos en el don nadie que somos. Os lo digo porque lo sé.

Jeanette Winterson   Travesía por el Atlántico
El mundo y otros lugares
Ed. Lumen 2015
Trad. Alejandro Palomas

Fot. Miho Kajioka

Cae




43
Como un jazmín liviano
que cae sosteniéndose en el aire
que cae cae cae
cae.
Y qué va a hacer.


Disseste O Sol Nasceu, 1999

jueves, 15 de diciembre de 2016

miércoles, 14 de diciembre de 2016

El amor al porvenir



No es la melancolía de las cosas en ruinas lo que oprime el corazón, sino el amor desesperado de lo que dura eternamente en la juventud eterna, el amor al porvenir.

Albert Camus   Carnets III
Breviario de la dignidad humana
Ed. Plataforma
Trad. Elisenda Julibert

Fot. Bernard Plossu
From the  Bretagne, Les îles, couleur Fresson

En vano vuelven las palabras


En vano vuelven las palabras
pues ellas mismas todavía esperan
la mano que las quiebre y las vacíe
hasta hacerlas ininteligibles y puras
para que de ellas nazca un sentido distinto,
incomprensible y claro
como el amanecer o el despertar.
Acuden insistentes como sordos martillos
nombrando lo nombrado
lo que tal vez nosotros
estábamos llamados a hacer vivir…

Solo el amor

martes, 13 de diciembre de 2016

Fragmento 152



Me quedo pasmado cuando termino algo. Me quedo pasmado y desolado. Mi instinto de perfección debería impedirme acabar, debería impedirme incluso empezar.
Pero me distraigo y obro. Lo que obtengo es un producto que no resulta de una aplicación de mi voluntad, sino de una concesión que ella hace de sí misma.
Empiezo porque no tengo fuerzas para pensar, termino porque no tengo alma para interrumpir.

Este libro es mi cobardía.

Fernando PessoaFragmento 152
El libro del desasosiego de Bernardo Soares,
Ed. Seix Barral, 2010
Edición y traducción de Ángel Crespo

Fot. Sandra Barrozo
Intervención sobre libro antiguo con textos de El libro del desasosiego de Fernando Pessoa

El atestado


Adam volvió a cerrar el libro; aquella página, propiamente hablando, nada tenía que fuera muy conmovedor; y sin embargo, al volver a meter el libro en el torniquete de alambre, Adam sonrió tiernamente. Pensó que descubriría poco a poco, en el seno de su mundo cerrado, montones de cosas desconocidas, combates de fieras, puentes de barcos sobrecargados de carbón y de sol. Con cubos de agua y rollos de cordajes embreados. Se prometió a si mismo volver al día siguiente, o más tarde, para leer otra hoja.
Se alegraba de vivir en un universo modelo reducido, muy suyo, muy suave, al que llenaban mil juegos diversos.

Jean-Marie Gustave Le Clézio  El atestado
Ed. Cátedra, 2008
Trad. Susana Cantero

Fot. Junichi Hakoyama

lunes, 12 de diciembre de 2016

Descanso en la desdicha



Desdicha, gran arador mío,
Desdicha, siéntate,
Descansa,
Descansemos un poco tú y yo,
Descansa,
Me encuentras, me pones a prueba, me lo pruebas.
Soy tu ruina.

Gran teatro mío, mi puerto, mi hogar,
Mi sótano de oro,
Mi porvenir, mi auténtica madre, mi horizonte.
En tu luz, en tu amplitud, en tu horror
Me abandono.

Descanso en la desdicha

(Black) Seascape, 1881

Los objetos


Los objetos.

La ropa que me regalaste, R., me la encuentro por todas partes. Me envuelve el cuerpo, me atrapa los pies, y cuando voy a pagar, la cartera de piel. Si es invierno los zapatos, en verano los pantalones; si saco el abrigo que me pongo muy de vez en cuando, aparece tu camisa colgada debajo. De todas esas piezas que me abrazan, que eran "nuestras", tú quizás pronto ya no te acordarás. Me inquieta tu impulsividad a la hora de comprarme cosas que pudieran ilusionarme cuando te habías quedado sin trabajo. A pesar de eso, yo aceptaba esos regalos con la misma sensación ambigua de cuando mi padre, estando en el paro, nos llevaba al restaurante. Esa sensación de alegría mezclada con inseguridad y culpa. ¿Cómo pude aceptarlos? ¿Por qué me hacías todos esos regalos? Ahora soy yo quien se arrepiente de no haber hecho lo mismo: regalarte ropa, zapatos, perfume. Todo cuanto pudiera prolongar mi presencia en ti.
Porque los objetos duran más que los sentimientos.

Alicia Kopf   Hermano de hielo
Ed. Alpha Decay
Trad. Imma Ávalos Marqués

domingo, 11 de diciembre de 2016

Oso



-Oso- dijo frotando el pelaje con el pie, sintiéndose sola de repente. El calor del fuego era excesivo; la alfombra de pelo se había apartado de la chimenea y se le había acercado. ¡Oh, se sentía sola, inconsolablemente sola…! Llevaba años sin sentir contacto humano. Siempre se le había dado mal. Era como si los hombres supieran que su alma estaba gangrenada. Las ideas estaban muy bien y ella podía esconderse en su trabajo y olvidarse por un tiempo del auténtico significado del instituto, donde el director se la follaba un día a la semana sobre su mesa mientras ambos confían escandalizar al Gobierno, aunque Lou sabía muy bien que lo que él deseaba de verdad no era su carne pálida, sino esos elegantes bocallaves del siglo XVIII que tanto escaseaban en Ontario.
Había permitido que aquel trámite continuara porque era su único contacto humano, pero le horrorizaba recordarlo. No había cariño alguno en el acto, solo costumbre y conveniencia. Se había convertido en una especie de castigo que ella se infligía.
-Oh, oso- dijo, acariciándole el cuello. Se levantó, se desnudó, porque hacía calor. Se tumbó junto al lomo del oso, algo apartada y también apartada del fuego y, desolada, empezó a hacerse el amor.
El oso despertó de su sopor y se volvió. Sacó la pecosa lengua. Era gruesa y, como decía la enciclopedia, tenía un surco longitudinal. Empezó a lamerla.
Una lengua gruesa, moteada de rosa y negro. Lamió. Raspó hasta cierto punto. Tanteó. Era cálida, agradable, extraña. ¿Qué demonios haría Byron con su oso?, se preguntó Lou.
El oso lamía. Buscaba. Lou podría haber sido una pulga a la que él estaba persiguiendo. Le lamió los pezones hasta que se le pusieron duros y le relamió el ombligo. Ella lo guió con suaves jadeos hacia abajo.
Movió las caderas: se lo puso fácil.
-Oso, oso- susurró, acariciándole las orejas. La lengua, no solo musculosa sino también capaz de alargarse como una anguila, encontró todos sus rincones secretos. Y, como la de ningún ser humano que hubiera conocido, perserveró en darle placer. Al correrse sollozó, y el oso le enjugó las lágrimas.

Marian Engel   Oso
Ed. Impedimenta.
Trad. Magdalena Palmer

Ilustración Gabriella Barouch

La mirada que salva


La mirada que salva

Un ciervo a solas
en la distancia
una cierva lo mira
con tal deseo
que el cazador oculto
entre las hojas recuerda
a la mujer que amó
y deja caer el arco.

Poemas de la Antigua India
Traducción del inglés: Jorge Esquinca
El poeta y su trabajo, no. 28, primavera 2008.

From Anxious Corridor, 1935

sábado, 10 de diciembre de 2016

Eso


El escenario

conexidades

vous etes déjà mortes au monde Sade
4

“Yo” no tengo ganas de más decorados
“Yo” no tengo ganas de más anécdotas
sobre montañas pintadas
“Yo” no quiero ver surgir más universos
dentro de los límites de lo sensato
“Yo” no quiero oír más alarmas de incendios
cada vez que sale el sol
“Yo” no quiero hacer como si estuviese muerta
Tengo miedo
Esto es una crítica de toda “poética”
porque es una crítica del miedo ante la impotencia fáctica

Eso
Ed. Sexto Piso, 2015
Trad. Francisco J. Uriz

Charlote

Derrumbe


Una vez que se ha padecido, la experiencia del mal ya no se olvida. Quien ha visto derrumbarse las casas sabe demasiado bien de qué está hecha una casa. Una casa está hecha de ladrillos y cal, y puede derrumbarse. Una casa no es muy sólida. Puede derrumbarse de un momento a otro. Detrás de los serenos jarrones con flores, detrás de las teteras, las alfombras, los suelos lustrados con cera, está el otro aspecto verdadero de la casa, el aspecto atroz de la casa derrumbada.

Natalia Ginzburg   El hijo del hombre
Las pequeñas virtudes
Ed. Acantilado
Trad. Celia Filipetto

viernes, 9 de diciembre de 2016

Ella no


Todas las niñas esperan eso. Ella no. Si él le diera un beso, se habría acabado el juego. Ella desea vivir siempre en la espera. Con el beso terminaría todo. ¿Qué puede venir después? Al segundo beso todo se hace costumbre. Ella se pone de pie y se va sollozando.

Unica Zürn   Primavera sombría
Ed. Siruela
Trad. Ana María de la Fuente Rodríguez

jueves, 8 de diciembre de 2016

Y no quejarse


Le diré algo que le impactará. Yo le debo todo a Hitler. Mis escuelas, mis idiomas, mis lecturas, mis viajes, todo. En todos los lugares y situaciones hay cosas que aprender. Ningún lugar es aburrido si me dan una mesa, buen café y unos libros. Eso es una patria. "Nada humano me es ajeno". ¿Por qué Heidegger es tan importante para mí? Porque nos enseña que somos los invitados de la vida. Y tenemos que aprender a ser buenos invitados. Y , como judío, tener siempre la maleta preparada y si hay que partir, partir. Y no quejarse.

George Steiner
Entrevista publicada en Babelia 29.06.16

miércoles, 7 de diciembre de 2016

James Matthew Barrie

La flor al borde del barranco


La flor que desde el borde del barranco 
repite no me olvides, no tiene 
colores más alegres ni más puros 
que el espacio tendido entre tú y yo. 
Un chirrido restalla, nos aleja, 
el obstinado azul no comparece. 
En la calima casi visible 
me lleva a la otra parte, 
en tinieblas, el funicular. 

Trad. José María Micó

martes, 6 de diciembre de 2016

Idilio



Ninguna persona puede otorgarle a otra el don del idilio. Eso sólo lo sabe hacer el animal, porque no ha sido expulsado del Paraíso. El amor entre un hombre y un perro es un idilio. En él no hay conflictos, no hay escenas desgarradoras, no hay evolución.

Milan Kundera  La insoportable levedad del ser
Ed. Tusquets, 1993
Trad. Fernando Valenzuela

Fot Walter Sanders
Susanne Erichsen

domingo, 4 de diciembre de 2016

Un arte


El arte de perder no es difícil adquirirlo. 
Tantas cosas parecen empeñadas en perderse, 
que su pérdida no es un desastre.

Pierde algo cada día. 
Acepta el tumulto de llaves de puertas perdidas, 
la hora malgastada. 
El arte de perder no es difícil adquirirlo.

Practica entonces perder más aún, y más rápido: 
lugares, nombres, 
y el sitio al que se suponía que viajarías. 
Nada de esto será un desastre.

Perdí el reloj de mi madre, 
y -¡mira!- la última, o penúltima 
de tres casas que amaba se fue. 
El arte de perder no es difícil adquirirlo.

Perdí dos ciudades, ambas adorables. 
Y, más ampliamente, 
algunos sitios de los que era dueña, 
dos ríos, un continente. 
Los echo de menos, pero no fue un desastre.

Hasta al perderte a ti 
(la voz bromista, un gesto de amor) 
no habré mentido. 
Es evidente que el arte de perder 
no es demasiado difícil de adquirir 
aunque parezca por momentos 
(¡Escríbelo!) 
un desastre.

El arte de perder
Trad. Fernando Pérez

Elizabeth Bishop con su gato
Minnow, 1938

sábado, 3 de diciembre de 2016

El vaso quebrado


El vaso quebrado

Hay veces en que el alma
se quiebra como un vaso,
y antes de que se rompa
y muera (porque las cosas
se mueren también),
llénalo de agua
y bebe,
quiero decir que dejes
las palabras gastadas, bien lavadas,
en el fondo quebrado
de tu alma
y, que si pueden, canten.

viernes, 2 de diciembre de 2016

Un torso de mujer


Un torso de mujer desnudo en el espejo
como fragmento de un desconocido amor.

Y ahora quién podría
descifrar este signo,
reconstruir lo nunca ya después vivido,
reanimar, exánime, el adiós.


jueves, 1 de diciembre de 2016

En tu regazo


En tu regazo

Un siglo en tu regazo
sin patria
sin amigos
sin camino que pueda emprender.

Qué delirio, el territorio de la oscuridad


Versión de Joung Kwon Tae
Revisada por Isabel R. Cachera
108 poemas Zen
Ed. Casariego 2005

Fot. Willow Gray